Por dónde empiezo

Madre de cuatro chicos

Cuanto más hijos tienes, mejor se llevan y mejor duermen, eso sí, anunciar el cuarto embarazo fue un escándalo

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Madre de cuatro chicos

"Para escribirlo, tendrás que abrirte un poco", me han dicho. Y aquí estoy, dispuesta a compartir lo que ha sido ser madre de cuatro chicos y tener una familia numerosa en pleno siglo XXI. Y eso que cuando tenía 14 años me diagnosticaron ovarios poliquísticos y me dijeron que me costaría mucho conseguir un embarazo. Futuras madres, hay esperanza. Ésta es mi historia en la que, cada día, lo hago como puedo.

Marco (hijo 4)

Ser la madre de Marc ha sido facilísimo. Cuanto más hijos tienes, mejor se llevan y mejor duermen. Eso sí, anunciar el cuarto embarazo fue un escándalo. Cuatro, está loco, quiere un equipo de fútbol, cómprate una tele. A las parejas sin hijos la gente les tortura preguntando cuándo “se animarán”, pero a los que tenemos muchos tampoco nos lo ponen fácil. Y cuando decía que era otro niño, las sonrisas se congelaban, los rictus faciales parecían inyectados en bótox y nadie sabía qué decir. Los comentarios eran más parecidos al pésame que a la felicitación. "Otro niño, oh". Y después de cuatro cesáreas, Marc era el punto final de mi presencia en el quirófano abierta en canal.

Pero no era "otro niño". Era Marc, la persona más feliz y más autónoma que conozco. Le veo pasar por casa y pienso: "¿Quién es éste? Ah, Marc. Qué grande. ¿Cuánto hace que no se bañará? Voy a mirarle las uñas que las llevará fatal". Con el cuarto me he relajado del todo y no hay ningún estudio que lo verifique, pero diría que cuanto menos estamos encima, más listos se vuelven. Todo esto de la hiperpaternidad, de los padres helicópteros, de la presencia plena, de educar en positivo... no lo he hecho. Ni siquiera estoy en el grupo de whatsapp de su clase. De hecho, es culpa de mi amiga Anna, también madre de cuatro chicos, que me dio el mejor consejo del mundo: déjalos hacer. Y esto he hecho: he dado alas en vez de anidar.

Paz (hijo 3)

“¿Qué estás haciendo? ¿Qué escribes? Que soy el peor hijo, ¿no? Pues debes poner que los hijos te hemos ayudado mucho, sobre todo cuando papá estaba en el hospital”. Poco más puedo añadir que sea así de brillante y importante. Los hijos me han ayudado mucho y me han simplificado la vida: ya nunca he tenido dudas de quién tendré a mi lado en los momentos difíciles. Pau es un genio. Es el hijo más creativo, más sociable y más auténtico de los cuatro.

Albert (hijo 2)

Creo que la maternidad, para poder disfrutarla, debería empezar con el segundo hijo. Con el segundo ya no miras todo el rato si respira, haces pociones de Dalsy con los ojos cerrados y eres experta en pagar regalos por bizum. Albert es un tipo tranquilo y me dio la paz que necesitaba después del descalabro de pasar de cero a un hijo. De pequeño tuvo una infección que le llevó a la UCI de San Juan de Dios y me hizo sufrir como nunca. Y siempre digo que no me hubiera importado tener un quinto hijo si me convalidaran todas las enfermedades. Aunque, con cuatro hijos, también podrían convalidarme dos cursos de pediatría. Por cierto, y ahora que no me oye nadie, Albert es mi hijo favorito. Ah, ¿qué tienes un favorito? Todas lo tenemos. Pero éste es otro tema.

Adrià (hijo 1)

Me hizo tanta ilusión quedarme embarazada del primero. Piensa que hace unos años todavía se hablaba de ser madre muy en positivo y ninguna amiga me había hecho el gran spoiler de la vida: ser madre es brutal, pero la maternidad es un horror. No puedes conciliar bien, duermes fatal y sufres mucho. Por suerte todo lo de la superwoman ha pasado a la historia y hemos aprendido a no llegar a todo sin sentimiento de culpa.

Cuando tuve a Adrià, pasé una depresión de caballo, no por culpa del hijo que llegó, sino por la parte de mí que se marchó. Viví como un duelo haber perdido la vida libre y despreocupada. Aquello me vino muy mayor. Reconozco que no disfruté mucho de Adri pequeño, pero lo he compensado mucho después. Ahora tiene 17 años y es insoportablemente adolescente, pero tiene un sentido del humor que me encanta y es el hijo que más se asemeja a mí.

Con ellos en mi vida nunca me he aburrido. Son lo más importante, pero no lo único importante. Tener familia numerosa es carísimo, agotador y un reto para las cuerdas vocales, pero no cambiaría por nada del mundo.

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