¡Qué escapadas!

El pueblo que tiene 25 casas rurales y 25 ermitas: así ha estallado el turismo en la Baronia de Rialb

El municipio de la Noguera es uno de los núcleos de Cataluña con más alojamiento rural. Sus 225 habitantes conviven cada día con los visitantes que pasan noche en las 161 camas que se ofrecen. Es un ejemplo del boom del turismo de proximidad: en tan sólo 10 años, las plazas se han multiplicado por cuatro.

Una casa rural en Baronia Rialb.
01/03/2024
5 min

El término municipal de la Baronía de Rialb es uno de los más extensos del país: tiene casi 145 kilómetros cuadrados de superficie. En el interior, una carretera llena de curvas enlaza los once núcleos donde hacen vida los 225 rialpencs. Muchos de los conductores foráneos que la suben reducen la marcha a cada desvío, abren bien los ojos y revisan la retahíla de carteles que se agolpan. Cortijo de en Bosch, 4,2 km. El Casón Nuevo, 5,5 km. El Albergue de la Torra, 8 km. Mas Serrallimpia, 10 km. Los bosques y campos que flanquean el pantano de Rialb son algunos de los lugares de Cataluña que concentran más casas de turismo rural.

Allotjaments i places de pernoctació a la Baronia de Rialb

"Actualmente tenemos 25, tantas como ermitas hay en el término municipal", concreta Maria Dolors Caelles, teniente de alcalde de la Baronía de Rialb y responsable de turismo. Sin embargo, quince años atrás, el panorama era muy distinto. En el 2007 tan sólo había 6 plazas para quedarse a dormir en el pueblo, según las estadísticas del Idescat. Dos años después, diez masías se apuntaron al fenómeno del turismo rural y el número de camas donde pernoctar se disparó hasta los 44. Los últimos registros muestran cómo, desde 2014, el indicador se ha multiplicado por cuatro. Hoy, entre alojamientos de turismo rural y viviendas de uso turístico, el municipio tiene hasta 161 plazas para turistas, casi tantas como habitantes.

"La Baronía de Rialb es un lugar ideal donde practicar el turismo rural: las casas se encuentran en medio de la naturaleza y están bien alejadas del bullicio de las ciudades", razona Caelles. De hecho, explica que, en la zona, los alojamientos rurales lo llamanmasías dentro del bosque. "Los turistas aportan mucha vida al municipio –continúa la teniente de alcalde–. Disfrutan de los espacios naturales que tenemos, se apuntan a las visitas guiadas para descubrir el monasterio de Santa Maria de Gualter y Palau, visitan el patrimonio románico de la nuestra zona y disfrutan con el Restaurante Rialb y los embutidos Perdigués", concreta haciendo gala de los atractivos del pueblo.

El pionero del turismo rural

Pero, ¿quién impulsó los primeros alojamientos rurales en el pueblo? Caelles atribuye el título de pionero al anterior alcalde. "La llegada de este tipo de establecimientos fue obra de Pere Prat, quien, con la ayuda de diversas subvenciones, pudo remodelar las antiguas escuelas de los núcleos urbanos para darles un uso adecuado", explica. Las tres primeras edificaciones que se restauraron fueron la escuela de Palau, la escuela del Puig y la escuela de Pallerols. Hoy, las antiguas aulas alojan a turistas que buscan desconectar del ruido de la ciudad.

Sin embargo, estos edificios no son los únicos del municipio que han recibido una nueva vida. El proyecto para reacondicionar el patrimonio continuó con el antiguo Ayuntamiento de la Torra, la casa de la villa de un pequeño núcleo donde hoy viven unas diez personas. Con estas casas rurales en marcha, algunos propietarios de masías se animaron y también reconvirtieron sus masías. "Desde el Ayuntamiento de la Baronía de Rialb damos pleno apoyo a estas iniciativas, que nos ayudan mucho a evitar el deterioro de las casas: así se mantienen protegidas y cuidadas", asegura Caelles.

Una buena convivencia

Fina y Josep Maria son los propietarios de una de las 25 casas rurales del pueblo: la Casa de los Peces. Es un alojamiento situado junto al río Rialb, un afluente del Segre que atraviesa el término municipal de la Baronia. Para llegar hay que seguir una carreterita asfaltada de un único carril, hasta topar con un portal que protege la finca privada. En su interior, caben grupos de hasta 16 personas, repartidas en 8 habitaciones, cada una equipada con baño privado. "Normalmente, nos visitan familias y grupos de amigos de entre 40 y 70 años que buscan un lugar en el que relajarse, desconectar, pasear, charlar y reír", explican.

Para explicar por qué el turismo rural ha arraigado tan bien en la Baronía de Rialb, ambos coinciden con los argumentos de la teniente de alcalde. "La orografía extensa del municipio y la distancia que existe entre las masías ofrece un alto grado de privacidad a los visitantes", explican. También apuntan a otros tres factores clave: "Es un pueblo con pocos habitantes, lleno de parajes naturales prácticamente vírgenes y que, al no ser de alta montaña, es muy accesible para todos los públicos", señalan.

Tanto los representantes del ayuntamiento como los propietarios de las casas rurales aseguran que la convivencia entre turistas y habitantes del pueblo es buena. "Muy buena, si hay buena comunicación", precisan Fina y Josep Maria. Para Caelles, que también regenta la casa rural Paraíso del Puente, "los visitantes conviven gratamente con los habitantes del municipio, salvo algunos casos esporádicos en los que llegan turistas poco respetuosos con el entorno", dice.

Un turismo que viene de lejos

"Los inicios del turismo rural están muy vinculados a prácticas como el excursionismo y el alpinismo, pero también a las visitas de veraneo de las clases acomodadas a los balnearios y entornos rurales de Cataluña", contextualiza Lluís Garay, profesor de los estudios de economía y empresa de la UOC e investigador principal del grupo Noutur. Hasta el siglo XIX, los sitios preferidos para los barceloneses que querían escapar de la rutina eran Collserola y el Montseny. "Durante el franquismo, el régimen intentó impulsar lascasas de labranza, un concepto similar al de las casas de turismo rural de hoy, pero que no triunfó", recuerda el experto.

Sin embargo, para él, el antecedente más inmediato de este fenómeno es el turismo de regreso. "En verano, la población que durante el desarrollismo había emigrado a las ciudades, volvía a sus pueblos natales, donde todavía mantenían casa y vínculos familiares", apunta Garay. Todo esto acabó evolucionando en el turismo rural actual. El momento culminante fue en la década de 1980. "Aquellos años creció la necesidad de los habitantes de la ciudad de reconectar con la naturaleza, creció la afición por practicar actividades deportivas y se empezaron a poner en valor temas como la sostenibilidad", complementa. En el nuevo contexto, la oferta y la demanda para el turismo rural se disparó.

"Catalunya es un lugar idóneo para practicarlo, porque tenemos recursos naturales y patrimoniales muy diversos, concentrados en un territorio relativamente pequeño", prosigue el experto. Garay destaca que el modelo de éxito del turismo rural catalán es seguido de cerca por otras regiones de España y países de Europa. Uno de los puntos fuertes es, a su juicio, el impacto positivo que tiene este tipo de turismo sobre el territorio. "Un turismo rural bien planificado puede tener también beneficios en la fijación de población local y atraer a formas híbridas de trabajo", señala. Hace referencia alworkationsocoworkings rurales, que cada vez suman nuevos adeptos entre los trabajadores que teletrabajan, viven en las grandes ciudades y encuentran en los pueblos alquileres más asequibles.

"Queremos mostrar en todo el mundo lo bonitos y cargados de historia que son nuestros pueblos más maravillosos". Éste es el objetivo principal que mueve la asociación Los pueblos más bonitos de España. Se trata de una entidad que ha ideado un sistema de certificación para indicar a los turistas cuáles son los municipios que destacan "por su calidad, excelencia y belleza". A través de esta iniciativa, buscan promocionar especialmente las zonas rurales y los pequeños municipios. En Catalunya hay cinco que han recibido esa distinción.

¿Cuáles son los 5 núcleos más bellos de la Cataluña rural?

"Queremos mostrar en todo el mundo lo bonitos y cargados de historia que son nuestros pueblos más maravillosos". Éste es el objetivo principal que mueve la asociación Los pueblos más bonitos de España. Se trata de una entidad que ha ideado un sistema de certificación para indicar a los turistas cuáles son los municipios que destacan "por su calidad, excelencia y belleza". A través de esta iniciativa buscan promocionar especialmente las zonas rurales y los pequeños municipios. En Catalunya, cinco han recibido esta distinción.


  1. Artías. Encontado entre el río Valarties y el Garona, a 1.144 metros de altitud, este pequeño municipio del Vall d'Aran esconde entre sus callejuelas la iglesia de Santa Maria de Arties. Es una construcción románica, fechada en el siglo XI, con dos campanarios y unas pinturas únicas.


  1. Bagergue. Situado a 1419 metros de altura, es el pueblo más elevado del Valle de Aran. Desde hace años, ostenta las cuatro flores de honor, la máxima distinción que otorga el movimiento Villas Floridas. La ornamentación floral se mezcla con rincones pintorescos y el Museu Eth Corrau, con más de 2.500 piezas vinculadas con la vida en el territorio.


  1. Beget. Tiene tan sólo una veintena de habitantes y sus casas se arremolinan alrededor de la iglesia de San Cristóbal de Beget, datada entre el siglo X y XIII. Rodeado por los paisajes propios de la Alta Garrotxa, tiene dos puentes medievales que atraviesan el río Llierca.


  1. Durro. Calles empedradas, empinadas y retorcidas. Así es el núcleo de Durro, en el valle del Noguera de Tor, a 1.395 metros de altitud. Sus dos iglesias están reconocidas como Patrimonio Mundial por la Unesco y se celebran las fallas, declaradas Patrimonio Inmaterial por la propia organización.


  1. Garos. Un pueblo ideal para practicar el turismo patrimonial y de naturaleza lejos de las aglomeraciones y multitudes. Así define la asociación este municipio del Vall d'Aran. Entre sus atractivos, la iglesia parroquial de Sant Julià, del siglo XII.

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