Música

El Max Mix audiovisual del Centro de Observación del Universo centrifuga la puta España

Las proyecciones de Lacuesta y Coma inlaman de crítica política la música de COU en el Auditori de Girona

GeronaLa proyección con música en directo del trío COU (Centro de Observación del Universo), formado por Joan Pons, Dalmau Boada y Jordi Matas comienza con la inquietante escena inicial de La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), con una pareja en un cementerio desolado. Pero en lugar del ataque de los zombies, la centrifugadora visual comandada por Isaki Lacuesta y Albert Coma envía guerrillas de militares vestidos de gala y guardias civiles con tricornio brillante. El trinchado de imágenes de archivo (una especie de Max Mix de los 80 empalmando celuloide en lugar de cinta de casete) elabora su discurso mediante la focalización en la repetición, el detalle significativo, el empeño en un gesto. Es como elscratch de un CD de imágenes. Existe la ostentación guerrera de aparatosas gorras militares, brillantes condecoraciones en el pecho, mandos españoles que gallean en una ceremonia pública. Un puño cerrado con guantes blancos de gala detrás de la espalda aparece una y otra vez. "La guerra que vivimos día a día pero que no se llama guerra", dice uno de los textos, con errores y vacilaciones, que se van improvisando sobre las imágenes. Todo toma un tono apocalíptico, distópico. La música de batería, bajo y guitarra va del rock a la psicodelia, pasando por el jazz, la electrónica o Ona Laietana. Inflama y expande las imágenes. Desfila la España negra y casposa, la puta España, que llaman ahora, la de la labor machista, la de la copa de brandy y la palillo a punta de labio, la del exabrupto, la de los cazadores de ciervos, España reconsagrada y devota procesiones. Ecos de Buñuel y Goya.

Las imágenes se amplían y muestran los píxeles, pierden la forma y se convierten en un caleidoscopio psicodélico de cuadritos multicolores, como una bola de discoteca vintage. Aparece el orgullo de los oprimidos, negros altivos. Y un nuevo referente cinematográfico: el pop metafísico de Zabriskie Point (1970), de Michelangelo Antonioni, y la escena final de la lujosa residencia en el desierto que vuela por los aires. De la distopía a la utopía hippy. La destrucción de la cultura y la sociedad de consumo en un baile de objetos que explotan y bailan al ralentí.

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Hay un fragmento con porno explícito dedicado a la pequeña muerte, entendida (o no) como pérdida de conciencia posterior al orgasmo o como el principal objetivo de cualquier literatura, según Roland Barthes. En la silla de al lado, una madre tapa los ojos a la hija.

El grupo crea atmósferas hipnóticas y espirales emocionales que arrastran al público, que está sentado sobre el escenario, frente a los músicos y la pantalla grande de proyecciones. A espaldas del público, un gran auditorio vacío de 1.200 localidades. Joan Pons (El pequeño de ca l'Eril) ejecuta crescendos repetitivos al estilo Velvet Underground y riffs de guitarra con reminiscencias de Jimi Hendrix.

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El grupo COU se presentó en el Sónar de Barcelona con cierto secretismo y ha realizado su segunda actuación en Girona, el pasado 24 de octubre, esta vez con la colaboración excepcional del cineasta Isaki Lacuesta y el artista Albert Coma. El sello musical Bankrobber y la Marfà-Centro de Creación Musical, junto con el Bòlit, han impulsado este espectáculo absolutamente redondo. Es una lástima que este vídeo-concierto diferente, atrevido y con mala leche reconcentrada no pueda volver a verse. O quizá sea la gracia, la emoción de haber participado de un momento único e irrepetible. Una pequeña muerte que sólo es nuestra.