¿Qué futuro tiene el Barça?

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Espai Barça

El presente del Barça es tumultuoso e inestable. La buena noticia de la renovación de Alexia Putellas y de la trayectoria del equipo femenino tiene un contrapunto reiterativo e implacable en los resultados del equipo masculino y en la gestión de la directiva. La distancia del socio respecto al club no ha hecho más que ensancharse, con un Montjuïc ocupado por turistas como triste emblema de ese distanciamiento. El folleto Xavi-Laporta es un síntoma más de desconcierto. ¿Seguirá en el banquillo? Los números no salen y están afectando cada vez más a la vertiente deportiva. La continuidad de Alexia no deja de ser una excepción.

La información que aportamos hoy es la de una deuda financiera que puede ahogar la gestión –y, por tanto, también la potencia deportiva– del club al menos en los próximos diez años, y seguramente más allá. El Barça tendrá que hacer frente a 1.400 millones de euros antes del 2032, unos préstamos que ponen en entredicho el horizonte inmediato, y quizás el mismo modelo de club, con la alargada sombra de una sociedad anónima deportiva (SAD), una fórmula que genera discusión y dudas. En todo caso, volviendo a los números: si vamos más al corto plazo, antes del 30 de junio del 2028 (en cuatro años) habrá que hacer frente a 613,5 millones de la financiación del Espai Barça. Dada la cantidad, la única opción viable es la refinanciación con los bancos, que haciendo un símil futbolístico significa chutar el balón adelante, es decir, renunciar al buen juego a corto plazo. De hecho, las pérdidas ordinarias serán de entre 50 y 100 millones al cierre de este ejercicio, lo que obliga a pedir un nuevo crédito de 100 millones. El panorama, pues, está lejos de despejarse. La pelota financiera se va haciendo grande.

La cuestión es que sin el círculo virtuoso de buenos resultados deportivos todo será más difícil. Y el éxito en el campo de juego en buena parte depende de la capacidad de atraer y retener talento. Para salir del ahogo económico, en cambio, no hay más remedio que vender activos deportivos relevantes. El Barça lleva tiempo en la buena dinámica. La errática política deportiva de los últimos tiempos, deudora de una caja que siempre está vacía, está pasando factura. ¿Fue el título de Liga del año pasado un espejismo? Este año se ha luchado por la segunda posición contra un Girona que, desde la modestia presupuestaria y la excelencia deportiva, ha puesto a todo un Barça contra las cuerdas. Y en cuanto a la Champions, hace tiempo que aparece como un objetivo inalcanzable. El Barça ya no está entre los candidatos, entre los mayores.

Cuanto más tiempo se tarde en salir de esa debilidad deportiva y financiera, que son dos caras de una misma moneda, más se debilitarán el club y la marca –con la consiguiente reducción de ingresos de los patrocinadores–. Habrá que ver si el nuevo estadio, que se está pagando gracias a una veintena de fondos de inversión, es el anunciado revulsivo. El papel lo aguanta todo, pero un plausible retraso en las obras no va a favor de obtener mejores condiciones para la refinanciación de la deuda ni, por supuesto, para crear un ambiente de optimismo entre los socios o el equipo. El futuro del Barça no está claro.

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