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La nada glamurosa cuna del Chanel número 5

Grasse tiene una doble cara: la turística, decadente, y la profesional, donde las grandes marcas del sector del perfume tienen sus talleres

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GrasseCon casi toda probabilidad alguno de los perfumes que has tenido en casa o el que estás usando estos días ha sido elaborado con esencias o flores cultivadas en la considerada capital mundial del perfume contemporáneo. Se trata de la localidad francesa de Grasse, con algo más de 50.000 habitantes. Pese a estar a menos de 20 kilómetros de Cannes en coche, su glamour (al menos el visible) queda lejos de los barcos, las tiendas Gucci o Chanel o de los Ferraris y Porsches que engalanan las ciudades de la Costa Azul.

Para tomar una fotografía rápida, el casco antiguo de Grasse recuerda un poco al de Girona, de calles estrechas y empedradas, pero en un estado decadente, lejos de sus años gloriosos. Eso sí: para recorrerlo debes estar en forma porque al tratarse de una población montañosa, situada entre los pies de los Alpes y el mediterráneo, las subidas y bajas son mucho más acentuadas. De hecho, la similitud entre la ciudad occitana y la capital gerundense es tal que el rodaje de la película El perfume (2005), basada en el bestsellerdel alemán Patrick Süskind, parte del cual pasa a Grasse, se hizo en Girona, convirtiendo su Barrio Viejo en el de la localidad francesa, pero ambientada en el siglo XVIII.

En la cara visible de Grasse, la turística y por la que pasan más de dos millones de personas al año, no hay tiendas de perfumes de Dior, ni Chanel o Yves Saint Laurent. Lo que existe es una especie de oligopolio formado por tres grandes perfumerías desconocidas por el gran público y que tienen cierto aire de aquellas cadenas de perfumes de imitación que han irrumpido en el mercado en los últimos años. La más importante es Fragonard, que también tiene tiendas de ropa, tanto de adultos como de pequeños, e incluso su propio museo del perfume, seguida de Galimard y Molinard. En las tres tienes la opción de conocer cómo se hace el producto y de crear uno propio. "Trabajan sus marcas, dirigidas puramente al turismo de la localidad porque sus productos no los encontrarás en tiendas de perfume especializadas", explican fuentes del sector. A este oligopolio turístico hay que sumar el Museo Internacional del Perfume, ubicado en el centro histórico, que abrió sus puertas en 1989 y que se remodeló a finales de la década de 2000. El museo repasa los 4.000 años de historia de este producto y se pueden ver las primeras botellas de perfume. Entre los expertos existe unanimidad que es uno de los más importantes del mundo.

La cara oculta y poderosa de Grasse

Ahora bien, la cara que no muestra la ciudad es la que realmente deja claro que es la capital mundial de la perfumería moderna, donde se creó el mítico Chanel número 5 y de donde la propia casa Chanel, Dior o Yves Saint Laurent compran materias primas para realizar sus productos estrella. "La población sería como el puerto de Barcelona: puedes encontrar embarcaciones profesionales y, al mismo tiempo, dar una vuelta con las famosas Golondrinas", dicen distintas voces del sector.

Pero para entender cómo Grasse ha llegado a este punto hay que dar un salto al pasado. Entre los siglos XI y el XVIII el motor económico de la ciudad francesa era la curtiduría de pieles. Como era un producto que olía muy mal, el sector empezó a impregnarlo con aceites aromatizados para clientes como reyes o la nobleza europea, hasta el punto de que en el siglo XII el rey Felipe II de Francia reconoció como profesión la de maestro guantero perfumista. "Hay una leyenda que dice que pasaban las pieles por lo que se conoce como fontainas parfumées, unas fuentes de agua perfumada", detallan los expertos. De hecho, algunas de estas fuentes están actualmente en uno de los palacetes que ha comprado en la ciudad en los últimos años Louis Vuitton, que comparte con Dior, y que utilizan como a taller de perfumería

Con la Revolución Francesa, como casi todo en el país, se hundió la economía de la ciudad, pero no el gusto por la perfumería.El aumento de los impuestos hirió de muerte a la industria de la piel en beneficio de la de la perfumería, que empezó a desarrollarse técnicamente y generó que las grandes empresas del sector empezaran a comprar en la ciudad francesa las materias primas.Que Grasse se especializara precisamente en la esencia del producto no fue casual, ya que lo que quería era evitar competir con París, donde se concentraban, y todavía lo hacen, la mayoría de los grandes perfumistas.

Se calcula que en la ciudad de la Costa Azul hay unas 450 plantas y flores diferentes gracias a su microclima.De hecho, la ciudad, rodeada de campos, va cambiando de colores en función de la flor que se imponga, sobre todo en primavera y verano. En mayo predomina el color rosa de la rosa de mayo, mientras que en junio y julio manda el lila de la lavanda, que se recoge en esta estación. Como ocurre con la uva y el sector del cava, cada flor se recoge en una época determinada e incluso en una hora concreta para exprimir su mejor calidad. "Los jazmines se agarran siempre de madrugada", explican fuentes del sector. Aunque prácticamente todas las grandes marcas recurren a las materias primas de Grasse para hacer sus perfumes, sólo una tiene terrenos de flores en el municipio: se trata de Chanel y son de rosas y jazmines (flor con el que se hace el mítico número 5 ). Quizás por esta exclusividad se explica que en los terrenos en cuestión se especifique con un cartel: "Estos campos pertenecen a Chanel".

A finales del siglo XX el sector sufrió un pinchazo en la ciudad, pero hacia inicios del 2000 resurgió y ahora está en uno de sus mejores momentos. "Con las últimas crisis empezó a haber una vuelta a la naturaleza, a los ingredientes de origen natural y eso hizo que las grandes compañías de perfumes volvieran a realizar inversiones en Grasse comprando viejos palacetes que hay repartidos por la ciudad" , concretan los expertos.

En este período se han recuperado diferentes variedades de flores. "También existe una escuela para aprender la profesión, el Grasse Institute of Perfumery", explica Olivier Cresp, miembro de la Academia del Perfume de Madrid, en una entrevista realizada por la propia institución.

La exclusividad del perfumista

El modelo de funcionamiento del sector es algo particular respecto a otros. A diferencia, por ejemplo, de Dior, que tiene su propio perfumista, hay muchas marcas que no cuentan con esta figura y recurren a empresas del sector, que en este caso carecen de marcas propias, para pedir ideas para nuevos productos. "Son estas multinacionales las que han vuelto de una forma u otra en la última década a Grasse", concretan los expertos. Entre estas compañías se encuentra Givaudan; Firmenich, que tiene un centro de investigación en la ciudad; International Flavors & Fragrances Inc.; Symrise, que compró dos empresas del sector, o Mane, que está junto a la localidad francesa.

Encontrar un perfumista experimentado no es fácil. "Hay menos que astronautas", apuntan distintas voces del sector. En todo el mundo sólo existen entre 30 y 40 de los que se conocen como grandes perfumistas, que son los que tienen un mínimo de 20 años de experiencia en el sector; algunos de ellos trabajan en Grasse y una mayoría en París.

Turísticamente la ciudad se dirige básicamente al visitante de su país, así como al inglés, el alemán y el italiano, y tiene similitudes con Cataluña: "Tienen su mismo microclima, suave, soleado y húmedo por la proximidad con el mediterráneo", explican los expertos. De hecho –añaden–, aunque el reconocimiento y el primer puesto del podio se lo lleva siempre Francia, no debe olvidarse que España es el segundo exportador de perfumes a escala mundial.

Y Grasse aún tiene otro elemento en común con el país vecino: la siesta. En diferentes puntos turísticos encuentras lo que llaman "medidiadas perfumadas", que son hamacas de diferentes colores que te permiten tomar un descanso mientras la nariz sigue disfrutando de su cóctel de olores interminable.

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