Homenotes y danzas

Los hermanos que desataron la epidemia de la uralita

Josep Maria y Manuel Roviralta abrieron la primera fábrica del Estado para producir este material

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Josep Maria Roviralta Alemán 1880-1960

Como es sabido, conseguir que una marca se convierta en el genérico de una categoría de productos es algo excepcional. Supone, por un lado, un éxito total para el fabricante y, por otro, la constatación de que ese producto ha pasado a formar parte de forma inseparable de la cultura popular de una época. Son los casos del pan bimbo, los clínex y el celo, pero también del producto que fabricaban nuestro protagonista y su hermano. La palabra uralita se ha utilizado durante décadas para referirse a los paneles ondulados de fibrocemento que se han empleado para infinidad de usos y que producía la firma Uralita, de Cerdanyola del Vallès. Pero en el momento en que este material de propiedades maravillosas se puso de moda nadie podía imaginar que las cosas acabarían de una forma bastante más desagradable, pero esto lo veremos más adelante.

A finales del siglo XIX, Josep Maria Roviralta empezó los estudios de ingeniería industrial, al tiempo que iniciaba un vínculo estrecho con los círculos culturales de la Barcelona de la época. Era un cliente habitual del restaurante Els Quatre Gats, amigo del compositor Enric Granados y el alma mater de diversas revistas culturales. Aquellos años le marcó una cierta vida bohemia.

Durante sus viajes por Europa se enteró de la patente de un producto casi mágico que unía dureza y resistencia con un peso muy escaso. Además era ignífugo y, sobre todo, muy barato de producir. La fórmula del éxito consistía en mezclar cemento con amianto para obtener una fibra versátil que a la vez era capaz de soportar grandes fuerzas. El invento lo explotaba la familia austríaca Hatscheck, a través de una empresa bautizada como Eternit (eterno).

Así pues, los Roviralta, que no tenían ningún tipo de tradición empresarial (ni tampoco ningún vínculo con los Roviralta que habían hecho fortuna en América y habían urbanizado la parte alta de Barcelona), se lanzaron al emprendimiento después de conseguir una licencia para fabricar la uralita en España. Y hablamos en plural porque a partir de ese momento el negocio lo llevarían tanto Josep Maria Roviralta como su hermano Manuel. En 1907 crearon la empresa en Cerdanyola para explotar aquella patente y desde entonces el crecimiento de la factoría sería imparable: a mediados de los años veinte contaba ya con una plantilla de 350 trabajadores, y un lustro más tarde ya la había doblado , hasta llegar a los 700.

Los problemas de los hermanos Roviralta vinieron después de la Guerra Civil, porque la dictadura los puso en el punto de mira por republicanos y masones. Fruto de la presión del régimen franquista se vieron obligados a dejar la dirección de la compañía, que acabaría vinculada al grupo empresarial del magnate Joan March Ordinas, uno de los principales financiadores del bando franquista durante el conflicto bélico. Además de las etiquetas que la dictadura les atribuyó, Josep Maria Roviralta fue un miembro destacado del Rotary Club Barcelona, ​​una entidad fundada en 1922.

La empresa continuó sin la presencia de los hermanos Roviralta -ya con el nombre oficial de Uralita, SA-, y no fue hasta los años 70 cuando se empezaron a detectar enfermedades entre los operarios de la fábrica. Desde que se confirmó la relación entre las fibras de asbesto o amianto y enfermedades pulmonares muy graves, el producto se fue prohibiendo progresivamente, hasta quedar totalmente excluido del mercado. Un rastro de enfermedad y muertes fue la herencia envenenada de un material que antes había parecido providencial.

La ciudad de Biarritz (Nueva Aquitania) fue el lugar de residencia de Josep Maria Roviralta en los últimos años de su vida y también el lugar donde murió, en 1960. Allí recibió la Legión de Honor francesa. Sólo un año después falleció su hermano Manuel. Hoy el legado de los hermanos Roviralta sigue vivo a través de la fundación que lleva el nombre de su madre, Maria Francisca de Roviralta, y que está especialmente enfocada a la integración social. Sus tres principales ámbitos de trabajo son el desarrollo social, la medicina y la sanidad, y la educación y la ciencia. La entidad gestiona un patrimonio superior a 35 millones de euros.

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