Patreon, o la historia del cantante de pop que quería tener un sueldo
El descontento con las plataformas de ‘streaming’ llevó a Jack Conte a crear una empresa que ya vale 4.000 millones de dólares
Raperos, cantautores comprometidos, trompetistas de jazz, compositores de sinfonías clásicas. Todos comparten dos sentimientos: el amor por la música y el odio por las plataformas de reproducción en línea. Más que las empresas y sus millones de usuarios, odian el abusivo reparto económico que promueven y que hace que los creadores se lleven una cantidad irrisoria por cada escucha de sus canciones. Las críticas son especialmente feroces cuando se dirigen a Spotify, dominador del sector y un líder tan poderoso que hoy parece imposible de destronar. Y no es que no se hayan intentado alternativas. Una de las más ambiciosas llegó en 2015 cuando el rapero Jay Z compró Tidal por 56 millones de dólares para competir con la complicidad de artistas como Beyoncé, Rihanna, Coldplay, Daft Punk y Madonna. Pero crear un nuevo servicio de escuchas en línea que repartiera más equitativamente los beneficios no era la única vía posible para que un músico viviera de su obra. Esto es lo que pensó Jack Conte, cantando pop de San Francisco que, cansado de ver el poco rendimiento que obtenía por su arte a través de las plataformas de streaming, quiso cambiar las reglas del juego.
Conte contactó con un programador de Silicon Valley, Sam Yam, y juntos crearon Patreon en 2013, una plataforma que permite a los artistas recibir dinero a partir de los pagos directos que hacen personas seguidoras de su obra. Sin intermediarios y en relación directa con los fans, que financian el proyecto de manera regular a cambio de recompensas. “Queremos que los artistas vivan de su trabajo con ayudas que se alarguen en el tiempo, que no sean puntuales”, explica Lara Della Gaspera, de Patreon España e Italia. Esta constancia es la que marca la diferencia con la popular plataforma catalana Verkami, que intercambia recompensas que se destinan a una finalidad concreta: “Hay artistas que hace años que están en Patreon con un sueldo mensual. Se sigue la filosofía de no trabajar para nadie, sino que son los seguidores quienes los apoyan”, aclara Della Gaspera.
Aunque en un primer momento fue pensada como una herramienta enfocada a músicos y escritores, que todavía hoy son mayoría, la plataforma recoge todo tipo de perfiles: activistas políticos, cocineros, ilustradores, gamers e incluso podcasters. Un ejemplo próximo es uno de los programas más populares en Catalunya, La sotana, que a través suyo ha conseguido sumar unos ingresos de 7.000 euros mensuales gracias a los poco más de 2.000 patrones que aportan tres tipos de cuotas, cada una con su cifra y recompensas. No todos los miembros de Patreon hacen públicos sus ganancias y que alguien gane depende de muchos factores. Desde la empresa norteamericana aseguran que hay un usuario que actualmente está recibiendo 750.000 euros cada mes solo a su plataforma, a pesar de que no quieren decir el nombre para respetar su anonimato.
Acabada de establecer en Europa -el 40% de sus miembros son de fuera de los Estados Unidos-, Patreon cerró el 2020 triplicando la valoración, que llega a los 4.000 millones de dólares después de una ronda de financiación de 155 millones. El buen funcionamiento de la plataforma, que el año pasado movió 2.000 millones salidos de los mecenas, es un hecho. ¿La clave? “La conexión entre los artistas y la comunidad de gente que los sigue. En Patreon no hay haters y sí gente con ganas de que saques adelante los proyectos”, explica Lara Della Gaspera.
Siguiendo el modelo de Patreon, a finales del 2018 se creó una plataforma catalana que también permite que los artistas tengan una entrada regular de dinero a partir de aportaciones, L'Aixeta. “La finalidad es que cada cual aporte una pequeña parte para, entre todos, hacer una grande”, explica la activista Liz Castro, la fundadora. Después de recaudar 16.000 euros con el libro What’s up with Catalonia?, Castro se dio cuenta de las posibilidades del crowdfunding: “No quería que la relación entre autor y gente se acabara con un proyecto concreto”. Y la empresa catalana reprodujo el modelo de la plataforma de Jack Conte.
Tanto L'Aixeta como Patreon se quedan un pequeño porcentaje -alrededor del 5%- de cada aportación entre usuarios, y esta es la fuente de ingresos de la plataforma. En el ejemplo local, los beneficios no van destinados al enriquecimiento personal: “Las ganancias las usamos para pagar a informáticos, servidores y otros gastos, somos una asociación sin ánimo de lucro, y lo que sacamos vuelve a los creadores, con becas o promociones especiales”, aclara Castro. De fondo, también quiere ser una herramienta de país: “Si lo que quieres es apoyar la creación en catalán, tienes que ir a L'Aixeta”, concluye la fundadora.