Una receta secreta para levantar el imperio del Kentucky Fried Chicken
La olla a presión y el modelo de franquicias llevaron la imagen del coronel Sanders a todos los rincones estadounidenses
Dentro del club de los seis del fast food estadounidense, sólo una de estas grandes multinacionales ha asociado su marca a una persona real. Es el caso de KFC (antiguamente Kentucky Fried Chicken), y lo ha hecho con la figura del coronel Harland Sanders. McDonald's utiliza la letra ema como logotipo, Subway las flechas en la primera letra y en la última, Domino's una ficha de dominó con la numeración 1-2, Burger King una hamburguesa y Pizza Hut un sombrero que a la vez es un tejado. En cambio, la firma KFC utiliza la imagen de un señor con bigote y barbón estilo Buffalo Bill, gafas clubmaster y pajarita en el cuello: un señor al que llaman Colonel Sanders. Podría pensarse que este personaje es una especie de mascota de la cadena, pero nada más lejos de la realidad, porque el personaje existió y fue el fundador de KFC. Su nombre, Harland David Sanders, coronel del estado de Kentucky.
Nacido en una familia de la Indiana rural, tuvo que trabajar en los trabajos más diversos desde muy joven. La muerte prematura de su padre había complicado las cosas en casa y la nueva pareja de su madre parece que no le satisfizo mucho, por lo que abandonó la casa familiar muy joven para empezar toda una serie de aventuras personales en el intento de ganarse la vida. Sin embargo, antes había aprendido a cocinar para ayudar en las tareas domésticas, un bagaje que será fundamental para su éxito futuro. Pasó un año en el ejército, trabajó en una firma de trenes de vapor (primero limpiando las cenizas de los motores y después como fogonero), vendió seguros y neumáticos Michelin... pero el desenlace habitual era ser despedido en la cabeza de poco tiempo.
Entre los veinte y los treinta años tuvo un rosario de trabajos, hasta que decidió probar suerte haciéndose emprendedor. Pero las cosas no fueron mejor: el proyecto de transporte marítimo por el río Ohio cerró cuando se estrenó un puente que le hacía la competencia y el negocio de luces de petróleo fracasó cuando la electricidad se hizo popular en todas partes. Poco después fue contratado como responsable de una gasolinera pero con la crisis de los años treinta el negocio tuvo que cerrar. Éste último parecía un fracaso más, pero aquí sembró la semilla de su futuro triunfo.
En 1930 la petrolera Shell le ofreció gestionar otra gasolinera y esta vez Sanders añadió un servicio de cocina con recetas locales. Con los años, ese servicio se convirtió en el Sanders Cafe, de gran éxito en la zona. Una de las claves de su popularidad fue la mezcla de hierbas y especias que añadía a sus platos –sobre todo en el pollo– y que mantenía en secreto. Fue por aquel entonces que el gobernador de Kentucky le dio el título local de coronel, que en el futuro acompañaría siempre su apellido. Aún antes de terminar la década, Sanders hizo un descubrimiento que cambiaría su forma de cocinar: la olla a presión, que a partir de entonces sería herramienta básica de su trabajo.
El restaurante funcionaba, pero los ingresos que proporcionaba eran todavía escasos. Había que hacer crecer el proyecto, y eso lo hizo en la década de los cincuenta, cuando se lanzó a la aventura de buscar franquiciados para impulsar el modelo de negocio. Con una velocidad del todo insólita, en diez años había logrado una red de seiscientos restaurantes que se dedicaban a despachar su pollo con marca propia, Kentucky Fried Chicken, sazonado con la receta todavía secreta de las hierbas y especias. El éxito le llegó ciertamente tarde –a la edad en que la mayoría de gente suele jubilarse– pero tuvo tiempo de construir una fortuna, porque en 1964 vendió su negocio por 2 millones de dólares y se va quedar como emblema de la cadena. El mismo año que murió, en 1980, todavía recorrió miles de kilómetros visitando los locales asociados.
Como decíamos desde el principio, hoy en día KFC forma parte de las seis grandes empresas de comida rápida diseminadas por el planeta. Dispone de 24.000 restaurantes en 145 países, generando unos ingresos anuales superiores a los 30.000 millones de dólares. En 1982 la propiedad pasó a la multinacional RJ Reynolds, que en 1986 la vendió a Pepsico. Años más tarde, en 1997, Pepsico hizo un spin-off de todos sus negocios de restauración agrupándolos bajo la enseña Yum! Pero a pesar de los cambios, el perfil del mítico coronel Sanders sigue presidiendo todos los restaurantes.