Barça

Depay, una cuestión de honor

El Barça, al que Wijnaldum dejó en la estacada, confía en la palabra de un jugador que ya quería venir el verano pasado

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Memphis Depay

BarcelonaSi en algo se evidencia el cambio de ciclo en el Barça es en situaciones como la del fichaje fallido de Wijnaldum. En època de Bartomeu, el presidente habría hecho todo lo posible para satisfacer la petición directa de un entrenador y, cuando un club como el PSG se hubiera metido por el medio, habría igualado la oferta económica o al menos habría buscado una solución para garantizar que el jugador acababa aterrizando en el Camp Nou. La política de Joan Laporta no tiene nada que ver con la de su antecesor. La situación económica del club juega un papel importante, es obvio, pero la manera de afrontar la situación ha cambiado del todo. Para los nuevos gestores, Wijnaldum no era una apuesta estratégica de club. Era simplemente una petición de Koeman que podía hacerse realidad con una oportunidad de mercado: venía libre. Ahora bien, una vez el jugador se siente tentado por otro club y pide cobrar más, Laporta y los suyos interpretan que la oportunidad de mercado desaparece y, por lo tanto, desaparece el interés.

Pero en el fútbol no se puede mirar todo con la misma sangre fría ni se pueden poner todas las cosas en el mismo saco, y ahora la directiva tiene un dilema con la contratación de Memphis Depay, que se está alargando más de la cuenta. El futbolista, también una petición del entrenador, ya quería venir a Barcelona el verano pasado, pero le quedaba un año de contrato con el Olympique de Lyon y el equipo francés no estaba dispuesto a dejarlo ir así como así. Por lo tanto, el Barça y el jugador aplazaron la operación hasta este verano. Confirmada la continuidad de Koeman en el banquillo azulgrana, el paso siguiente es cerrar el acuerdo con el futbolista neerlandés, que esta última temporada ha marcado 22 goles en los 40 partidos que ha jugado con el OL. Pero para eso todavía falta un poco.

En los despachos del Camp Nou reconocen que hay un poco de nervios con la operación. No es que vaya mal. Al contrario, son "optimistas" con la contratación. Pero después de lo que ha pasado con Wijnaldum, saben que una segunda plantada dejaría muy tocada a la nueva junta. Depay no es una apuesta estratégica, pero su perfil sí encaja más con lo que hace falta en el Barça. Y, claro, después de que un futbolista los dejara en la estacada, en el palco no se pueden permitir una situación parecida. En el área deportiva cuentan con el sí del jugador y tan solo esperan que, en la negociación final, en los últimos detalles, no los apriete tanto como quería Wijnaldum. En el Barça no se atreven todavía a poner una fecha concreta para anunciar el acuerdo, pero les gustaría que fuera esta semana. Y preferentemente el viernes, antes del comienzo de la Eurocopa.

Verano 'low cost'

Si se confirma el fichaje, sería la cuarta incorporación del Barça para la temporada próxima. Todas a coste cero. Depay se añadiría a los fichajes del Kun Agüero y de Eric García, del City; y al regreso de Emerson Royal, que jugaba cedido al Betis. En todas estas operaciones, cuando se ha tenido que hablar de dinero, ha sido a la baja. Así como en la renovación de Leo Messi, que sigue pendiente, y que también saldrá adelante –si se confirma el acuerdo, que de momento va por buen camino, según Laporta– con una rebaja más que notable en comparación con lo que cobraba los años anteriores. Todo ello es la demostración de que el Barça ya no es el que era y de que ya no puede (ni quiere) competir con los mejores de Europa a escala salarial.

Pero desde el club creen que esta circunstancia es temporal y que en un periodo de tiempo relativamente corto –un par de temporadas–, cuando haya pasado la pandemia, el Camp Nou funcione a pleno rendimiento y se recuperen los ingresos, la entidad volverá a tener una buena parte de la capacidad económica que tenía. De todos modos, ingresar más ya no es suficiente. Ni a corto ni a largo plazo.

Liberar sueldos

La nueva directiva ha observado con desesperación cómo los últimos contratos firmados por Bartomeu daban un salto económico muy importante a partir de este verano, justo cuando se acababa su mandato. Este vínculo, sumado a las deudas que ha acumulado el Barça con la pandemia –difiriendo una parte de los sueldos, por ejemplo–, han comportado que Laporta y su junta estén atados de pies y manos y necesiten con urgencia desprenderse de algunos de los jugadores que cobran más. En los despachos nobles saben que no será fácil. Primero, porque no se espera que sea un verano de grandes operaciones económicas. Y, después, porque difícilmente los jugadores descartados encontrarán clubes que les paguen las mismas cantidades económicas a las que se había comprometido la directiva saliente.

Ahogado por las deudas y por los contratos firmados, al Barça solo le queda el prestigio del escudo para poder seducir a los jugadores que quiere. Esto, y el compromiso de Laporta de construir un equipo que vuelva a aspirar a todo. Por eso un fichaje como el de Depay se ha convertido en una cuestión de honor.

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