Silicon Valley abraza el negocio de la salud mental
Las aplicaciones para meditar y las plataformas de terapia online crecen con la pandemia y ya son objeto de deseo de los grandes fondos de capital riesgo
“Nuestra rebaja más grande del año. Un 50% de descuento”. Es una oferta del Black Friday, pero no para comprar un nuevo portátil, renovar el fondo de armario o conseguir unos vuelos todavía más low cost. La promoción la enviaba esta semana Calm, una aplicación de meditación para alejar el estrés y la ansiedad y que se ha convertido en un nuevo negocio millonario de Silicon Valley. La plataforma ya es un unicornio valorado en más de 2.000 millones de dólares y comparte inversores con empresas de reparto a domicilio, software financiero y portales de comercio electrónico. Por 15 dólares al mes o 60 al año, Calm ofrece a los usuarios una colección de miles de audios que prometen ayudar a dormirse con más facilidad y ejercicios de respiración para combatir la angustia.
La pandemia ha agravado (y ha hecho aflorar) los problemas de salud mental. Los servicios de salud de todas partes han visto cómo las consultas por episodios de ansiedad, trastornos alimentarios o ideas suicidas aumentaban a consecuencia del confinamiento y sus efectos socioeconómicos. Y este contexto no ha pasado por alto en las grandes firmas de capital riesgo. En el junio pasado era Lyra Health, una compañía que ofrece a las empresas programas de salud mental para los trabajadores, la que cerraba una ronda de 200 millones dólares para acabar con una valoración de 4.600 millones. En sus campañas de marketing, las emociones y angustias de los empleados se traducen al idioma de los negocios. “El 83% de los miembros mejoran o se recuperan”, “con Lyra puedes reservar citas con solo unos pocos clics”, “el regreso de la inversión es cuatro veces más alto en solo un año”. La compañía con sede en California tiene entre sus clientes a grandes tecnológicas como eBay y Uber, además del gigante financiero Morgan Stanley.
El fondo Blackstone también se subió al carro y se convirtió en el principal inversor de Ginger, una plataforma que traslada la terapia psicológica a los chats y las videollamadas de interfaces amables. Precisamente, esta compañía se fusionó en agosto con Headspace, la principal rival de Calm. Esta otra aplicación de meditación tiene más de 70 millones de usuarios, según Bloomberg, y ha ganado popularidad en plena pandemia gracias a una serie producida para Netflix con guías y técnicas para relajar la mente. El fundador es Andy Puddicombe, un británico que dejó los estudios para viajar por Asia y hacerse monje budista en un monasterio tibetano de la India. Ahora su empresa factura más de 100 millones de dólares al año.
En España una de las compañías que sigue la tendencia de monetizar una versión digital de la atención psicológica es TherapyChat. Esta empresa madrileña vende sesiones por videollamada “por un precio inferior a un servicio presencial”, y protagonizó hace algunas semanas una campaña de marketing bastante controvertida. Se trataba de un espacio efímero bautizado como La Llorería para reflexionar sobre los tabúes de la salud mental pleno de rincones y frases hechas a medida para Instagram. La promoción generó reproches de usuarios que criticaban las condiciones laborales de los psicólogos de TherapyChat, que trabajan como autónomos y cobran por sesión.
El descubrimiento de la salud mental por parte de las start-ups también ha llegado a los emprendedores. WeTribu es una comunidad de fundadores de empresas que se reúnen una vez al mes durante todo un día para resolver sus preocupaciones. “Este proyecto nace de la soledad, la frustración y la carga que sentíamos los emprendedores a la hora de liderar nuestros proyectos”, explica Gonzalo Míguez, el cofundador. Él y su socio, Tomás Andreu, echaban de menos un espacio “donde bajar la guardia” y mantener “conversaciones que no siempre se pueden compartir”. Esta desazón se transformó en un club de miembros que, a cambio de una suscripción, se encuentran en “círculos” para reflexionar “con un acompañamiento emocional”. De momento son unos 40 y quieren llegar a 300. A finales de 2020 cerraron una ronda de 250.000 euros. “Sacar adelante tu empresa tiene un precio psicológico del cual no se habla”, defiende Míguez.