Fiscalidad

La presión fiscal en España sigue por debajo de la media europea

Los impuestos subieron al Estado entre 2020 y 2022, según un estudio de Fedea

L.I.P.
2 min
Ángel de la Fuente, máximo responsable de Fedea.

BarcelonaLa presión fiscal –el conjunto de impuestos que pagan empresas y ciudadanos en comparación con la riqueza generada– en España aumentó entre el momento del estallido de la pandemia y el pasado año, aunque sigue por debajo de la media de la Unión Europea, según un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). Éste think tank está financiado por el Banco de España y algunas de las principales empresas españolas, como CaixaBank, Sabadell, Agbar, Santander, Telefónica, BBVA y ACS, entre otras.

Según el estudio, entre 2020 y 2022 la presión fiscal aumentó 2,9 puntos porcentuales, hasta situarse en el 38,3% del producto interior bruto (PIB, el indicador que mide el tamaño de una economía) de España. Esto significa que el año pasado las administraciones públicas españolas recaudaron en impuestos una cantidad equivalente al 38,3% de toda la actividad económica generada en territorio español a lo largo del año.

Pese a la subida de la presión fiscal , el dato continúa por debajo de la media de los 27 países de la Unión Europea, donde la presión fiscal fue del 41,2% en 2022. En cuanto a los 20 estados que comparten el euro, la media aumenta hasta el 41, 9%.

El documento de Fedea advierte que la presión fiscal española está por debajo de la europea si se calcula la media ponderada de la UE o la zona euro, es decir, otorgando a cada estado el peso que le corresponde según el tamaño de la economía. De calcularse la media aritmética –advierte el estudio–, la presión fiscal española sería un punto superior a la de la UE. Pero este cálculo supondría situar al mismo nivel a economías de muy diferentes tamaños, como Alemania y Malta, aunque la primera tiene un PIB 228 veces mayor que el de la segunda.

Más presión sobre las rentas

De acuerdo con el informe de Fedea, el incremento de la presión fiscal española se concentra en impuestos sobre la renta, donde la presión subió un 1,9% del PIB, y más concretamente en los impuestos personales, que van subió un 1,25%. La subida se debe a la no actualización de la tarifa y de las deducciones personales en el IRPF.

En cuanto al consumo, los impuestos que lo gravan –por ejemplo, el IVA o impuestos especiales sobre carburantes y tabaco– van aumentar la presión fiscal un 0,5% del PIB, la misma cifra que las cotizaciones a la Seguridad Social, donde crecieron sobre todo las que hacen las empresas.

Los aumentos de impuestos han sido uno de los puntos de mayor desacuerdo entre el gobierno español y la patronal a lo largo de los últimos años, especialmente después de la aprobación de los impuestos a las grandes fortunas y sobre el sector energético y la banca para tasar los beneficios extraordinarios obtenidos a raíz de la inflación derivada de la crisis energética y de los incrementos de los tipos de interés aprobados por el Banco Central Europeo.

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