UE

Todo lo que la extrema derecha pone en riesgo en Europa

La ultraderecha amenaza el apoyo del blog en Ucrania, la agenda verde o los derechos de las mujeres, los derechos LGTBI o los de las minorías

BruselasLa extrema derecha avanza a pasos de gigante en toda Europa y las encuestas le auguran sus mejores resultados en unas elecciones del Parlamento Europeo. Esto ha facilitado que se la empiece a tratar como un interlocutor válido, porque hasta ahora se la había mantenido aislada, y la propia presidenta de la Comisión Europea y candidata del Partido Popular Europeo (PPE), Ursula von der Leyen, ha abierto la puerta por primera vez a romper el cordón sanitario ya pactar con el partido de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni (Hermanos de Italia).

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Según que queden los resultados de este domingo, la extrema derecha puede tener la clave de la gobernabilidad de la Unión Europea y, por tanto, poner en riesgo algunos de los grandes compromisos de la Unión Europea, como pueden ser las ayudas a Ucrania o la agenda verde, o incluso sus valores fundamentales, como los relativos a la democracia y al estado de derecho. También peligran, por ejemplo, las medidas sobre igualdad de género y protección de los derechos LGTBI o de las minorías étnicas.

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De hecho, la extrema derecha ya ha conseguido influir en algunas de las principales normativas que ha sacado adelante la Unión Europea durante la última legislatura, sobre todo en lo que se refiere en la reforma migratoria. Y, si se confirma en las urnas lo que apuntan las proyecciones electorales, tendrá aún más poder para presionar durante los próximos años.

El apoyo a Ucrania

Aparte de Hungría, todos los estados miembros de la Unión Europea y grupos europarlamentarios no dudaron en ningún momento en condenar la invasión del régimen de Vladimir Putin contra Ucrania y en apoyar a Kiiv. De hecho, la agresión rusa ha unido a los Veintisiete como hacía tiempo que no se veía y ha hecho subir el apoyo entre la población al proyecto del club europeo.

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Ahora bien, aunque de forma más o menos disimulada, existe un buen puñado de partidos y eurodiputados ultraderechistas afines al Kremlin que, al menos, no comparten el posicionamiento común de la Unión Europea respecto a la guerra de Ucrania. Sin ir más lejos, el jefe de listas de la AfD, Maximilian Krah, está investigado por haber trabajado para medios de propaganda rusos mientras era europarlamentario, así como por espiar para China.

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Sin embargo, más allá de este caso hay muchas formaciones de extrema derecha que hasta justo antes del inicio del conflicto se mostraban abiertamente afines a Putin. Entre ellos, por ejemplo, destaca la francesa Marine Le Pen (Reagrupamiento Nacional), el italiano Matteo Salvini (Liga Norte), Vox o, en menor medida, la formación de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.

Hasta ahora no se han visto con corazón levantar demasiado la voz. El consenso en Europa en contra de la agresión rusa ya favor de Ucrania es demasiado fuerte para contradecirlo. Sin embargo, la propia Comisión Europea ha expresado en más de una ocasión que teme que, si incrementan el número de eurodiputados, se vean con la fuerza necesaria para poner en duda el compromiso de la Unión Europea con el gobierno de Volodímir Zelenski, sobre todo si la guerra se alarga en el tiempo y se complica, y si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca.

La agenda verde

Una de las principales medidas de la anterior legislatura y el anterior ejecutivo comunitario fue la agenda verde. Von der Leyen, que se vio obligada a pactar con los socialdemócratas y los verdes, sacó adelante un ambicioso plan ecologista e hizo bandera hasta que su propio partido –y una parte de los liberales– le frenó los pies, frente a la presión de la extrema derecha. De hecho, uno de los grandes opositores a las medidas sobre medio ambiente impulsadas por Bruselas ha sido el propio presidente del Partido Popular Europeo (PPE), el también alemán Manfred Weber.

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Así pues, paradójicamente, Von der Leyen ha hecho campaña sin mencionar lo que fue hasta hace poco más de un año una de sus principales medidas. Su partido le ha criticado de forma contundente y constante, y la extrema derecha ha hecho, junto con la inmigración, uno de sus principales caballos de batalla. También la criticó el presidente francés, Emmanuel Macron, pese a ser un gran defensor y haber apuntalado a Von der Leyen al frente de la Comisión Europea, o al primer ministro belga, el también liberal Alexander De Croo.

En este sentido, la reforma de la política agrícola común (PAC) que la Comisión Europea propuso a petición de los estados miembros y tras la ola de protestas del campesinado incluye diferentes flexibilizaciones de regulaciones ecologistas. Pese a que en Cataluña las manifestaciones sobre todo se centraban en pedir precios más justos y menos papeleo para recibir las subvenciones comunitarias, en gran parte de la UE también se instaba a Bruselas a rebajar sus requisitos medioambientales, una reivindicación que la extrema derecha se hizo suya.

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De esta forma, socialdemócratas y Verdes se han quedado solos reivindicando el legado del ejecutivo de Von der Leyen en cuanto al plan verde y aseguran que, a cambio de sus apoyos, pedirán a la próxima Comisión Europea que continúe agenda ecologista de la UE.

Derechos sociales

Aunque la familia conservadora es la que tiene más peso dentro de la Unión Europea, el blog siempre ha sido más o menos favorable a sacar adelante medidas que buscan incrementar la igualdad de género y aumentar la protección de los derechos civiles de las comunidades que habitualmente sufren mayor discriminación, como puede ser la LGTBI o algunas minorías étnicas. Sin embargo, la extrema derecha también amenaza con romper este gran consenso.

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De hecho, la propia Von der Leyen dijo que se abría a pactar con Meloni, aunque hay cuestiones en las que no coinciden. Y, claro, la conservadora alemana no puso de ejemplo la política migratoria, en la que sí existen muchas similitudes, sino algunas leyes relativas "a los derechos de la comunidad LGBTI". La oposición también coincide en alertar, por ejemplo, de las políticas del gobierno de Giorgia Meloni contra los medios de comunicación y advierten de que ponen en riesgo la defensa de los valores democráticos, que son uno de los pilares fundamentales de la Unión Europea.

Ahora bien, si un colectivo tiene obsesionada a la extrema derecha son los inmigrantes. Más allá de complicarles la llegada y regularización burocrática de su situación en la Unión Europea, también presiona para que las normativas europeas compliquen la reunificación familiar o, entre otras, el apoyo en materia de inserción social y laboral.

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Una UE menos unida

Antes del Brexit, uno de los mensajes principales de los distintos partidos de extrema derecha en el Parlamento Europeo estaba a favor de sacar su estado miembro de la Unión Europea. Ahora, más de cuatro años después de la culminación de la salida del Reino Unido del club europeo, no hay ningún gran partido ultraderechista que haga bandera y, en todo caso, se limitan a criticar el funcionamiento del bloque y de las políticas impulsadas por Bruselas. Es decir, a estas alturas no amenazan con desmembrar a la Unión Europea. Aunque las proyecciones electorales prevén una gran victoria de Le Pen y Meloni, ya no se oye hablar de Frexito ni deItalexit. Los resultados del Brexit les ha hecho perder sus ganas.

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Ahora bien, sí que se mantienen totalmente en contra de ceder más competencias a la Unión Europea y siguen apostando por el proyecto europeo más como una unión de estados necesaria en algunos campos que como un proyecto federal. Por tanto, la extrema derecha aún complica más lo que ya de por sí genera muchas reticencias entre los actuales socios estatales: mayor integración dentro de la Unión Europea.

Más influencia en la UE

Sean cuales sean los resultados finales, la extrema derecha incrementará aún más su influencia en la Eurocámara y en el global de la Unión Europea. De hecho, ya ha jugado un papel relevante, y mucho, en la reforma migratoria que aprobó el blog a finales de la pasada legislatura. La normativa, cuyas negociaciones se han alargado durante años, prevé endurecer aún más las condiciones para entrar a inmigrantes y refugiados, e incrementar los controles en la frontera.

La nueva legislación también anima a la Comisión Europea a llegar a acuerdos con terceros países, como los que ya ha firmado con Túnez o Líbano, para que detengan las rutas migratorias hacia la Unión Europea, aunque lo logren vulnerando los derechos humanos. Ésta, de hecho, era una de las demandas del gobierno de Meloni y de otros ejecutivos conservadores de los Veintisiete.

La influencia de la extrema derecha, sin embargo, puede aumentar sustancialmente si consigue tener la clave de la gobernabilidad de la Unión Europea y, por ejemplo, Von der Leyen la acaba necesitando para seguir presidiendo la Comisión Europea.