Una escena de 'El Forense', un programa de 3Cat.
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Si te gusta Crímenes, te encantará El Forense, el nuevo programa en la plataforma 3Cat que te garantiza la triple M: ​​muerte, morbo y misterio. Una docuserie de seis capítulos donde Manel Alías, el excorresponsal en Moscú de TV3, es ahora el hilo conductor de las historias del forense Narcís Bardalet. Sensacionalismo de primera calidad y, encima, justificado con argumentos bien arreglados para que tengas la convicción de que mirándolo estás contribuyendo al progreso emocional de la sociedad: “Yo tengo la teoría de que cuanto más atrevidos seamos a la hora de acercarnos -y hablar de la muerte, más atrevidos seremos a la hora de disfrutar de la vida. Éste es, de hecho, un espacio sobre la vida. Simplemente lo que hacemos es empezar a hablar de ello por el final, por la muerte” se justifica Alías. No hace falta que se sienta culpable. Cuando le hagan el primer plano de unas laceraciones en la tibia de una muerta sólo tiene que pensar que está disfrutando de la vida.

A través de algunos de los casos que Bardalet ha afrontado a lo largo de su carrera profesional, nos van enseñando recreaciones de cadáveres y las marcas que sirven para saber qué le pasó a esa persona. Nos detallan características de las heridas, procesos de descomposición de los cadáveres y descripciones de diferentes formas de morir. Desde las más comunes a las más insólitas. Todo ello se acompaña de los pensamientos y reflexiones del doctor Bardalet, a quien su trayectoria como forense y como pediatra le han dado una filosofía de vida que comparte con los espectadores. Bardalet cuenta las historias como aquellos abuelos que lo hacían antiguamente junto al fuego. Con la voz grave, con circunspección, con detalles, con pausas y, también, con un sadismo muy sibilino, consciente de que lo que está contando tiene el poder de impactar, perturbar o incomodar la sensibilidad de las personas que no están acostumbradas a tratar a diario con la muerte. Incluso hay un capítulo dedicado a la muerte ya los niños. Todo ello hace que el relato sea adictivo. En El forense te enganchas aunque no quieras. Sabe utilizar a la perfección las herramientas televisivas. Tienen a los dos mejores protagonistas. Un médico veterano lleno de historias y un periodista más joven que sabe cómo estirar el hilo para construir el hilo narrativo. Alías abusa un poco del uso del yo y se expone personalmente en las historias. El guión es audaz elaborando distintas capas narrativas y plasmando los saltos temporales de las historias. Construye con habilidad el caso importante y lo rellena con acierto de testimonios y reflexiones complementarias. Visualmente, existe un trabajo meticuloso. Las recreaciones del pasado, las escenas de un crimen o de una muerte, el trabajo en la mesa de autopsias, las caracterizaciones de los cadáveres son realistas y se articulan muy bien en torno al guión. El despacho de Bardalet se convierte prácticamente en un ámbito confesional donde el espectador puede meter la nariz. El Forense ha sabido desviarse del true crime más tradicional a partir de la excusa biográfica de Bardalet, pero acentúa esta obcecación algo macabra por los sucesos en la que TV3 empieza a excederse.

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