Loon: el ambicioso proyecto que Google no ha conseguido despegar

Alphabet anuncia que cancela el sistema para traer internet a todo el mundo a través de globos aerostáticos

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Loon: el ambicioso proyecto que Google no ha conseguido despegar

El 20 de septiembre de 2017, los cerca de 400.000 habitantes de San Juan vieron cómo el cielo se ennegrecía. Sabían que el huracán María había tocado tierra 40 kilómetros al oeste de la capital de Puerto Rico y que seguía avanzando hacia la ciudad. Un día antes, las rachas de viento y las lluvias torrenciales ya habían devastado la isla de Dominica y algunas zonas de las islas Vírgenes de Estados Unidos. En San Juan estaban preparados, pero los golpes de viento de 220 kilómetros por hora y la tromba de agua que cayó hizo volar por los aires todas las previsiones: las emisoras de radio dejaron de emitir, casi todas las torres de electricidad quedaron destrozadas y la conexión a internet se perdió en gran parte del país. Murieron 2.975 personas. Barrios y pueblos enteros quedaron arrasados.

Alphabet, la matriz de Google, vio el caldo de cultivo perfecto para probar un proyecto que la compañía había ido gestando desde el 2011: el Loon. "Se trataba de un sistema para facilitar la conexión inalámbrica a internet en sitios que habían sufrido desastres naturales o que tenían servicios deficientes", recuerda Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona.

El método era muy curioso: a través de unos grandes globos aerostáticos a 20 kilómetros de altitud, Loon podía dar cobertura de internet inalámbrica a lugares donde, por el suelo, era muy complicado llegar. En 2013, la compañía ya había despegado globos en Nueva Zelanda y, dos años más tarde, había convertido a Sri Lanka en el segundo país con cobertura de internet al 100% del territorio, después de la Ciudad del Vaticano.

En Puerto Rico, Loon actuó deprisa: a las pocas semanas ya había llegado a un acuerdo con el operador local de telefonía AT&T, necesario para ofrecer el servicio; había logrado el visto bueno del organismo encargado de regular las telecomunicaciones en el país, y ya estaba dando servicio a cerca de 100.000 usuarios y usuarias. “Nunca habíamos desplegado el proyecto de una forma tan rápida”, explicaba Alastair Westgarth, director ejecutivo de Loon, un mes después del huracán María. Y funcionó con buenos resultados.

Desde entonces, la iniciativa cogió aún más vuelo. En 2018 ganó peso y se convirtió en una filial de Alphabet. Un año más tarde, después de acumular un millón de horas de vuelo, Loon cerró 125 millones de dólares de financiación provenientes de Softbank. Pero el pasado 21 de enero todo se desinfló repentinamente. "A pesar de los avances técnicos, el camino hacia la viabilidad comercial es muy complicado", anunciaba la firma en un comunicado.

Así, el próximo mes de marzo, cuando Loon acabe las pruebas piloto que tiene en Kenia, desaparecerá para siempre. “La necesidad que cubría ha quedado en gran parte resuelta por el mismo paso del tiempo: en los últimos diez años la disponibilidad de internet en el planeta ha pasado del 75% al ​​93% –apunta Josep Maria Espinet–. Además, en términos comerciales el producto tenía otro problema: quería alcanzar a un mercado demasiado reducido”, remata el experto.

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