Tecnología

Frente común de las escuelas y familias para retrasar el primer móvil hasta los 16 años

Cientos de escuelas y AFAs están impulsando una campaña para romper la presión social de tener el primer 'smartphone' con el cambio de primaria a secundaria

Un niño de 12 años, que cumple 1º ESO con un móvil, en una imagen de archivo
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BarcelonaDiana Aldea tiene dos hijas de 14 y 11 años. La mayor tuvo el primer móvil con 12 años, cuando dio el salto de primaria a la ESO, por la "presión social". "Como todos sus amigos tenían, ella también quería uno", admite la madre. Acordaron una especie de contrato verbal que, a grandes rasgos, consistía en que la única red social que podía tener era WhatsApp, que los padres podían revisar cuando consideraran los grupos de los que formaba parte y que sólo podía contactar con gente que conocía. "Aunque no puede acceder a aplicaciones como YouTube, el control parental que hemos seguido no ha sido exhaustivo", reconoce Aldea. El exceso de horas que ha pasado este verano con el móvil, en parte fruto del aburrimiento, y sobre todo la iniciativa que están llevando a cabo en la escuela donde estudian las dos adolescentes, la Gem de Mataró, está haciendo replantear a la madre si va a seguir los mismos pasos con la hija pequeña. "Ella está esperando que llegue el mes de abril, que es su cumpleaños, para tener el móvil".

El centro educativo ha impulsado este curso la campaña Desmóbilízate, basada en la iniciativa que puso en marcha el curso pasado la Escuela Sadako de Barcelona junto con las familias de los alumnos y que bautizaron con el nombre de Desconéctate . La iniciativa tiene cuatro ejes que, para sacarlos adelante, es necesario el binomio escuela-familia. El principal es conseguir retrasar la llegada del primer móvil inteligente hasta los 16 años, pero también prohibir la utilitzación del móvil dentro del recinto escolar, no facilitar el acceso a los hijos a ninguna red social antes de las edades recomendadas por la Unión Europea (según la red, oscila entre 13 y 16 años) y realizar un uso racional de la tecnología en el ámbito familiar. "A los 16 años la independencia y madurez del adolescente nada tiene que ver con la de los 10 o 11, que es a la edad que empiezan ahora a tener móvil. Además, a los 16 coincide con la edad que la Unión Europea recomienda acceder a las redes sociales", explica el director de Sadako Jordi Musons.

Hace unos cuatro o cinco años, explica el director, detectaron un descontrol a la hora de utilizar el móvil y realizaron un documento para un buen uso de la tecnología en el ámbito familiar. Es un tipo de contrato entre los hijos y los progenitores que es editable para adaptarlo a las necesidades de cada familia y en el que se recogen compromisos tanto del adolescente como de los padres. Al primero se le pide, por ejemplo, apagar el móvil de las nueve de la noche a las ocho de la mañana o guardarlo durante el horario escolar; a los segundos, comportarse online de la misma forma como se pide al hijo y no colgar ninguna imagen en las redes que no quiera el adolescente.

El curso pasado, la Asociación de Familias de Alumnos (AFA) y la escuela decidieron dar un paso más con el programa Desconnect@'t, que también incluye la posibilidad a los padres y docentes de incorporarse a un grupo de WhatsApp donde se publican noticias, recomendaciones y estudios científicos sobre el uso de la tecnología en niños y jóvenes y, de rebote, se diluye la famosa "presión social" por tener el primer aparato. Esta unión entre la escuela y las familias ya ha empezado a dar frutos y por primera vez este curso sólo cuatro estudiantes tienen móvil en primero de ESO y los cuatro son nuevos alumnos. "Hemos empezado a dar la vuelta a la situación", explica Musons.

Aunque el móvil no se podía utilizar en la clase antes de poner en marcha el programa, muchos alumnos lo llevaban en la mochila o en el bolsillo. "Después de la pandemia empezaron a aumentar mucho las peticiones para ir al lavabo [era la excusa para mirar el móvil] o había alumnos que se escondían en un rincón a la hora del patio para mirarlo", explica el director. Ahora los dejan en unas cajas que se guardan en secretaría a la hora de entrar y lo recuperan cuando terminan la jornada escolar. Musons admite que la campaña puede parecer incoherente si se tiene en cuenta que en la mayoría de centros escolares utilizan el ordenador o tabletas (donde también se pueden utilizar aplicaciones), pero insiste en que el objetivo no es prohibir sino "hacer un uso racional de la tecnología".

Los cambios

La iniciativa de Sadako tiene ya casi 300 adhesiones y son muchas las escuelas e instituciones, como la Fundación Bofill, que la están difundiendo. La Gem de Mataró ha empezado a desarrollar este curso. De momento, ya se ha realizado una presentación de la campaña a los padres y también se explica a los alumnos. "Queremos sobre todo que las familias sepan que no están solas en la gestión del uso del móvil. Queremos proporcionarles recursos y combatir las dificultades abriendo un espacio con las preguntas más frecuentes", explica la directora, Montse Paradeda: "Nuestra intención es conseguir que las familias de los alumnos que ahora hacen sexto de primaria, cuando pasen a primero de ESO, no tengan esa presión social de darles el primero smarthphone. En caso de necesidad, pueden tener un móvil que sirva sólo para realizar llamadas".

En los dos últimos cursos, el centro ha trabajado en un plan estratégico sobre el uso de las tecnologías y el curso pasado prohibió el uso de los móviles en la escuela, aunque había alumnos que lo llevaban en la mochila, si el alumno lo utilizaba, se le requisaba y eran las familias quienes tenían que ir a recuperarlo. Este curso, directamente se ha optado para que no se pueda llevar tampoco a la mochila y si alguien lo necesita para comunicarse con la familia cuando sale de la jornada escolar se le ofrece la posibilidad de guardarlo al principio de las clases y después recuperarlo. "El objetivo es conseguir cambiar las rutinas del uso del móvil, que los alumnos sean conscientes de que hay momentos del día que no es necesario", apunta la directora. El centro también ha retirado la tableta que se introducía en infantil para empezar a trabajar la competencia digital y la ha sustituido por un refuerzo de "conciencia fonológica". Asimismo, se está trabajando para no publicar la cara de los alumnos, tanto pequeños como mayores, en las redes sociales para rebajar su exposición pública y preservar la huella digital.

"Está más que comprobado con varios estudios que el nivel de atención de una persona aumenta cuanto más lejos tiene el móvil. Y, cuanto más atención, más incrementa el aprendizaje", explica la maestra, pedagoga y formadora Anna Ramis, autora del libro De 0 a 3, ¿nada de pantallas?, que aplaude ese movimiento impulsado por escuelas y familias. Ahora bien, también alerta de que en este cambio debería incluirse los smartwatches, los relojes inteligentes que cada vez traen más adolescentes. Para Ramis, que el primer móvil llegue a los 16 años no es la clave, sino lo que dejas hacer al adolescente con este móvil. "Cuanto más tarde mejor, eso está claro, pero lo que cabe preguntarse es si el primer dispositivo debe tener por ejemplo datos infinitos y todo tipo de conectividad", reflexiona.

Sin normativa

¿Son las escuelas y familias las que deben impulsar este cambio por iniciativa propia, o sería necesaria una normativa del departamento de Educación? "Hay que hacer en ambos sentidos, tanto de arriba hacia abajo como de abajo hacia arriba, para que no se pisen las iniciativas que van saliendo de las escuelas y familias, pero al mismo tiempo no se excluya de estos movimientos centros que tienen otros frentes abiertos, como los de alta complejidad", apunta Ramis. Por el momento, el departamento de Educació ya ha dejado claro en varias ocasiones que no prohibirá el uso del móvil en los institutos. "No soy partidaria de prohibir y menos cuando hablas con adolescentes, porque las prohibiciones en adolescentes no suelen funcionar demasiado", insistió la semana pasada la consellera de Educació, Anna Simó. El departamento ha optado por realizar una encuesta para saber cuál es la regulación de cada centro respecto al móvil (hasta un 60% de los centros lo tienen regulado) y ha encargado al presidente del Consejo Escolar de Cataluña hacer un debate territorial con toda la comunidad educativa. "Es un debate que debemos tener con las familias y los claustros y queremos que las familias sean conscientes de la implicación que tiene dar un móvil a los hijos y que debe haber un límite".

Para Lidon Gasull, directora de Affac (Asociaciones Federadas de Familias de Alumnos de Cataluña), prohibir el uso del móvil en los institutos es peligroso porque asegura que el adolescente asociará el uso de este aparato con el ocio: "Hay que regular su uso en el instituto, debe enseñarse a utilizarlo y no vincularlo con el ocio, porque aquí es donde empiezan todos los problemas". Gasull tampoco ve claro que la decisión la tome cada instituto: "No podemos dejar que cada centro haga lo que quiera, debe establecerse un grupo de expertos con profesorado y familias para ver cuál sería la mejor de las regulaciones, porque así la puedan seguir todos los centros".

Y, en medio del debate, falta medio año para el cumpleaños de la hija pequeña de Diana Aldea. De momento, su madre ya le ha planteado la idea de posponer la llegada del primer móvil siguiendo la iniciativa de la escuela. "La idea no le ha gustado, no nos engañaremos", admite. Y añade que, por ahora, no sabe qué decisión tomará.

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