El ‘quilting’ se actualiza y se pone de moda
La pasarela y las redes sociales se llenan de colchas, tapices, bolsas y abrigos acolchados
BarcelonaDicen que todo vuelve. El quilting y el patchwork quizás no han se han ido nunca, pero su última versión toma fuerza hasta el punto de que ultrapasa las colchas y se instala en el mundo de la moda. El quilting es tendencia.
Según Francesca Tur, publicista especializada en el mundo de las tendencias y creadora de Tendencias TV (tendencias.tv), las tendencias empiezan en la calle, “entendiendo calle de una manera contemporánea, de la cual los mundos virtuales y las plazas de las redes sociales -TikTok o Instagram- forman parte”. Somos las personas las que empezamos, con nuevos hábitos y maneras de hacer, nuevos movimientos. “En el momento histórico que estamos viviendo, la conexión con uno mismo, el trabajo con las manos y la creación de comunidades son más evidentes y necesarias que nunca”, asegura Tur. Muchos de estos movimientos no trascienden, no acaban de llegar al mainstream, como se puede ver con algunas tendencias de moda. Hay otros, apropiados para los más arriesgados, que a partir de grupúsculos más o menos pequeños sí van llegando al mainstream: “Se va sumando gente que lo quiere hacer, llevar o consumir, y así es como se genera una tendencia”.
¿Acolchamos?
Quilting es una palabra inglesa que significa acolchar. Si has hecho patchwork ya sabes que quilting y patchwork van de la mano. El patchwork es la técnica que une recortes diferentes de ropa para acabar creando un cubrecama (quilt) o una manta. Estos cubrecamas están formados por tres partes, la que vemos con los recortes de diferentes teles y colores, la guata -tela más o menos gruesa que rellena la pieza final-, y la parte trasera. El acolchado (quilting) son las puntadas que se hacen, a mano o a máquina, para coser y unir estas tres piezas. El quilting es una técnica y el quilt es la pieza final. Mercè Vilaró, de la tienda Patchwork 1/4” de Girona, donde venden telas y hacen formación de patchwork tanto a mano como a máquina, explica que dentro del quilting se puede acolchar con diferentes estampados de cosido: “Está el quilting libre, las plumas, el stippling [punteo] que es el básico, una especie de curva que se va repitiendo, o el sashiko, técnica tradicional japonesa con una puntada sencilla y un color del hilo que contrasta con la tela”. Hasta hace poco aquí los quilts se utilizaban sobre todo como cubrecamas pero en América es habitual colgarlos en la pared como pieza decorativa. Y parece que poco a poco esta tendencia se está implantando.
“En el patchwork y en el quilting clásico les pasará como al ganchillo de antes, que se modernizarán -augura Alícia Roselló, creadora de Duduá-. Parece que ya está llegando; últimamente veo a gente joven de otros países con combinaciones de colores y diseños más atrevidos, que de momento aquí todavía no he visto, pero al final todo llega. Con internet las tendencias se aceleran”.
De las abuelas a tendencia
Si el movimiento se consolida, es posible que en Duduá acaben haciendo talleres de patchwork o quilting. Duduá (duduadudua.com) es un espacio de talleres de técnicas artesanales y artísticas de Barcelona. “Cuando empecé [en 2006] no había muchos talleres de artesanía en la ciudad. Podías encontrar tiendas de lana o para hacer patchwork, pero la mayoría de clientas eran abuelas”, explica. Ella apostó por recuperar algunas de estas técnicas que estaban a punto de desaparecer -cestería, tallas de madera, resina al agua o shibori- y otros más comunes -ganchillo, macramé, bordado o costura-, con el objetivo de actualizarlas para acercarlas a las nuevas generaciones.
Arianna Caggiano, creadora de la marca Quilt Queen Studio (quiltqueenstudio.com), es uno de estos ejemplos de los que habla Alícia. Tiene casi 30.000 seguidores en Instagram. Se autodenomina “diseñadora de quilting moderno y artista de fibras”. Vive en Minneapolis (Estados Unidos), donde crea artículos para el hogar y complementos como cubrecamas, tapices, cortinas, bolsas o monederos acolchados, hechos con hilos de algodón que a veces combina con seda o lino. Empezó con el quilting en la universidad (Savannah College of Art and Design), en 2009, y en 2016 se decidió a dar el paso de vender las piezas que elabora. “Aprendí a acolchar y después me atrajo el quilting moderno, que es más atrevido. Ha sido una evolución, a lo largo de los años he ido encontrando mi estilo hasta lo que es hoy”, nos responde por e-mail. Caggiano explica que los diseños se basan en su interpretación de las cosas que la rodean y la inspiran: “Encuentro inspiración en películas, libros, diseños del pasado, tejidos... Tomo nota de cualquier cosa que me llame la atención”.
Situación propicia
Pilar Pasamontes, historiadora de la moda y directora científica de moda de la IED Barcelona, entiende que la situación actual que estamos viviendo propicia que el quilting esté de moda: “Pasamos muchas horas en casa, y hay gente con menos recursos que aprovecha prendas de ropa, y, además, valoramos el trabajo manual, tenemos conciencia de la importancia de reciclar y ser sostenibles. ¿Qué más quieres que tener una pieza bonita, confortable, que da sensación de calidez y encima la has hecho tú en casa?”
Hay marcas de textil y decoración del hogar que incorporan los acolchados a las nuevas colecciones de cubrecamas (Zara), edredones (Textura) y plaids (Calma House). También hay marcas de moda como Sea NY, Carleen, Haptic Lab, Bode o Rita Row que trasladan el quilting habitual de colchas y tapices a prendas de ropa. A menudo son piezas coloreadas, con pocos colores oscuros. “Ahora todo son florecitas y luz. Necesitamos alegría y confort. El quilting lleno de color nos ayuda”, asegura Pasamontes.
Es curioso que en los 80 en casa se llevaban las batas y batines de guata. No eran muy favorecedores, pero entonces no todo el mundo tenía calefacción y eran fantásticos porque abrigaban. ¿Pero cómo puede ser que esas batas actualizadas se hayan convertido en abrigos que están de moda? “Para que una cosa se implemente hace falta una suma de factores, hace falta que salga en el momento oportuno. Hace años que vamos bastante uniformados con básicos esenciales; por eso la diferencia apetece, ponerte una prenda de ropa manual que te has hecho; y, si la compras, a pesar de estar hecha a máquina parece más artesanal. Hay marcas que han sido pioneras en incorporar el quilting. El bolso 2.55 de Chanel o el de Maison Margiela son dos claros ejemplos de ello”, dice la profesora.
Cuando alguien acierta las necesidades y el momento, lo cuelga en internet y se hace viral, automáticamente todo el mundo lo quiere. “Es la pieza de siempre pero modernizada. Parece lo mismo pero la estética va un paso más allá. Creo que estos abrigos de quilting pasarán la mano por la cara a los de plumón clásico. Se dejarán un poco de lado en favor de un abrigo monísimo, coloreado y calentito”, concluye.