Premios de lengua

Jèssica Pulla: "Las personas disidentes existimos en catalán, atamos en catalán, follamos en catalán"

'Drag queen' y premio Martí Gasull i Roig a la innovación

BarcelonaQuedamos en la plaza Huesca, frente a la casa donde nació Núria Feliu, con la drag queen Jéssica Apulia. El personaje al que da vida Joan Gabàs (Valls, 1998) ha sido reconocido por abrir camino en el transformismo reivindicando el catalán y la catalanidad con el premio Innovación de los premios Martí Gasull que otorga la Plataforma por la Lengua. En sus espectáculos pueden aparecer desde Núria Feliu y Guillermina Motta hasta Jet Lag, las Teresinas, Pilarin Bayés, el Club Super3, las Tres Mellizas y Dagoll Dagom, y hace humor del Proceso, la corrupción, los pronombres neutros o su vida. Los galardones, que también celebran la trayectoria de Eliseu Climent y tienen como finalistas la Editorial Afers, el programa de IB3 Téntol y el proyecto sobre videojuegos en catalán Ce Trencada, se entregarán el 25 de febrero en el Teatre Poliorama de Barcelona.

¿Quién es Jéssica Pulla?

— Es la nueva promesa del transformismo catalán, aunque ya lleve dos años y medio en la industria. Es una reivindicación de todo lo que me ha creado y me ha hecho ser quien soy, y un homenaje a todas las artistas que admiro y admiraré siempre.

¿Y quién es Juan Gabás?

— Un mariquita de Valls que, sin que suene ególatra, sabía que quería decir y hacer algo, y por fin le ha salido la ocasión de hacerlo. Gracias al personaje drag puede sacar lo que siempre le habían dicho que no podía ser o hacer porque no estaba bien, no estaba aceptado socialmente, y ahora lo lleva en el extremo. Joan es la cordura y Jéssica la rauxa, somos un cóctel Molotov.

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¿Cómo llegas al transformismo?

— Yo me hice fan del programa Drag Race hace unos diez años. Me interesaba, pero ahí había unas cualidades muy concretas, un maquillaje impoluto, unas pelucas de escándalo, un vestuario... vamos, una macroproducción en todos los aspectos, que yo sólo podía admirar. A partir de estudiar teatro, quise probarlo, estudié las artistas que tengo más ubicadas del panorama local o nacional, y vi que todas empezaron con pelucas de AliExpress, vestidos de segunda mano y unas habilidades de maquillaje nulas; todas hemos venido de ahí. Entonces fue cuando empecé a empaparme.

Cómo encuentras el look y los referentes de la Jéssica Pulla?

— Cuando me cogen en Futuroa, en el Sarao Drag, en el 2022. Con mi madre drag [Caneli] empezamos a jugar y encontramos el maquillaje con el que se me asocia. Como era un concurso para presentar nuevos talentos y sólo me daban tres minutos para actuar, ya mí me inspiran mucho las señoras de época, de cine clásico y tal, tenía un traje con unas mejilloneras de escándalo y dije: jugamos a eso, pero lo llevamos al catalán.

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¿Qué interpretaste?

— Hice la canción de Montserrat Caballé con su hija para La Marató de TV3, que es la canción de Phil Collins en catalán del Tarzán; después hacía el Tengo ganas de fiesta de Xana, Núria Feliu recitando La Santa Espina y para terminar la Bad Gyal haciendo Indapanden, de sus primeras canciones en catalán. Y el playback de la final fue el Shin Chan en versión maquinera. Fue una explosión de catalanidad allá de repente, que ni yo misma sabía lo que era.

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¿Por qué en catalán?

— Lo hice desde la inercia. Toda mi vida he hablado en catalán, es mi lengua. No lo hice con intención de cubrir ningún vacío ni nada. Y tampoco me he inventado nada: Brigitta Lamoure es un referente y tiene un posicionamiento político claro, una defensa de la lengua y una reivindicación de muchas luchas que compartimos. También está el caso de la Mega Pubilla o las Chanclettes. Pero es verdad que mucha gente me dijo que estaba cubriendo un vacío que no sabíamos que había ya partir de ahí tomo conciencia. También porque por suerte estoy rodeada de un entorno bastante politizado y me dicen: "Puedes hacer cosas muy guays y puedes demostrar que en catalán se pueden hacer muchas cosas", y decido exprimirlo al máximo.

¿Cuál es la gran diva catalana para ti?

— Mi punto de partida es Núria Feliu, siempre. Dejando aparte el posicionamiento político de los últimos años, con el que no simpatizo, fue una pionera en muchos aspectos: como defensora del patrimonio, de la cultura, de la lengua, por defender que en catalán se pueden cantar todos los géneros, por un posicionamiento de barrio; es una vedete con ese punto humano. Para mí ella es el epicentro de todo.

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¿Amar a la catalanor significa poderla parodiar?

— Necesitamos reír más de nosotros mismos y de lo que somos. Yo en lo alto del escenario me río de lo que quizá abajo me hace estar insegura. Risa también nos ayuda a ser críticos. Yo, por ejemplo, vengo de una generación de jóvenes que nos hemos oído estafados con el Proceso. Yo lo cojo y juego. Es que siento que me ha tomado el pelo. Me río de toda la performance que nos ha vendido, que es superactivista y superreivindicativa, cuando realmente todo sigue igual o incluso peor. Y al mismo tiempo, digo: miren qué cantidad de referentes tenemos, que chulos, no hace falta mirar fuera. Se puede jugar con ellos y llevarlos al extremo, o llevarlos a una parodia, o llevarlos a un homenaje. Para mí, hacer transformismo en catalán es hacer un homenaje a Cataluña y al folclore que he mamado de casa o que he descubierto a partir de ser travesti. El folclore de Andalucía lo tenemos muy mamado y todas ubicamos las folclóricas andaluzas, pero aquí también tenemos referentes patrióticos muy potentes y elementos de la cultura popular y el patrimonio superpotentes.

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¿Hay poca autoestima en nuestro folclore? ¿Tenemos complejos?

— Supongo que también existe este punto de que, al ser popular y no la cultura más elitista, existe un cierto desprecio porque es de la clase trabajadora. Y no, al final la catalanidad debe ser para todos, ¿no? Si algo es más popular, pues debemos abrazarlo y valorarlo, porque eso quiere decir que llega a más gente y que hay más gente que se puede sentir conectada con la catalanidad que con la cultura que se considera la cultura de verdad, que a veces es muy difícil acceder a ella. Yo creo que es importante incluso cogerlo como uno guilty pleasure.

Uno de tus referentes es Mar y cielo. La gente en el teatro canta El himno de los piratas como si fuera Los segadores. ¿Existe un placer y una necesidad de compartir referentes?

— Me he dado cuenta de que la gente tiene mucha necesidad de sentirse muy catalana, de repente, sobre todo la gente joven. Sale una artista catalana, saca una canción en catalán y nos volvemos todos superpatrióticos. O viene un artista, hace un discurso muy puntual y dice una palabra en catalán ya todo el mundo se le enciende la bombilla.

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¿Por qué se vincula la lengua o cultura catalana a algún referente moderno?

— Sí, y más del pueblo. La catalanidad a veces es tan elitista y conservadora que incluso a mí me da pereza entrar pero, en cambio, lo que es del pueblo, lo que se puede comentar por redes, lo que es el tema de una conversación de bar, a mí esto es lo que me interesa. Y si ya de paso le puedo dar un giro y tocar algo más nacional, local o un referente concreto más específico para algo más genérico, pues aprovechémoslo.

¿Te otorgan el premio Innovación a los premios Martí Gasull, como lo recibes?

— Me hace ilusión. Empecé desde un lugar genuino y, cuando tomé conciencia de lo que podía significar, decidí apostar al máximo por el catalán. Se agradece que vean a un artista drag como cultura, que cuesta mucho que la gente entienda que fuera de las élites, en los márgenes y en la calle también hay creación artística. La situación en la escena queer de ocio nocturno está muy castellanizada, también por culpa del turismo masificado, pero yo voy a seguir dando guerra. Las personas disidentes existimos en catalán, atamos en catalán, follamos en catalán, nos amamos en catalán, nos relacionamos en catalán para ir al bar, de fiesta y para ir a hacer la compra.

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Actúas mensualmente en La Federica y en varios espacios. ¿Cómo es un show tuyo?

— Es la historia de una aspirante a vedete que quiere reivindicar un poco su casa, su tierra, su identidad como persona del colectivo LGTBI pero también su identidad como persona catalana que viene de un pueblo, que no ha nacido en Barcelona, ​​pero ha venido aquí a ganarse la vida. Musicalmente, me he marcado un Núria Feliu y ahora me dedico a versionar en catalán canciones inglesas, a ver qué ocurre. Estoy muy obsesionada últimamente con Chappell Roan, que es una artista queer americana que también se inspira mucho en la cultura drag, y desde Lady Gaga que no conectaba tanto con una artista. He hecho un show en el que cojo sus canciones, las llevo al catalán, haciendo parodia de situaciones políticas actuales o situaciones mías personales. Tengo otros donde canto cuplés, reversiono también cuplés en castellano para explicar situaciones catalanas o mías o lo que sea y, si no, pues canciones que me inspiran.

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Cuando vas a ateneos o centros cívicos, ¿qué te dicen las señoras que vienen?

— A la gente mayor le encanta, se lo pasa pipa. Puesto que llevo una estética muy parecida a la ropa que llevan ellas, de repente me comentan "Ay, qué perlas más bonitas puertas". Y yo "Ay, gracias, las suyas lo son más". Supongo que mi imaginario es muy parecido al suyo y les es más fácil conectar con ellos que si se les presenta un artista de música urbana. Recuerdo acercarme a una mesa donde había gente mayor y decir "¿Qué es la primera vez que ven una travesti?" Y me dicen "No, nosotros íbamos a El Molino". Ostras, es que estaba tan normalizado que en Barcelona existieran estos espectáculos y que las clases populares fueran que es precioso.