"La depresión es un estado de muerte en vida"
Los escritores abordan esta enfermedad mental en sus últimos libros: todos ellos convierten la experiencia en literatura
Barcelona"¿Le puedo hablar con franqueza? Tengo la impresión de que, sencillamente, se está muriendo de tristeza". Con estas palabras, el psiquiatra del protagonista de Serotonina, de Michel Houellebecq, alerta a su paciente de la necesidad de reconducir el tratamiento: "la sombra" de la depresión vuelve a ser una amenaza en su vida. Publicada en 2019, la última novela de Houellebecq abordó la crisis psicológica de su personaje, un hombre de mediana edad francés aislado en una soledad claustrofóbica que derivaba hacia la patología mental. Como ha pasado en otras ocasiones, Houellebecq se avanzó a la tematización reciente de la depresión en libros de memorias y novelas.
Profundidad y dureza
Visitar el infierno y conseguir salir de él: los casos de Carrère y Canyelles
Uno de los testimonios más estremecedores es el de Emmanuel Carrère en Yoga (Anagrama, 2021). "Mi vida fue de la paz al abismo", comenta, refiriéndose a los meses que pasó en el hospital psiquiátrico de Sainte-Anne para salir de una depresión melancólica. "Bajo esta palabra, depresión, se esconde otra cosa más profunda y dura", advierte. Carrère admite que recuerda pocos detalles de esa época, y que si ha podido reconstruirla ha sido "gracias al recuerdo de algunos amigos" y a los "informes médicos, que eran muy detallados". "Por primera vez escribí sobre mí como si escribiera de otra persona", sigue. Entre electrochoques, sedantes y crisis de angustia, la única imagen que conserva con nitidez es la de un cuadro del pintor fauvista Raoul Dufy. "Ese cuadro es bonito, agradable y aparentemente plácido, pero para mí es la síntesis del horror –explica–. Todas las amenazas y terrores de mi vida están contenidos en esa marina".
"No sé si hay infierno o no –yo no soy creyente–, pero en el infierno yo he estado unas cuantas veces en los últimos años", recuerda Neus Canyelles, que en Les millors vacances de la meva vida (Empúries, 2019) abordaba la recuperación de la propia autora, transformada en materia narrativa, en un psiquiátrico mallorquín después de dos intentos de suicidio. Ahora publica Autobiografia autoritzada (Empúries, 2021), en el que reconstruye la niñez de la narradora para escapar del presente complicado que vive. "Un enfermo de cáncer provoca compasión. «Qué putada». Un depresivo o un suicida solo recibe broncas y repulsa –escribe–. Amenazas, incluso: «Júrame que no lo volverás a hacer, cómo eres capaz de castigarme así. Te tienes que animar». Palabras que dan asco. Parece que los enfermos son los otros".
"O cambia algo o me mato"
Los años más oscuros de Almudena Sánchez
El desmenuzamiento inexplicable del cuerpo a consecuencia de la depresión es uno de los procesos que Almudena Sánchez explica en el conmovedor Fármaco (Literatura Random House, 2021). En él recuerda, a través de una estructura narrativa singular –que combina recuerdos de niñez, pesadillas, tuits y el angustioso presente de la autora–, la enfermedad que estuvo a punto de acabar con su vida hace unos años. La autora mallorquina –que vive en Madrid desde el 2010– había publicado un primer libro de cuentos, muy bien recibido, La acústica de los iglús (Caballo de Troya, 2016), cuando su cabeza "explotó": "Somos animales que nacemos llorando –explica desde su casa–. Tenemos que asumir que somos seres frágiles, pero nos educan desterrando la tristeza y el fracaso. Virginia Woolf decía que era necesario «sacar la tristeza encima del escenario». Estoy totalmente de acuerdo. Tenemos que visibilizar la depresión. No con una voluntad de autoayuda, sino para que se sepa que existe y que afecta a muchas personas'".
Si no fuera por los fármacos y por la ayuda psiquiátrica, Sánchez probablemente no habría podido explicar la larga crisis que la paralizó en 2017, y de la que no escapó hasta el verano pasado. "Fue en plena pandemia, cuando ya llevaba dos años medicada, me sentí lo bastante fuerte como para empezar a estructurar las notas y fragmentos que tenía –recuerda–. El libro es un elogio a la ciencia. Aunque los tratamientos sean durísimos y tengan efectos secundarios, pueden llegar a curarte". Almudena Sánchez consigue transformar su vivencia íntima en una narración que, sin rebajar ni un gramo de malestar ni de exigencia literaria, es capaz de interpelar a un público amplio. "El libro explica la vida de alguien que está en la cuerda floja. «O cambia algo o me mato», me repetí durante mucho tiempo –admite–. A la vez quiere ser una crítica social. Nos explicaron que viviríamos de fábula y en cambio hay más jóvenes que nunca que sufren depresión. O canalizamos nuestra rabia hacia afuera o nos hundimos. Vivimos tiempos de supervivencia desde hace años. El covid todavía lo ha agravado más".
Un estado de "muerte en vida"
El joven hombre en crisis de Jose Ignacio Carnero
"Sobre la tristeza y la melancolía se han escrito muchos libros, pero sobre la depresión menos, porque es una enfermedad que da miedo a la gente y que paraliza a quien la sufre", comenta Jose Ignacio Carnero, joven abogado y autor barcelonés que aborda una profunda crisis personal, transformada en novela, en Hombres que caminan solos (Literatura Random House, 2021). Si Sánchez recuerda que la depresión es "la desesperación más allá de la desesperación", palabras de William Styron incluidas en La oscuridad visible, Carnero apela a unas palabras de Francis Scott Fitzgerald, "cualquier vida es un proceso de demolición": además de sufrir "grandes golpes repentinos" los hay que "vienen de dentro, que no se notan hasta que es demasiado tarde para hacer nada".
"La depresión es un estado de muerte en vida. Una grieta en el alma", continúa el autor. Carnero hace marchar a su personaje a Buenos Aires con el objetivo de conocer a una chica que le ha hecho match en Tinder y, de paso, evaluar el año largo en el que no ha podido escribir, bloqueado por un estado depresivo y siguiendo un estricto tratamiento médico. "No tengo claro que llegue a escaparse de la depresión –afirma el autor–. La escritura ayuda al protagonista a desenquistar cosas que tiene adentro. También el amor, entendido en un sentido amplio, le permite mirar las cosas de otro modo". Carnero recuerda que "el anverso de la depresión no es la felicidad: esto es una cursilada". El anverso es "llegar a tener una vida normal, recuperar el deseo y la capacidad de sentir".
Aprender a habitar un mundo incierto
Joan-Carles Mèlich aborda la fragilidad del presente
"Nuestra relación con el mundo, si es humana, es frágil: en cualquier momento se puede romper –defiende el filósofo Joan-Carles Mèlich, que acaba de publicar La fragilidad del mundo. No podemos dejar de ser vulnerables, pero la vulnerabilidad tiene el riesgo de convertirse en dolorosa".
En su último ensayo, Mèlich estudia la precariedad del presente. En uno de los capítulos se fija en "tres relaciones frustradas con el mundo: la angustia, la melancolia y el pánico". Llevada al extremo, la melancolia deriva en depresión: "A un depresivo tanto el mundo como él mismo le resultan indiferentes, han perdido sentido". Mèlich cree que uno de los grandes peligros es "pensar que a través de las pastillas y de sistemas de autoayuda como la meditación o el viaje interior estaremos situados y perfectos en el mundo". Hay que aprender "a habitar el mundo con su incertidumbre".
Para el filósofo, tan peligroso es dejarse doblegar por la vulnerabilidad como creerse invencible. "El ser humano moderno es ideal de empoderamiento, nos creemos los amos del mundo –continúa–. Hemos conquistado el mundo a través de su matematización, como decía Robert Musil. A través de la ciencia y la tecnología hemos ganado la realidad, pero hemos perdido el sueño. Este tipo de empoderamiento también puede generar depresión". El equilibrio entre un extremo y el otro pasa por aceptar que "el sentido de la vida es que no tiene sentido, o más bien un sentido en tono menor".
La relación cercana con el otro, el acompañamiento, el abrazo, la ceremonia del adiós y la duda son cinco de las vías para tolerar más bien un mundo como el nuestro. "El mejor de los mundos no es otro mundo –dice–. El mundo y el paraíso son conceptos incompatibles, si están habitados por nosotros, los humanos".