Empresa catalana

Lecciones suizas para la empresa catalana

La protección de la industria propia y una formación de alta calidad y enfocada a la empresa son algunas de las claves del país helvético

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Sede central de BOBST, en Suiza

Suiza / BarcelonaLa república federal de Suiza lleva años luchando contra la etiqueta de paraíso fiscal y se ha establecido como uno de los motores de la industria en el continente europeo. Conocida por el chocolate, la educación técnica, la química y la relojería, la Confederación Helvética cuenta con una de las densidades de sedes de multinacionales más altas del mundo. Además, tiene una de las rentas per cápita más altas de Europa, de 73.029 euros según datos oficiales de 2020, y la tasa de paro no alcanza el 3%. Las lecciones que Suiza puede dar a la empresa catalana son múltiples y pasan por una política de consenso, una apuesta por la industria y la innovación, una educación dual integrada en el trabajo y un fuerte orgullo por su tejido empresarial.

FemCat, la fundación privada de empresarios catalanes, ha elegido este año este país para realizar una visita con una cincuentena de empresarios, profesionales del ámbito universitario y de la investigación y periodistas, con visitas a empresas líderes como Nestlé, Bobst, Panerai y la universidad técnica EPFL. Esto, sumado a varios encuentros con catalanes que viven, como el comisario del Comité Olímpico Internacional (COI) Pere Miró, el emprendedor Josep Solà, el empresario y expresidente de Òmnium Jordi Cuixart y el presidente del consejo de la farmacéutica Uriach , Lluís Cantarell, sientan las bases de cómo Suiza ha hecho de su economía una referencia mundial.

Referéndums, consenso y diálogo

El sistema político suizo es complejo, pero se basa en la democracia directa, la neutralidad y el federalismo. Como estado federal, comparten poder la Confederación, las esquinas y las comunes; el panorama político está formado por cuatro partidos y se caracteriza por su estabilidad. Por lo general, en cada votación el reparto varía muy poco y, a diferencia del sistema al que estamos acostumbrados en España, en Suiza el gobierno está formado por un conglomerado de representantes de cada partido, más o menos en función de la cantidad de votos que alcance cada uno. "Suiza es de los pocos países del mundo donde el gobierno no es de coalición, sino que está representado por todos los partidos que salen votados y los ministros se van rotando el rol de presidente cada año", explicaba Lluís Cantarell durante una cena en Ginebra con la comunidad FemCat. "Esto aporta mucha estabilidad y evidencia la voluntad de diálogo y consenso: siempre se llega a acuerdos", decía Jordi Baylina, propietario de Polygon Hermez y experto en blockchain establecido en Suiza. "Por ejemplo, las empresas explican sus proyectos en los pueblos y la gente participa, dice la suya", añadía.

"Las decisiones son siempre consensuadas: cuando sale el gobierno federal a hablar, habla el gobierno federal, no un partido político", apuntaba el directivo de Nestlé Alfred Fenollosa. "Los ciudadanos votamos cada quince días por mil cosas, también por cambiar la Constitución cuando es necesario. Hagamos referendos. Esto en España es impensable", añadía. Además, según apuntaba el jefe de proyectos del secretariado de estado de Economía, Tony Moré, "antes de tomar decisiones se consulta todo a las asociaciones económicas, al gobierno ya las esquinas": "Todo el mundo se siente escuchado", asegura. En este sentido, pone de ejemplo el test pyme: "Cada vez que hay un cambio en una ley, hay que poder decir cuál será el impacto para las pequeñas y medianas empresas y se les consulta; esto sería interesante para Cataluña".

Formación

La comunidad catalana en Suiza alaba a menudo "la alta calidad del talento" que existe en el país. No se trata sólo de una buena formación y universidades punteras, como la EFPL, sino del sistema formativo dual, una opción por la que los jóvenes, a los 15 años, pueden entrar en el sistema de aprendizaje, como se llama en el país, que equivaldría a la formación profesional dual de nuestro país. Lejos de ser una anécdota, es lo que escogen gran parte de los jóvenes suizos. Este sistema se basa en que el estudiante, después de terminar la formación obligatoria, entra directamente en el mundo laboral en una empresa y compagina las prácticas con la formación teórica en una escuela profesional.

Es el caso de BOBST, una multinacional líder del sector del packaging con sede en Lausana, que cuenta con un programa de formación de jóvenes (unos 200, actualmente) de entre 16 y 20 años. De éstos, un 30% acaban quedando en la empresa cuando acaban la formación y el resto cambian de sector u optan por hacer un grado universitario. "Nos permite formar jóvenes desde la empresa de forma práctica, aprenden lo que necesitamos en la empresa y después pueden aplicar los conocimientos adquiridos también fuera", explicaba un directivo de BOBST. Estos programas formativos, presentes en la mayoría de empresas suizas, corren a cargo de la empresa, pero el gobierno los reconoce con un diploma oficial. El punto diferencial es que el programa educativo que se lleva a cabo en estos proyectos formativos se propone conjuntamente entre empresas y gobierno, evitando el eterno clamor que se oye entre el empresariado catalán: "Nos cuesta encontrar jóvenes formados con lo que necesitamos". Según Jordi Cuixart, que actualmente vive en Neuchâtel, donde tiene una filial de su empresa Aranow, "la FP es uno de los motivos por los que el paro juvenil en Suiza es prácticamente inexistente".

Innovación y emprendimiento

La innovación es uno de los pilares de Suiza y las empresas destinan gran parte de su presupuesto a I+D. Según los últimos datos de 2015, las empresas suizas destinaron más de 22.000 millones y el gobierno también es partidario de dar alas al emprendimiento. Según explicaba el emprendedor Josep Solà, uno de los creadores de las pulseras para medir la presión arterial Aktiia, "aquí se cree en la innovación y, si el gobierno cree en tu idea, de entrada ya te da 10.000 francos para que empieces, en fondo perdido". "No les da miedo innovar, saben que quizá pierdan dinero ahora, pero la visión es a largo plazo; en Catalunya y en España es diferente, la burocracia es un gran obstáculo", explicaba. Gracias a su experiencia en Suiza, la empresa de Solà ya se ha convertido en un unicornio que no deja de tener ofertas de compra de gigantes tecnológicos.

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