No, no controlas: el alcohol en la carretera debe erradicarse

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Un control de alcoholemia de los Mossos

Un tercio de las personas que mueren en accidentes de tráfico habían bebido por encima de los límites permitidos. A pesar del endurecimiento de las normas y el aumento de controles, que han tenido un claro efecto con la disminución de accidentes por esta causa, lo cierto es que el consumo de alcohol todavía es uno de los principales motivos de los siniestros, junto con el exceso de velocidad y las distracciones. Se sabe que es así, pero todavía hay personas que no hacen caso y, a veces, confiadas por los golpes en los que no les ha pasado nada, creen que pueden permitirse conducir con, por ejemplo, tres copas de vino encima y no les va a pasar nada. Casi siempre termina pasando. Está demostrado que cualquier cantidad de alcohol, por pequeña que sea, tiene efectos en el cuerpo que realizan la conducción más insegura. Por ejemplo, se reduce el número y velocidad de los movimientos oculares, queda alterada la percepción de las luces y señales, y también hace que sea más difícil calcular tanto las distancias como la velocidad propia y la de los demás usuarios. Además, hace que exista un exceso de confianza con uno mismo que en carretera se traduce en conductas más imprudentes y peligrosas, lo que pone en riesgo no sólo al conductor, sino a otras personas.

En este contexto, la propuesta del gobierno español de reducir casi a la mitad la tasa de alcohol en sangre permitida es una buena noticia. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, adelantó ayer que está previsto llevar la propuesta de reforma del artículo 20 del reglamento de circulación en un trámite que será algo largo, porque requerirá el debate y aprobación parlamentaria . Ahora mismo, el mínimo permitido son 0,5 gramos por litro de sangre o 0,25 miligramos por litro de aire aspirado, y la nueva propuesta situaría el límite en los 0,2 gramos por litro de sangre y los 0, 10 miligramos por litro de aire aspirado. Era una propuesta que inicialmente estaba prevista sólo para los conductores profesionales y los novatos –que actualmente ya tienen un límite menor del 0,3 en sangre–, pero, en parte por la presión de las asociaciones de víctimas, se ha decidido aplicar -la en todo el conjunto. De esta forma, si se acaba aprobando, España sería uno de los países europeos con el límite de tolerancia más bajo, ya que sólo tienen ese umbral de los 0,2 estados como Estonia, Polonia y Suecia, aunque los hay. otros, como Eslovaquia, Hungría, República Checa y Rumanía, donde la tasa es directamente del 0,0. El objetivo, de hecho, debería acabar siendo éste, o al menos ésta es la recomendación de todos los expertos.

Hay que ver ahora cómo irá el debate de este cambio, pero, tal y como ha ocurrido con el tabaco, cada vez hay más conciencia de los ciudadanos y cuesta creer que habrá oposición a estas medidas. Lejos queda ese 2007 en el que José María Aznar se hacía el farol diciendo que quién era la DGT para decirle lo que podía o no podía beber él, aunque pueden haber sorpresas entre los defensores del malentendido "libertad". Sin embargo, desde ese año y por fortuna, el porcentaje de positivos en las pruebas de alcoholemia se ha reducido más de la mitad. La mayoría de la población ha sido, y es, mucho más responsable, y hace tiempo que sabe que quien bebe no conduce.

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