Marc Sarrats: "A veces nos peleamos entre nosotros, pero son guerras de pobres"
El humorista recuerda sus orígenes para explicar cómo ha sido su relación con el dinero
BarcelonaMarc Sarrats vuelve a sus orígenes para explicar cómo ha sido su relación con el dinero. "Me crié en una familia normal de barrio: mi padre era comercial y vivíamos cinco personas en un piso con su sueldo. No hemos tenido segunda residencia ni grandes lujos, pero tenemos una familia muy extensa y siempre nos hemos apoyado entre todos". El humorista admite que durante la adolescencia tuvo la primera toma de conciencia de cómo la economía puede afectar a un hogar: "Los ingresos en casa disminuyeron y recuerdo cómo mis padres nos sentaron para decirnos que quizás algunas cosas deberían cambiar en nuestro día a día".
Otro recuerdo de Sarrats fue la entrada en la universidad, porque estudió comunicación audiovisual, cine y televisión en una universidad privada con una beca para rentas bajas. Y la diferencia socioeconómica con sus compañeros no le pasó por alto. "Las primeras dos semanas intenté seguir ese ritmo de vida, pero después vi que no era mi mundo", reconoce. Sarrats añade que, durante aquellos años, ya trabajaba en el sector de la construcción: "Primero empecé de manobre, después pasé a una empresa de ascensores y así iba cogiendo trabajos de este tipo siempre que podía para pagarme las mis gastos. Cuando empecé a ganar dinero, quise devolver a mis padres una parte de lo que ellos habían dedicado a mi carrera como préstamo".
Mientras estudiaba, Sarrats también tuvo la oportunidad de entrar en una agencia de comunicación para iniciarse en el sector. “Mi trabajo consistía en intentar vender temas a medios internacionales, pero lo pasaba mejor en la obra y duró poco. La construcción era mucho más entretenida aunque no quiero romantizarlo porque es muy duro”, aclara.
Cuando estaba a punto de convertirse en operario de mantenimiento y subir de rango, Sarrats entró a trabajar en Mediapro: “Hice una prueba y me cogieron para hacer de redactor de promociones de fútbol, un trabajo que voy estar haciendo algunos años. Entonces volví a entrar en el mundo delstand-up, que ya había probado de más joven. Pasé por El Sótano y por el FAQS, y Mediapro mismo vio que echaba. Me pasaron al equipo de nuevos formatos, donde estuve trabajando un tiempo más hasta que acabé cogiendo una excedencia después de la pandemia”.
En los últimos años, Sarrats se ha volcado en varios proyectos de comedia en catalán y colaboraciones en medios de comunicación. “Soy una persona inquieta y con mucha ambición, tengo a mis demonios y siempre he querido hacer muchas cosas. Ahora hace un tiempo que lo llevo mejor y voy a terapia, pero tuve un momento de ataques de pánico y ansiedad, no podía con todo”.
A la hora de gastar, en cambio, Sarrats explica que aquello en que más dinero invirtió en su juventud fue en producir una webserie: “Me pulié todos los ahorros que conseguí en la construcción en aquel proyecto y, aunque no nos fue mal, sí que me hizo rebaño de pasta y sufría comprando billetes de metro, no mentiré”.
Tal y como explica él mismo, ahora se siente en un buen momento porque puede escoger las colaboraciones y los espectáculos sin sufrir a final de mes. “Soy autónomo y en un principio intenté llevar yo mis finanzas, pero hacía errores porque no sabía. Cualquier persona que hubiera visto las facturas habría pensado que o intentaba estafar a Hacienda o era tonto. Mi pareja me ha ayudado mucho, pero ahora tengo un gestor, una manager y un equipo detrás”.
El humorista también denuncia que el mundo de la comedia conlleva una precariedad que poco a poco va desapareciendo, aunque todavía sigue presente en algunos ámbitos: “La gente cree que estás tú solo con un micrófono, pero al final es una arte escénica con una logística y un trabajo que no siempre se valora cuando empiezas. Aún queda mucho por acabar de profesionalizar el sector”.
En cuanto al futuro, Sarrats concibe su carrera en etapas de dos años, “para marcarse objetivos”. Sin embargo, también reconoce que, aunque se considera un privilegiado por su situación laboral, no tiene en mente la posibilidad de comprarse un piso con la pareja. Sobre esta situación, el humorista declara: “Como generación, estamos todos en la misma trinchera. A veces nos peleamos entre nosotros, pero son guerras de pobres donde competimos por cosas que creemos privilegios cuando simplemente están en pie. Y estas batallas de precariedad no llevan a ninguna parte, y todos sabemos quién es el enemigo”.