Literatura

Haruki y Yoko Murakami: medio siglo de amor discreto

Este viernes el escritor japonés recibirá el premio Princesa de Asturias de las letras

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Hanruki Murakami en los premios Princesa de Asturias

BarcelonaEn el campo de béisbol Jingu Stadium de Japón nació un escritor. La historia de Haruki Murakami (1949) está marcada por un conjunto de anomalías vitales que han forjado a un personaje extremadamente reservado en el ámbito personal y públicamente premiado por su contribución cultural. Conocido por ser el eterno aspirante al Nobel de literatura, se ha dedicado a dejar un legado bibliófilo y discográfico en la biblioteca que lleva su nombre y que ha sido financiada por la marca de ropa Uniqlo. Este viernes subirá a lo alto del escenario para recibir su próximo reconocimiento como premio Princesa de Asturias de las letras en la ciudad asturiana de Oviedo.

Si hay algo que se ha mantenido firme en la vida de Haruki Murakami y Yoko Murakami –la que ha sido su pareja durante más de 50 años– ha sido la voluntad de no tener descendencia, porque no confía en que “el mundo mejore". Aun así, Haruki Murakami dejará otra herencia: 10.000 vinilos de canciones de Billie Holiday, Sonny Rollins, John Coltrane y Miles Davis, entre otros, y 3.000 libros y manuscritos originales. Todas estas reliquias están bajo el resguardo de la biblioteca en la que el escritor y su compañera Yoko estudiaron, en la prestigiosa Universidad de Waseda, y ha sido financiada entre la empresa Uniqlo y el hombre más rico de Japón.

La pareja se conoció cuando ambos eran compañeros de la carrera de arte dramático a finales de los años 60. La idea de Murakami era aprender a escribir para dedicarse a redactar guiones de cine, pero pronto vio que "no soportaba el trabajo en equipo", tal y como explica Mark Mussari, biógrafo del escritor. A sus 22 años se casaron y su modesta economía les obligó a ir saltando de trabajos temporales poco calificados. Aunque no conseguían tener una gran estabilidad económica, decidieron abrir un club de jazz; un sueño hecho realidad, en parte, financiado por la familia de Yoko. Esta apuesta musical no fue bien recibida por los padres de Murakami, ya que se alejaba radicalmente del futuro que hubieran querido para su hijo: ser operador de Mitsubishi.

Pero un día todo esto cambió. Fue en 1978 cuando la pareja fue a ver un partido de béisbol en el Jingu Stadium y el estadounidense Dave Hilton logró hacer un doble. Fue justamente en el momento de bautizar aquel lanzamiento que Murakami se dio cuenta de que era capaz de escribir una novela. Animado por su mujer, primera lectora y asesora, se puso a escribir esa misma noche. Pocos meses más tarde ganaba su primer premio literario por esa primera entrega. Era un texto corto, para cuyo poco tiempo disponía, y con muchas pausas, señal de una escritura interrumpida. Pero de aquel pequeño trozo ya rezumaba un marcado estilo occidentalizado, un humor particular y una fuerte presencia emotiva.

Yoko y Haruki Murakami en la República Checa en 2006

El resto ha sido casi una historia de éxito. Murakami acumula prácticamente tantos libros como galardones por las obras de Kafka en la playa, La caza de la oveja, Tokio blues o la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, entre otros muchos. Desde entonces los estantes de su casa han ido sumando premios como el Noma, el Franz Kafka o el Premio Mundial de Fantasía y ha sido traducido a 42 idiomas. La lista de reconocimientos es larga, entre ellos el Premi Internacional Catalunya en 2011 y este viernes también recibirá al Princesa de Asturias de las letras. Pero, hasta ahora, la fuerza evocadora de los detalles de Murakami nunca ha sido merecedora del Nobel de literatura, a pesar de estar nominado al galardón consecutivamente desde 2010.

En este camino siempre le ha acompañado Yoko Takahashi –su apellido antes de estar casada–, que a menudo ha ejercido de referente y supervisora ​​de todas las producciones de su marido. "Seguimos siendo amigos, hablamos mucho y ella me ayuda mucho. Respeto su opinión, y alguna vez nos peleamos porque a veces es muy dura", declaró el novelista en una entrevista en The Guardian. A pesar del reconocimiento público que siempre ha tenido Murakami, su pareja siempre ha tenido un perfil discreto, a menudo limitándose a acompañar al autor. Sin embargo, a estas alturas aún no se sabe si asistirá junto a Murakami a la entrega de premios de Oviedo.

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