'Guaporexia', el trastorno imaginario de Santi Balmes

'Guaporexia'.
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Hace dos semanas, en una entrevista en el programa La Mañana de Ràdio Estel, el cantante de Love of Lesbian, Santi Balmes, expresaba el conflicto que le provocaba la portada de su último disco. Ejército de salvación está ilustrado con una imagen del grupo disfrazados con colorines y de un modo algo estrafalario, contradiciendo cualquier capacidad bélica asociada al título. Todos los integrantes de la banda llevan el rostro tapado con mascarillas exóticas excepto Balmes, a quien se identifica como líder. En la conversación, el cantante admite su insatisfacción con el resultado gráfico: "Estoy bastante hundido porque es el mejor disco, pero es una portada que a mí no me dice demasiado". Pero confiesa que la verdadera razón del conflicto es con su propia imagen, con su físico, y que esto le ocurre siempre con las fotografías. "Si yo pudiera, sería Banksy", dice aludiendo al célebre artista anónimo. Balmes lo explica inventándose un nuevo concepto: "Tengo guaporexia. Siempre pienso que soy mucho más guapo y más joven de cómo me veo en las fotografías. Y la foto me dice "No, chaval, no..."".

La confesión es divertidísima porque quien más quien menos convive con esta eterna decepción de verse en las fotografías. Más allá de contadas excepciones de algunos Adonis y Afroditas que siempre se encuentran atractivos y se afanan por hacerse selfies donde van, hay muchas personas que lo evitan. Más que un ejército de salvación existe todo un ejército de frustración que no soporta salir a las fotos. Si no tiene más remedio, procura que no se le vea demasiado. Luego, llega el momento de flagelarse: "¡Buf! ¡Qué viejo que estoy!", "Madre mía, qué fea que soy", "Qué terrible como me he engordado...". Me contaba una fotógrafa que es un sentimiento muy habitual, especialmente en mujeres. Se sienten mucho más inseguras a la hora de colocarse frente a una cámara. En el caso de Santi Balmes existe un síntoma que le hace diferente: la buena dosis de autoestima de este trastorno imaginario que él llama guaporexia y que le ayuda a sentirse más guapo y joven de lo que sentencian las fotos. En las mujeres, la guaporexia es menos habitual porque, socialmente, la carga de vigilancia sobre el propio cuerpo es mucho mayor y el juicio es estructural y constante.

Hace años, ante los aspavientos de una señora por tener que salir en una foto y lamentar que después no se gustaría, el hombre que hacía el retrato la advirtió: "Piensa que, en el futuro, nunca más estarás tan bien como ahora. ¡Ya te gustarás, ya!" Una gran verdad. Las fotografías son a menudo el reflejo de un autoodio sostenido. Decenas de fotos rasgadas o borradas maldiciendo el resultado. Pero el impacto llega cuando se recuperan álbumes antiguos o aparece una imagen desde hace años. Proyectos una mirada mucho más amable y generosa que nunca te habías regalado. Te reconcilias con ese aspecto y con ese cuerpo con una sensación de sorpresa añadida. Eres capaz de recordar con precisión quirúrgica la insatisfacción que sentías entonces: las mejillas demasiado así, las piernas demasiado así, los brazos esto, el culo de aquello. Y, de repente, esa foto te devuelve una imagen más bonita y sincera de lo que percibías en ese momento. Y tomas conciencia de la crueldad que ejercías sobre ti misma y la distorsión con la que educan nuestra mirada. Al final, lo que digan las fotos, rai. Lo importante es encomendarse un poco de ésta guaporexia que hace más saludable el día a día.

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