Twitter y Periscope: la pasión se funde tres años después
La semana pasada nos fijábamos en el caso de Meerkat, una plataforma para dispositivos móviles que permitía retransmitir vídeo en directo a través de Twitter. En el 2015, había acaparado las miradas de analistas tecnológicos y usuarios, que se la descargaban en masa. Todo el mundo hablaba de ello. Meerkat había nacido basándose en Twitter, que le había dado permiso para desarrollar un sistema que permitiera incorporar vídeos en streaming en la red social. Sin embargo, todo cambió cuando la aplicación se convirtió en un fenómeno. El pajarito azul empezó a temblar y cambió de pareja de baile: prohibió que Meerkat utilizara la red, sacó el talonario y compró la modesta Periscope, que ofrecía unos servicios muy similares. Por 56 millones de dólares, Twitter hundió a Meerkat. Pero, después de más de tres años de casados, el enamoramiento entre Twitter y Periscope parece haberse enfriado. ¿Hoy quién utiliza Periscope?
“En 2015, el caldo de cultivo era perfecto para que nacieran Periscope y Meerkat”, pone en contexto Federico Guerrero-Solé, investigador en redes sociales de la UPF. "Se había desplegado la red 4G con solvencia y la infraestructura de internet estaba preparada para la transmisión masiva de imágenes en tiempo real", recuerda. Fue entonces cuando Twitter movió ficha comprando a Periscope. De hecho, lo necesitaba: la red estaba siendo cuestionada. “No había forma de que superara la barrera de los 400 millones de usuarios únicos y el número de usuarios activos tampoco crecía”, explica. Con este trasfondo, la adquisición fue leída por los expertos como un intento de relanzar la red en una época en la que muchos dudaban de su capacidad de progreso. "Al mismo tiempo, fue una operación de mercado: Twitter buscaba como objetivo último maximizar el valor de sus acciones", analiza Guerrero-Solé. Al final, todo quedó en nada y Periscope acabó pasando a la historia sin pena ni gloria.
“La misma filosofía de Twitter complicaba mucho la implantación de nuevos servicios como el del vídeo en streaming : tenía una arquitectura muy restrictiva”, asegura el investigador en redes. Además, Periscope no enganchaba a los usuarios. “No pudo cumplir las expectativas: una vez descargada, la gente se daba cuenta de que, en su día a día, no vivía experiencias que merecían ser retransmitidas al mundo y, por tanto, no tenían la necesidad de utilizar la plataforma de forma recurrente”, explica. Al final, los usuarios han terminado utilizando Periscope sólo en catástrofes naturales y situaciones de emergencia. "No hay ninguna empresa que pueda sobrevivir así, evidentemente, el boom se volvió un bluf", remacha.
Hoy, Periscope es una plataforma olvidada. Al menos, su popularidad queda lejos de la que tenía hace dos años, cuando Gerard Piqué la utilizaba para comentar los partidos desde el autobús o cuando Gabriel Rufián y Joan Tardà explicaban cómo era su vida en Madrid. Según la compañía, en enero de 2017 Periscope tenía 10 millones de usuarios registrados en el mundo, pero sólo un 20% entraban todos los días.
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La lección
“Las empresas quieren hacer dinero, y monetizar contenidos audiovisuales creados por los usuarios es complicado –explica Frederic Guerrero-Solé, investigador en redes sociales en la UPF–. Es necesario que Periscope y Facebook Live caminen hacia modelos similares al de Netflix, por ejemplo, comprando derechos televisivos de eventos deportivos”.