Joaquim Dorca: "El futuro no será ni digital ni tecnológico: todo es una gran mentira"

Socio director de Devir Iberia, empresa dedicada a la edición y distribución de juegos de mesa

Marc Amat
y Marc Amat

La historia de Devir comienza en Brasil.

Exacto. Todo nació en 1985, cuando un grupo de chicos que habían estudiado ingeniería de sistemas decidieron dejar sus trabajos para dedicarse a lo que más les gustaba: el cómic y los juegos de rol. Aunque en un principio decidieron centrarse tan sólo en la distribución de cómic americano en Brasil, enseguida empezaron a diversificarse. Por un lado, incorporaron al catálogo juegos de cartas coleccionables tan populares como Magic o Pokémon; por otro, se atrevieron en la edición de juegos de mesa de autor. Inmersos en ese proceso de expansión, decidieron internacionalizarse. En el 2000 me llamaron preguntándome si quería aliarme con ellos para salir adelante a Devir Iberia, la filial española que pretendían abrir, y les dije que sí. Yo ya trabajaba en el sector y sabía que los productos de Devir funcionarían bien en el mercado español. Ahora estamos presentes en siete países y facturamos 40 millones de euros, diez de los cuales proceden de la filial ibérica.

Durante estos años han crecido. En 2008, la facturación de Devir Iberia se situaba cerca de los 5 millones de euros. ¿No han notado la crisis?

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Por supuesto que sí. La crisis nos obligó a redimensionarnos. En 2008 tuvimos que despedir a la mitad de la plantilla y cerrar la sección editorial de cómic, que no era suficientemente rentable. Desde entonces nos centramos más en el juego de mesa. Francamente, sobrevivir en los dos primeros años de la crisis fue muy duro. Pero sufrimos sobre todo en términos de rentabilidad mientras que, en términos de facturación, crecimos entre un 13% y un 15% cada año.

¿Este aumento de las ventas es el reflejo de un boom del juego de mesa en tiempos de crisis?

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Efectivamente. Con el estallido de la crisis, el consumidor redujo el gasto en opciones de ocio fuera de casa y apostó fuerte por un formato de ocio más económico: el del juego. Al mismo tiempo, se produjo la culminación de un cambio cultural muy fuerte que ya llevaba tiempo gestándose: todo aquello que en los años 80 había formado parte del mundo friki, poco a poco se había ido transformando en un elemento central de la cultura de masas. Así, nuestros productos pasaron de tener un cliente que pertenecía a un nicho a tener uno transversal. Ahora, en España, vendemos 120.000 juegos cada año.

Son la empresa que edita más juegos de mesa en catalán. ¿Les sale rentable?

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Claro, si no mis socios no me lo habrían dejado hacer. Apostamos en 2009 y, desde entonces, 30 de los 250 títulos que tenemos en el catálogo ya incluyen el catalán. Es más: vendemos más juegos en catalán en el Principado que juegos en portugués en Portugal. Creemos que es un mercado muy potente, por lo que es de justicia luchar. Pero, paradójicamente, el apoyo de las instituciones públicas ha sido mínimo: en 40 años de democracia no se ha puesto en marcha ni una sola campaña pública para fomentar el juego en catalán.

Comercializan un producto eminentemente analógico y apuestan fuerte por la venta en puntos físicos. ¿Van contra corriente?

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El futuro no será ni digital ni tecnológico: todo es una gran mentira inculcada a través de la publicidad. En estos sectores es prácticamente imposible realizar inversiones rentables. Solo ganan dinero las empresas que trafican con bases de datos. La buena inversión sigue siendo en los productos analógicos.