Desarrollo del lenguaje

Esto es lo que entiende un niño de 3 años cuando le hablas

Los niños de esta edad comprenden frases de entre seis y siete palabras y un máximo de dos acciones

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Una madre con su hijo

Barcelona"No podemos seguir jugando porque pronto será la hora de comer, ve a tu habitación y guarda el juguete en los cajones de color blanco". Probablemente, si le decimos este tipo de frase a un niño de tres años no la podrá ejecutar. No es que no quiera sino que habrá partes de la frase que entenderá y otras que no.

"Un niño de unos tres años entiende 1.000 palabras, pero hay muchas otras variables que intervienen en la comunicación", avanza Eulàlia Solís, neuropsicóloga de Guttmann Barcelona - Instituto de Salud Cerebral y Neurorrehabilitación.

La primera, y probablemente la más importante, es que el niño esté atento a lo que le decimos. "Su capacidad de atención es menor que la de un niño más mayor", detalla. Por ejemplo, si está en una fiesta de cumpleaños será muy difícil que bloquee todos los estímulos que recibe para focalizarse en lo que le intentamos transmitir.

El segundo factor es lo que se conoce como memoria de trabajo, que es la información que necesitamos en un momento concreto para hacer una tarea; por ejemplo, si necesitamos hacer una llamada tendríamos que saber el número. "Sería una especie de memoria RAM, y en el caso de los niños es muy pequeña", deja claro la experta. Concretamente, son capaces de entender composiciones de entre seis y siete palabras y de cumplir como máximo dos acciones, como "levántate" y "ve a buscar algo". "Todo lo que pase de esto es bastante probable que se pierda", añade.

También hay que evitar hacer retahílas de un minuto cuando les estamos transmitiendo una reflexión. "En la segunda frase el niño solo oirá «bla bla bla» y seguramente interpretará un mensaje muy diferente de lo que tú le quieres decir". En este sentido, la experta añade que se tiene que intentar huir de las ironías o dobles negaciones. "Si necesitas que tu hijo te entienda, utiliza frases simples, afirmativas y asegúrate de que está atendiendo; si está en medio de una rabieta no lo hará".

Aparte de estos tres puntos, tenemos que pensar si el niño es capaz de llevar a cabo lo que le hemos dicho. Lo que más tarda en madurar en el sistema nervioso son los lóbulos frontales, que precisamente son los encargados, entre otras muchas funciones, de la capacidad de inhibición de una conducta. Solís pone un ejemplo: si a un niño de tres años le dices un lunes que si se porta bien en el fin de semana irá con toda la familia a jugar al parque, puede entender la cantidad de palabras pero no que se tenga que portar bien para conseguir ir al parque, porque neuroevolutivamente no es capaz de entender que una cosa lleva a la otra. "Acostumbramos a ser muy conscientes de qué cosas físicas pueden hacer y qué no, pero no lo somos en cuanto al nivel neuronal".

Si queremos que la comunicación funcione y el niño nos haga caso, los otros dos aspectos clave son, por un lado, ser consistentes, es decir, no puede ser que un día valga una cosa y el siguiente otra absolutamente diferente. "Si, por ejemplo, se le caen al suelo los cereales con leche y le dices que no pasa nada, al día siguiente no le puedes decir todo lo contrario", apunta la experta. Y por otra parte, pensar que somos siempre su modelo. Los niños obedecen a través de las neuronas espejo, no hacen lo que nosotros decimos, sino lo que hacemos. "Es importando darles un modelo, porque los mensajes les entran por lo que observan", insiste Solís. De esta manera, no tiene sentido decirles que coman pescado si nosotros no lo hacemos o que deje el móvil si nosotros lo tenemos todo el día en la mano.

Cuándo se tienen que encender las alarmas

Hay varias señales que podrían indicar que hay algún problema en el desarrollo del lenguaje del niño. Lo primero que deja claro la neuropsicóloga de la Guttmann es que una intervención temprana es clave para mejorar el pronóstico; por lo tanto, mejor tener que decirles a unos padres que no se preocupen, que todo está bien, en lugar de que dejen pasar el tiempo ante algún signo de alarma.

Las señales que indican que podría haber algún problema son:

  • No sonreír y no buscar la voz del adulto entre los siete y ocho meses.
  • No balbucear cuando alcanza la edad de un año.
  • No señalar con el dedo o no hacer ningún gesto comunicativo entre los 12 y 18 meses.
  • Que con tres años no se entienda el 50% de lo que dice, no haga frases con tres palabras o no entienda preguntas sencillas como "¿Qué haces?", "¿Dónde vas?" o "¿Dónde están tus padres?"
  • Pronunciar menos de 50 palabras con 30 meses.

Qué pasa entre los 0 y los 3 años

¿Cómo se va desarrollando el lenguaje antes de llegar a los tres años? Ya desde el vientre de la embarazada los bebés distinguen los sonidos de las palabras. Cuando nacen perciben qué voz es la de su madre y las del núcleo familiar. Pero no es hasta los seis o siete meses que empiezan a reconocer las palabras, y dos meses más tarde, a comprenderlas. De hecho, las primeras que acostumbran a entender son similares a agua, teta, biberón, pañal, caca, pipí o las partes del cuerpo. La explicación es lógica, dice Solís, puesto que las interacciones comunicativas más directas entre los padres y el niño se producen sobre todo a la hora de comer, del baño o cuando se cambian los pañales.

Lo primero que se desarrolla en un niño, por lo tanto, es el lenguaje comprensivo; el expresivo –que son sonidos vocálicos y después silábicos– empieza a ser habitual entre los 8 y 9 meses, para después decir las primeras palabras. Con dos años ya entienden unas 500 palabras. "Primero se quedan con las palabras, después incorporan verbos y a continuación todo el resto. Lo que tardan más en incorporar son las formas verbales", explica la neuropsicóloga.

En los últimos años ha habido, no obstante, un elemento que está atrasando todo este proceso de desarrollo del lenguaje: el uso de las pantallas. Varios estudios, según Solís, apuntan que hay un retroceso en los niños a los cuales les han introducido las pantallas desde muy pequeños. El motivo es que pierden oportunidades comunicativas frente a frente con sus padres o familiares. "Cuanto más juegan los niños, más oportunidades de usar el lenguaje tendrán", concluye la experta.

Oportunidades comunicativas

Hay varias maneras de buscar una comunicación entre los adultos y el niño.

· Jugar con ellos.

· Cuando estamos pendientes de ellos, evitar elementos que interfieran en este momento, como el móvil o hablar con otras personas.

· Si vemos que algo le gusta, repitámoselo, porque la repetición es clave en su aprendizaje.

· Cantar canciones.

· Imitar gestos, ya que refuerzan el aprendizaje.

· Cuando empiezan a decir las primeras palabras, darles el modelo bueno: si por ejemplo dicen baba, responderles "¿Quieres decir agua?"

· Mantener rutinas: la hora del cuento, la bañera, comer...

· Mirarles a la cara.

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