Una escena de 'Qué bonito es vivir'
21/12/2024
3 min

Hay tanta luz decorativa en la calle que ya no vemos las estrellas. Pero Navidad, antes de convertirse en la fiesta mayor de los consumidores, había sido la fiesta mayor de los pobres de espíritu. Es decir, de esa sencilla e ingenua bondad de quien hace bien sin haber sido nunca tentado por el exhibicionismo moral (tan propio de nuestros días), es decir, de quien es bueno porque, simplemente, es necesario serlo. Hoy preferimos focalizar nuestra atención en la persona atormentada y rebelde, que consume su vida buscando con aspavientos un sentido que la satisfaga y acaba viviendo de decepción en decepción. Personas así han copado los papeles protagonistas de la literatura moderna, dejando en segundo plano lo cotidiano y discreto cumplidor de sus deberes. Un protagonista satisfecho con su vida, hoy parecería cursi.

Si por mí fuera, erigiría en cada ciudad una estatua discreta pero bien visible al protagonista de El auca del señor Esteve, de Santiago Rusiñol, un hombre pragmático, previsible, ramplón, incluso, pero de fiar; que hace suyo aquel mandato socrático de hacer lo que nos corresponde de forma diligente e impecable. Gracias a los héroes triviales como el señor Esteve, que mantienen la chimenea encendida día tras día, hay Odiseos que sueñan con Ítaca.

Si bajaran la intensidad de las luces comerciales, podríamos quizás recuperar la fiesta mayor de los héroes triviales, que son los señores Esteves, las Penélopas y los pastores de Belén. Es decir, la gente que está de guardia.

Según el evangelista Lucas, cuando José y María llegaban a Belén, "se completaron los días de su embarazo y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió y lo puso en un pesebre, dado que no había para ellos ningún sitio en la katályma". No está muy claro el significado de esta palabra. Lucas vuelve a utilizarla para nombrar el lugar donde Jesús celebró su última cena.

"Había unos pastores en aquella región que dormían al raso y hacían guardia por turnos durante la noche sobre el rebaño. Y de repente el ángel del Señor se les presentó y la gloria les envolvió de claridad, pero se asustaron con gran temor. El ángel les dijo: «No tengáis miedo. Os anuncio una buena noticia, una gran alegría (…): ha nacido hoy un salvador, el Mesías (…) Encontrará un niño, envuelto, en un pesebre».exaiphnês), se unió al ángel una multitud del ejército del cielo, que alababan a Dios y decían: «Gloria a Dios a las alturas ya la tierra paz entre los hombres en quien él se complace»».

"Os ha nacido", a vosotros que sabéis estar de guardia, reconoce la grandeza cuando se muestra a su lado y siga la luz cantando hasta el pesebre donde se postre, temblando de emoción, ante el milagro de un recién nacido. Los pastores, al no haber leído a Wittgenstein, saben que lo que no puede ser dicho ni pensado, puede ser cantado. Me imagino al pastor más rudo pasando con delicadeza sus dedos sobre las mejillas del recién nacido, comprobando que no hay sentido más espiritual que el tacto.

Dice el Zohar que hay puertas en el cielo que sólo se abren al son de los cantos. Yo sospecho que las más cerradas se abren con el pulpo de los dedos.

Elexaiphnês es el relámpago que rasga la oscuridad, aparta las tinieblas y nos permite ver el rostro del otro. Asegura San Juan (1Jn 2, 9-11), que "quien dice que está a la luz y aburre a su hermano todavía está en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece a la luz y no tropieza (skándalon). Pero quien aburre a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos".

Seguir la luz es seguir el rastro de nuestro hermano.

El adverbio exaiphnês ocupa un lugar importante en Convite de Platón, diálogo que recoge las teorías de unos amigos sobre el amor. Cada propuesta parece ser insuperable. Pero mientras los teóricos teorizan, un borracho se presenta de improviso (exaiphnês) confesando que está enamorado. Se dirige a la persona que ama y reconoce abiertamente que ante su mirada se siente vulnerable y torpe. No se encuentra a la altura de las aspiraciones que su amado proyecta sobre él.

El tiempo muy a menudo se desmenuza y se convierte en nada en nuestras manos, con elexaiphnêsSin embargo, toma la forma de una invitación, de una oportunidad para iniciar una nueva trayectoria. Gracias alexaiphnês los atormentados podemos volver a nacer.

Lucas vuelve a utilizar el adverbio exaiphnês a los Hechos de los apóstoles: "Ya se acercaba a Damasco cuando de repente (exaiphnês) le buscó de resplandor una luz del cielo. Y cayendo al suelo oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues?, y él respondió: ¿Quién eres tú, Señor?"

stats