¿Pueden los niños seguir una dieta vegetariana?
En pleno debate sobre la sostenibilidad del planeta, hay familias que se plantean contribuir desde la alimentación, pero ¿es recomendable incluir a los niños?
BarcelonaLas dietas vegetarianas son, más que nunca, una opción entre las familias en medio del encendido debate sobre el cambio climático y la sostenibilidad azuzada por la subida de las temperaturas, las denuncias de activistas medioambientales y la celebración de la cumbre por el clima. Ahora bien, las dudas sobre su viabilidad en niños todavía asaltan a padres y madres. A este respecto, la Asociación Americana de Pediatría (AAP) defiende que los niños pueden estar bien alimentados, pero que "el equilibrio nutricional es difícil de conseguir si se eliminan completamente los lácteos y los huevos". Para la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), estas dietas, "bien planificadas, son saludables y contienen todos los alimentos necesarios". "Los niños crecen bien y no tienen problemas en su desarrollo", dice la organización.
Si bien, según la AEPAP, la dieta vegetariana tiene ventajas para la salud, en concreto para prevenir y tratar enfermedades del corazón, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la diabetes y el cáncer, también es un estilo de vida no exento de riesgos. Según la AAP, los niños vegetarianos pueden llegar a consumir cantidades insuficientes de calcio y vitamina D si eliminan los lácteos, y la falta de carne puede incurrir en déficits de hierro, B-12, zinc y otros minerales. También el bajo consumo calórico podría "causar un atraso en el crecimiento normal y en el aumento de peso". Estas dietas también pueden generar faltas de fuentes de proteínas, de forma que hay que asegurar que su ingesta de aminoácidos esenciales provenga de más de una fuente, como cereales y vegetales. Pero para la asociación norteamericana, los riesgos de esta dieta se desprenden sobre todo de la falta de planificación a la hora de prever las necesidades de cada niño. De este modo, hay que contemplar cuántas calorías conviene proporcionar en función de la edad y la actividad, e incluir la proteína de calidad presente en las legumbres, los productos de soja, las semillas, los frutos secos y la quinoa, sin dejar de lado las grasas saludables, los minerales y la vitamina B12 (que se debe aportar cada día).
En cuanto a la ejecución de esta dieta, la AEPAP remarca que "lo que necesita un niño vegetariano y no vegetariano es lo mismo", de forma que lo que cambia es los tipos de alimentos que comen. En concreto, un menú saludable está integrado en un 75% de fruta, hortalizas y cereales, mientras que el resto son alimentos con proteína saludable, que se encuentra en las legumbres, los frutos secos y las semillas, así como en la leche y en los huevos (para los ovolactovegetarianos). La AAP añade que hay que incorporar también suplementos de hierro, y de calcio si el niño no toma lácteos.
En el terreno práctico, a partir de los seis meses, mientras se sigue con la lactancia materna hay que introducir los diferentes ingredientes progresivamente, siempre con una proteína de calidad y siguiendo las normas de seguridad para evitar atragantamientos. En concreto, la proteína de calidad está presente en las legumbres (garbanzos, judías, guisantes, lentejas y cacahuetes), los productos de soja (como bebidas, yogur, tofu y tempeh), el seitán, los frutos secos (almendras, avellanas, nueces, anacardos, pistachos y piñones), las semillas (sésamo y calabaza), la quinoa y, en aquellos que lo acepten, huevos, leche, queso y yogur.
Además, en una dieta vegetariana, los cereales (trigo, arroz, centeno, avena, maíz, quinoa y mijo) tienen que ser mayoritariamente integrales. También son muy importantes las grasas saludables, provenientes del aceite de oliva, el aguacate y los frutos secos. Según la AEPAP, conviene evitar la leche de arroz. Por otro lado, la vitamina D se encuentra en bebidas vegetales y algunos cereales, a pesar de que la fuente mayoritaria es el sol. El hierro se encuentra en los cereales y las semillas, así como en los higos, los frutos secos, las acelgas, las espinacas y las legumbres, que se deben tomar junto con alimentos ricos en vitamina C (como cítricos y verduras verdes). La asociación también aconseja el uso de sal iodada y, en niños de más de un año, consumir algas ocasionalmente por su alto contenido en yodo.