Maleducados en el avión

Se apropian de los reposabrazos, aprovechan cualquier resquicio para meter los pies y atacan con movimientos repentinos de respaldo. La 'lowcostización' del transporte aéreo ha comportado billetes más baratos, lo que ha democratizado los vuelos, pero entre tantos pasajeros los hay cada vez más maleducados. Plataformas 'online' y expertos reclaman que, cuando viajamos en avión, la cordura y las buenas maneras no se queden en tierra

Un peu apareix al seient del davant i una noia impedeix veure la pantalla del seient posterior amb els seus cabells, exemples del que es pot arribar a viure en un avió.
Raquel Alba
24/09/2016
6 min

Serpientes en el avión es el título de una película estrenada hace diez años y que se ha convertido en un clásico del cine de serie B. Protagonizada por Samuel L. Jackson, la cinta cuenta los estragos que provoca una invasión de serpientes venenosas en un vuelo entre Hawai y Los Ángeles. Hoy una nueva plaga asola la aviación: la de los pasajeros maleducados. Es menos letal que la de los reptiles de la película pero resulta igualmente inquietante. Cualquiera que haya sufrido el infortunio de tener al lado a un viajero grosero durante un vuelo largo corroborará las incomodidades. Pasajeros que introducen los pies (a menudo desnudos) por cualquier rendija, que huelen mal, que se apropian de los reposabrazos, que acumulan desechos a su alrededor, que charlan de pie y a gritos en los pasillos, que bajan abruptamente el respaldo y provocan la caída de la bebida del viajero de atrás... El catálogo de actitudes maleducadas es infinito.

Fotos que delatan

Desde enero de 2013 la cuenta de Facebook Passenger Shaming [Avergonzando a los pasajeros] anima a pasajeros y tripulaciones de aviones a compartir fotos que denuncien actitudes incívicas en los aviones. Con casi 450.000 seguidores y cuentas adjuntas en Instagram (hoy el más activo) y Twitter, esta plataforma de las vergüenzas aéreas muestra cada día lo maleducados que podemos ser a miles de metros de altura. Fue creada por la estadounidense Shawn Kathleen, una azafata de vuelo que, cansada de tener que aguantar a pasajeros groseros, decidió airear sus inmundicias. Kathleen terminó siendo despedida por la línea aérea en la que trabajaba, pero de las fotos recopiladas por Passenger Shaming se han hecho eco los principales medios del mundo y la popularidad de esta red social de denuncia no deja de crecer.

Maleducats  a l’avió

María Pérez [se trata de un seudónimo porque la entrevistada prefiere conservar el anonimato] no conoce el movimiento promovido por su colega Shawn Kathleen pero también puede hablar de maleducados en aviones desde su experiencia profesional: es azafata de vuelo de Iberia desde hace 15 años en vuelos hacia América que operan en aviones Airbus 340, con capacidad para unas 300 personas. Desde sus inicios hasta ahora, María ha observado cierta evolución en las actitudes y fisonomía de los pasajeros: "A primera vista ya se ve un cambio: la gente viste diferente. Cuando empecé a trabajar, viajar en avión todavía implicaba una cierta liturgia elegante. La gente iba cómoda pero con estilo. Ahora en los aviones ves de todo: chanclas, gente que lleva bañadores húmedos... Vaya, sólo les falta poner la toalla sobre el asiento. El otro día, por ejemplo, descubrimos a un pasajero durmiendo con una máscara con forma de pechos con niños alrededor. Espera, que te enseño la foto".

A lo largo de su carrera María ha detectado situaciones que rozan el surrealismo: "En un vuelo un pasajero se empezó a cortar las uñas de los pies... Tuve que decirle que parara, que no era el lugar apropiado. Y últimamente se ha instaurado la costumbre de hacer sentadillas o incluso flexiones en los pasillos. A menudo les tenemos que recordar que el avión no es un gimnasio".

Según la azafata de Iberia, los malos modos en los aviones suelen tener dos grandes desencadenantes: la comida y el alcohol. "En nuestros vuelos servimos dos opciones de comida: pollo o pasta. A veces sucede que la mayoría de pasajeros optan por uno de los dos platos y, cuando llegas a las últimas filas, ya sólo queda un plato. Esto puede generar una furia incontenible", explica.

Jugando con las puertas de emergencia

"El alcohol es otro problema -continúa María-. En los vuelos intercontinentales de Iberia los pasajeros en teoría pueden pedir todo el alcohol que quieran. Pero tenemos que estar controlando que no beban más de la cuenta porque, si se emborrachan, siempre pueden generar conflictos". ¿Más situaciones inesperadas a bordo? "¿Alguna vez ha pasado que los pasajeros que se sientan al lado de la puerta de emergencia se ponen a tocarla, a jugar con ella, y nosotros nos salta una alarma. Y también está el caso de los que roban cinturones. Manipulan el anclaje hasta que los consiguen sacar. Por eso cada vez que subimos al avión tenemos que revisar uno a uno que estén todos", concluye María.

La comoditat que es vivia als avions als anys 50 i 60.

Detrás del ejército de pasajeros maleducados se encuentra, claro, el fenómeno de la masificación en los aviones. El abaratamiento de los billetes, atizado por el surgimiento de compañías low cost a partir de la desregulación de la industria aérea del 1997, ha desencadenado una mayor accesibilidad de los vuelos -que han dejado de estar sólo al alcance de algunos privilegiados- pero también una degradación en la calidad. En permanente necesidad de abaratar gastos, las compañías aéreas han recortado en servicios y han afilado el ingenio para meter más pasajeros en un avión, lo que los está haciendo cada vez más incómodos.

En un artículo publicado hace un par de años, el New York Times aseguraba que durante las dos últimas décadas el espacio entre los asientos de avión se había acortado un 10% (de los 86 centímetros a los 76-81 centímetros). La tendencia no ha tocado ni mucho menos techo y las compañías siguen buscando fórmulas: no es casual que, cíclicamente, Ryanair reedite la propuesta de que los pasajeros viajen de pie.

El resultado de todo ello son vuelos más baratos pero también ostensiblemente más incómodos: terreno abonado para la aparición de los maleducados. En el libro Usted primero, por favor. Cómo comportarse en cualquier ocasión (Amat Editorial) Caroline Tiger dedicaba todo un apartado a explicar cómo nos tenemos que comportar en los aviones y resumía la situación de esta manera: "El habitual overbooking, esta pasta blanda que se atreven a llamar comida, la petulancia de las azafatas, las largas colas para pasar exhaustivos controles de seguridad en los que tienes que esperar, con el típico sentimiento de culpa, que te hagan quitar los zapatos y te los pasen por el detector de rayos X... Viajar en avión es muy pesado. Y nada lo empeora más que el hecho de que los pasajeros incumplan las reglas básicas de civismo".

Avui dia, el més habitual és trobar seients molt estrets

José María López, codirector del máster en protocolo, organización de eventos y relaciones institucionales de la Universidad Complutense de Madrid, asegura que desplazarse en avión resulta hoy una auténtica "prueba de fuego para la educación". "Es un espacio muy pequeño, del que prácticamente no te puedes mover, y que compartes un cierto tiempo con más personas. Además, la gente ya está crispada y con mala predisposición tras pasar los controles de seguridad del aeropuerto. Resulta, pues, el caldo de cultivo perfecto para que afloren egoísmos", señala.

¿Cómo nos tenemos que comportar cuando nos toca convivir con un compañero de viaje maleducado? Para López, todo se resuelve con una sonrisa y tres expresiones mágicas: por favor, gracias y disculpe. "Además, es importante sopesar si vale la pena decirle al otro pasajero que nos molesta. Por ejemplo, si nos ha dado un golpe involuntario o si durante unos minutos ha invadido nuestro espacio con el diario, tal vez no es necesario llamarle la atención. Pero si nos está molestando repetidamente y tenemos que aguantar la situación durante un periodo de tiempo largo, mi recomendación es apostar siempre por el diálogo. Tenemos que decirle lo que nos está estorbando de una manera elegante y sin agresividad. No todos los pasajeros reaccionarán bien y tal vez, a pesar de nuestros intentos para ser educados y sutiles, nos acabarán mandando a paseo, pero al menos habremos intentado abordar la situación de manera correcta. Como solución última, siempre tenemos el recurso de avisar al personal del vuelo para que intenten resolver ellos el conflicto".

Lo cierto es que, a pesar de toda nuestra buena voluntad y los consejos de los expertos, lo más probable es que, si cogéis un vuelo este otoño, localicéis a algunos maleducados irreducibles y poco predispuestos al diálogo en vuestro avión. En este caso respirad hondo y recuerdad que, a pesar de que te puedan llegar a parecer igual de molestos que las serpientes en el avión a las que hacíamos referencia al principio, todavía no se ha demostrado que estos especímenes torpes y desconsiderados sean también venenosos.

En busca del glamour perdido

Pasajeros maleducados ha habido desde el inicio de la aviación. Pero es cierto que, mirando alguna de las fotos publicadas en el libro Airline. Style at 30.000 feet (Laurence King), de Keith Lovegrove, podemos llegar a la conclusión de que los maleducados lo tenían más difícil antes. Las imágenes de la obra, que hace un recorrido por la aviación pre low cost de los años 20 a los 90, hablan de una época en la que volar provocaba más placer que sufrimiento: interiores diseñados al milímetro y con amplios espacios, comida digna de un restaurante de primera y una actitud relajada en los rostros de los pasajeros. Ni rastro de pies desnudos colándose entre asientos. Hijo de un ingeniero aeronáutico, Lovegrove solía viajar mucho en avión con toda su familia en los años 60 y ha querido con esta obra fotográfica, que recopila sobre todo material cedido por las compañías aéreas, testimoniar una época perdida de glamour aéreo.

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