Lo que empezó como una exposición en el Castillo de Los Olmos —un pequeño pueblo del Bajo Aragón—, se ha acabado convirtiendo en un trabajo documental en el que, año tras año, los vecinos tratan de recopilar y documentar con fotografías la historia del pueblo. Un archivo a menudo disperso en Barcelona, Zaragoza o Valencia, entre otros lugares, fruto de los flujos migratorios del campo hacia las ciudades.-_BK_COD_ En esta imagen, la tía Rosalía fotografiada delante de su casa, donde casi todo el mundo del pueblo la recuerda. -_BK_COD_
La memoria de un pueblo: ¿cómo vivían nuestros antepasados?
Instantes de la vida cotidiana a los que nuestros antepasados daban especial valor y que consideraban dignos de inmortalizar en una fotografía
![La calle Mayor de Los Olmos, en el Baix Aragó, en una imagen aproximadamente de los años 60](https://static1.ara.cat/clip/1e224e27-674b-4c68-938d-828f55f257fd_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg)
Una jornada de trabajo en el campo, una celebración, una escena familiar, un paisaje o unas fiestas patronales. Instantes diversos de la vida cotidiana a los que nuestros antepasados daban especial valor y consideraban dignos de inmortalizar en una fotografía. ¿Qué habrían pensado nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos de esta época nuestra en la que muchos de nosotros, desde la comodidad de nuestro móvil, nos hacemos diversas selfies al día y nos intercambiamos millones de imágenes banales a golpe de clic? Lo que para ellos era una vivencia única, digna de preservar y testigo valiosísimo de su existencia y de una época, se ha transformado en pocos años en algo efímero, cuyo valor caduca en pocas horas, pero que también refleja a la perfección cómo es nuestra vida y cómo son nuestros valores en este primer cuarto de siglo XXI.
A través de estas fotografías, cedidas mayoritariamente por los vecinos, se pueden recorrer momentos preciosos y únicos captados por el objetivo de la cámara en diferentes épocas: desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.-_BK_COD_ En esta imagen vemos a los hermanos Fabregat, en una imagen tomada, probablemente, a finales de los años 40 o principios de los 50.-_BK_COD_
Una joven abanicando el trigo acompañada de toda su familia. La horca, el trill, los arrebatos y otros utensilios que hoy día a menudo decoran las casas de los pueblos eran entonces herramientas cotidianas e imprescindibles para trabajar y llenar el granero.
Imágenes como esta de una nevada histórica hoy duermen en una caja en casas de ciudades como Barcelona, Zaragoza o Valencia, fruto de los flujos migratorios y del movimiento de personas del campo hacia las ciudades. Es la memoria de España despejada.
El presente tiene también cabida en el fondo documental. En este caso, con una fotografía de Mariano, un vecino muy querido que nos dejó recientemente y al que, a partir de ahora, futuras generaciones también recordarán sonriendo mientras saludaba desde el balcón de su casa.
Cuatro jóvenes participando en demostraciones de habilidad con burros, hacia finales de los años 60, durante la fiesta mayor. Eran tiempos en que los animales de trabajo compartían espacio con las personas, algo impensable hoy en día. burros ya no queda ninguno.
Algunas de las imágenes recuperadas tienen un enorme valor histórico, ya que pueden apreciarse elementos de la vestimenta, el utillaje y el paisaje, que en un futuro permitirán acercarse a la realidad de la vida en los pueblos.
Los espacios y calles de Los Olmos han cambiado con el paso de los años pero la mayoría mantienen intacto su trazado. Por donde antes pasaba la procesión de Semana Santa, ahora hay unas escaleras que hace años obligaron a cambiar su recorrido.
En las dos ediciones de la muestra que se han celebrado hasta ahora, resulta tan interesante lo que se puede ver gracias a la recuperación de imágenes que parecían olvidadas como las conversaciones que se han generado entre los vecinos y los recuerdos que se han compartido. La memoria se construye y recupera de forma colectiva.