El consultorio

¿Por qué no hay que forzar a los niños a caminar?

Hay que respetar la evolución natural del bebé, así como estimularlos de forma adecuada, huyendo de pantallas y artefactos como los andadores

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Un niño pequeño, aprendiendo a andar

BarcelonaProbablemente, muchos progenitores no saben que el desarrollo de un bebé es lineal, es decir, va de la cabeza a los pies, comienza de forma intrauterina y prosigue hasta los dos años sobre todo en la parte más importante, la mielinización –proceso a raíz del cual los nervios se recubren de mielina–, que, tal y como apunta la neuropediatra del servicio de pediatría del Hospital del Mar, Gabriela Secondi, “es lo que permite que haya una base en el ámbito motor”.

¿Qué fases comprende este desarrollo lineal?

El desarrollo, afirma Secondi, “va de la cabeza a los pies y desde el centro del cuerpo hasta la periferia”. También comprende desde un control involuntario del cuerpo (reflejos) hasta uno voluntario. Esto ocurre “porque el cerebro postútero sigue madurando y requiere un tiempo”. El bebé de los tres a los cuatro meses aguanta la cabeza, después se sienta, posteriormente es capaz de ponerse a cuatro patas y, así, hasta ponerse de pie y empezar la marcha.

¿Existe un tiempo determinado para alcanzar cada uno de estos logros?

Hay un tiempo mínimo y un tiempo máximo para alcanzarlas. “No es un tiempo rígido, pero sí se convierte en la mejor garantía de que el bebé está madurando de forma correcta y nada puede estar mal u esconder una posible patología”, dice Secondi. Por ejemplo, señala, si la criatura no se sienta ella sola a los ocho meses o no camina a los 18, “habría que consultarlo con el pediatra”.

¿Qué pasa si forzamos a los niños a gatear o caminar?

No hace falta ponerlos de pie antes de tiempo por el desarrollo lineal que comentábamos al principio. “Forzarlos –alerta Secondi– genera malas posturas porque no están preparados para compensar lo que les falta y adoptan posturas incorrectas que, a su vez, les harán más difícil alcanzar los siguientes objetivos”. Si los forzamos, añade la doctora, “generamos malos hábitos posturales que pueden generar deformidad, así como frustración por parte de la familia y la propia criatura”.

¿Objetos como los andadores están totalmente desaconsejados?

Los andadores generan malas posturas a la hora de andar, lo que afecta sobre todo a pies y caderas. Los niños, explica Secondi, “se acostumbran a que se les sostenga la pelvis sin hacer ningún esfuerzo y, además, en un momento en el que la columna vertebral todavía no ha madurado le estamos exigiendo que haga otro movimiento, que es mover las piernas”. Los andadores a veces también provocan un retraso en la marcha y accidentes graves, algo lo que la neuropediatra hace énfasis: “Son graves porque la cabeza de la criatura pesa y, cuando se inclina para coger un objeto o se acerca a una escalera, suelen producirse caídas y golpes en la cabeza”.

¿Cómo podemos estimular a nuestros bebés?

Es necesario estimularlos de manera correcta, lo que, en palabras de Secondi, pasa por “ofrecerles un espacio seguro y objetos o juguetes adaptados a la etapa evolutiva del bebé”. Lo fundamental, para ella, “es el suelo” y proveerles de algún foam, alfombra o colchoneta. Es necesario, sin embargo, que la superficie sea rígida y “una vez que aguantan la cabeza, ponerlos boca abajo a ratos, ofreciéndoles objetos que les interesen para que aprendan a girar la cabeza a ambos lados”. En su opinión también es interesante hablar con ellos, cantarles, mirarlos a los ojos, etc., estímulos que también hacen “que nuestras conexiones vayan a más”. En cambio, alerta Secondi, "hay que huir de estímulos visuales tipo televisión, móviles y tablets".

Hay niños que caminan sin haber gateado previamente

La mayoría de los niños gatean, pero si no lo hacen, no debemos preocuparnos en absoluto. Y es que, tal y como revela Secondi, “el gateo no es un hito del desarrollo”. Lo que importa, prosigue, "es el desplazamiento" y que el niño, a partir de los seis a ocho meses, "empiece a desplazarse, ya sea girándose, arrastrándose, culeando o reptando". En cualquier caso, es necesario estimular este movimiento situando objetos de su interés a cierta distancia para que se esfuerce “para resolver el reto de desplazarse”. Esto, concluye la neuropediatra, también "nos aporta información sobre el interés del niño por el mundo que leorodea".

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