Crítica de serie

La delicia japonesa escondida en medio del 'fast food' de Netflix

La serie 'Makanai: la cocinera de las maiko', de Hirokazu Koreeda, sigue los trayectos de dos amigas en una escuela de geishas

Una imagen de la serie 'Makanai, la cocinera de las maiko'
3 min
  • Hirokazu Koreeda para Netflix
  • En emisión en Netflix

Las series le están tomando el relevo al cine en la fructífera relación de amor entre audiovisual y gastronomía. En uno de los fenómenos de la temporada, The Bear, un chef estrella vuelve al restaurante familiar para reivindicar la excelencia de un buen bocadillo. En Makanai: la cocinera de las maiko, una joven aprendiz de geisha se acaba dedicando a preparar las comidas de sus compañeras y profesoras, en una de aquellas propuestas en las que el vínculo con la comida adquiere una dimensión de bienestar espiritual. Makanai adapta un manga de Aiko Koyama de gran éxito en Japón, sobre todo entre las chicas jóvenes.

Lo primero que llama la atención es el contexto de la historia, que se sitúa hoy en día en el distrito de Kyoto donde todavía ejercen las geishas. Las protagonistas, Kiyo (Nana Mori) y Sumire (Natsuki Deguchi), son dos amigas de una zona rural del Japón que viajan hasta la ciudad para estudiar en una pequeña escuela el arte de ejercer este oficio. En la serie, se desvincula el trabajo de la geisha de cualquier connotación ligada al trabajo sexual. Ni siquiera se discute el tema, y simplemente se muestra esta tarea como una tradición secular y cada vez más minoritaria que engloba diferentes prácticas artísticas: el canto, el baile, el atuendo, los rituales en ciertas ceremonias... Mientras que Sumire despunta como maiko (aprendiz de geisha), Kiyo no parece disponer de las aptitudes necesarias. En cambio, muestra un talento para los fogones que le lleva a quedarse en la escuela como makanai, la cocinera del lugar.

La serie de un Palma de Oro en Cannes

Makanai: la cocinera de las maiko es la primera serie para Netflix de Hirokazu Koreeda, uno de los cineastas japoneses con más eco internacional, Palma de Oro en Cannes por Un asunto de familia (2018) y que apenas estrenó Broker hace pocas semanas. La serie conecta con una de sus inquietudes recurrentes, la reivindicación de núcleos alternativos a la familia tradicional. Y sobre todo recuerda su film Nuestra hermana pequeña (2015), que también retrataba la convivencia de un grupo de mujeres, todas hermanas, que preferían seguir juntas que vivir con las respectivas parejas. En Makanai, Koreeda se distancia de la imagen de las geishas como mujeres al servicio del placer (en cualquier vertiente) masculino, para centrarse en los vínculos que ejercen las protagonistas entre ellas dentro de un ámbito de homosocialización casi exclusivamente femenina. La serie recuerda, en pequeño formato, a las ficciones ambientadas en escuelas o residencias para chicas, en las que se celebran sus relaciones, que también incluyen pequeñas rivalidades, soledades, frustraciones y algunos fracasos. Aquí Kiyo y Sumire mantienen una amistad autosuficiente y a prueba de bombas a pesar de que sus trayectorias acaben divergiendo.

En esta valoración de un entorno profesional y emocional femenino, también destaca que el talento culinario recaiga en una chica adolescente, y no en una adulta o un chef estrella. Kiyo concibe la cocina como una manera de hacer más feliz a su mejor amiga y al resto de compañeras de la escuela. La serie transmite esta dimensión reconfortante de la gastronomía en todo su proceso, desde las escapadas de la chica para comprar en el mercado hasta la selección de ingredientes y la preparación en cada episodio de un plato concreto, nada demasiado sofisticado pero rebosante de un placer que equilibra todos los sentidos. Este tono cálido, delicado y acogedor empapa todos los episodios, y no llega a empalagar como en otras propuestas que se recrean en los aspectos más golosos de la cultura japonesa. La serie también esconde pequeñas sorpresas, como el rol que acaba jugando George A. Romero, fundador del cine de zombis.

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