Criar sin pañales: una práctica que vuelve
El método, conocido como 'higiene natural infantil', reduce las irritaciones de la piel y fomenta el autodescubrimiento sexual
Girona«Llegué a conectar con mi intuición como nunca lo había hecho. A veces, oía a Akai, mi hijo, cuando solo tenía meses, haciendo un ruidillo desde la otra punta de la casa donde estaba con su padre y les gritaba de lejos: "¡Tiene pipí!" Dani, que me daba 100% de apoyo con la idea, le ponía el orinal y al cabo de un rato le oía responder excitadísimo: "¡No puede ser! Está haciendo pipí. ¿Cómo lo has podido adivinar?”», explica Alina Moser, la madre. Akai es un niño sin pañales. En toda la infancia solo ha gastado 4 paquetes de plástico. De tela, también muy pocos. Mayoritariamente ha hecho pipí y caca en cubos –mientras mamaba, si era el caso–, o a la pica en posición de rana y, más adelante, en el lavabo.
Con esta práctica, denominada sin pañales o higiene natural infantil –muy extendida todavía en países como India o China, y que se está recuperando en otros, como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos–, también se producen accidentes, claro: un pipí o una caca que sale de forma inesperada. Pero la realidad es que el vínculo entre el bebé y el cuidador se estrecha tanto que es habitual detectarlo a tiempo. No solo porque de alguna manera “se sabe”, tal como indica Moser, creadora de Lamamalina, cuando el niño o la niña tienen que evacuar a través de esta “intuición”, sino también a partir de la observación: los bebés no quieren ensuciarse y muestran unas señales cuando quieren hacer algo. “Los bebés están preparados para comunicarte cuándo tienen la vejiga llena o ganas de hacer caca. No significa que lo controlen, sino que se sienten llenos y lo expresan a través de movimientos del cuerpo, como por ejemplo la pelvis, o hacen un tipo de llanto o queja... Si la madre o el padre están lo bastante abiertos y presentes podrán percibirlo”, ejemplifica Carlota Sala, divulgadora de crianza consciente. “El bebé es un mamífero y lleva grabado en el ADN el instinto de mantenerse limpio. Nace con un mínimo control de los esfínteres. Prueba de esto es que cuando abrimos el pañal hacen pipí o caca, o que si les cambiamos lo hacen en el pañal limpio”, detalla Cynthia Sánchez, consultora de Maternar Libres.
No obstante, este método no busca fomentar el control de esfínteres. Así lo asegura Imma Campos, comadrona. “La intención no es que acaben haciendo pipí o caca en el wáter antes, sino que el tiempo en el que maduran y hacen este proceso de control de esfínteres, nosotros les acompañamos y encontremos fórmulas para que puedan evacuar sin la necesidad de estar 24 horas con el pañal como si fuera una segunda piel”, comenta. Los inconvenientes de llevar este envoltorio muchas horas, de hecho, son diversos. “Dificulta el movimiento pélvico del niño y la articulación de sus piernas. Además, con el pañal, los bebés no se notan mojados, lo cual no permite crear la conexión neuronal acción-reacción: me noto lleno, vacío y me mojo”, concreta Sala, que hace talleres sobre educación consciente y crianza respetuosa. Al contrario, ir sin pañal ayuda a conocerse mejor los genitales, tal como señala la sexóloga Elena Crespi: “Si el bebé va sin este envoltorio es mucho más fácil que la genitalidad forme parte de su vida. Podrá haber un aprendizaje visual de cómo es externamente este órgano. Por lo tanto, es muy positivo como autodescubrimiento sexual y como facilitador de este autodescubrimiento”.
Reducir gastos
Según el Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), usar pañales reutilizables (de tela) durante 30 meses tiene un coste de 540 euros, ante los 1.215 euros que cuesta usar pañales desechables. Sin embargo, practicar este método tampoco quiere decir no gastar, sino reducir gastos (al menos en cremas, porque disminuyen las irritaciones producidas por los pañales) o invertir en otros elementos como orinales, gasas de algodón, empapadores o split pants (pantalones con una apertura a la zona de los genitales y el culo). “El problema del body es que tienes que sacarle toda la ropa al bebé si se ensucia”, afirma Tona Sala, artesana y creadora de Depipicaca, que comercializa este tipo de indumentaria más funcional.
Txell Ferriol, madre de Gina –niña que fue sin pañal de los 4 a los 13 meses–, explica que las cosas cambian cuando es el momento de volver a trabajar. “Dejé de ver las señales que me revelaban cuando necesitaba hacer pipí o caca”, admite. Pero lejos de sentirse frustrada, Vicky Mateu, doula y traductora del primer libro en el estado español que aborda esta temática (Un orinal para mí bebé), recomienda “no agobiarse y disfrutar”, y “hacerlo cuando es asumible y se mantiene el contacto con la información corporal del niño, porque si no todo es más difícil”. Sala, que ha seguido esta práctica con tres de sus cinco hijos, asevera: “Que rija la curiosidad, no la exigencia de hacerlo. Esto no te hará ser mejor madre”. O cónyuge, porque “en muchas familias son los padres (o el otro miembro de la pareja) los que se ocupan de esta tarea”, concluye Sánchez.