¿Por qué ha vuelto a estallar la violencia en Siria?
Los kurdos logran una frágil alianza con el nuevo gobierno sirio tras la ola de violencia sectaria


BeirutLa transición política en Siria, tras caída de Bashar el Asad el pasado diciembre, ha desembocado en una espiral de violencia que pone a prueba el nuevo gobierno interino de Ahmed al Sharaa. A pesar de las promesas de estabilidad y de reconciliación, la reciente ola de matanzas contra la comunidad alauí ha expuesto la incapacidad del régimen para garantizar la seguridad y el control efectivo del país. Las milicias que contribuyeron a derrocar a Asad, lejos de desmovilizarse, han actuado con impunidad en los territorios bajo su dominio y han cometido crímenes que han causado más de 1.300 muertos y el desplazamiento de miles de personas.
Los ataques se han centrado en las regiones costeras, bastiones históricos del alauismo, leales al antiguo régimen, donde la Brigada Suleimán Shah y la División Al Hamza han ejecutado a civiles por motivos sectarios, mientras que las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno han mirado hacia otro lado. Pese a la gravedad de los hechos, la respuesta del presidente interino fue tibia. Al Sharaa ha anunciado la formación de un comité para investigar las matanzas y ha prometido castigar a sus responsables, pero las dudas sobre la imparcialidad de esta iniciativa han generado escepticismo dentro y fuera del país.
La violencia sectaria sigue siendo una amenaza para la estabilidad de Siria. La concesión de amnistías a soldados del antiguo régimen ha generado tensión en las filas de la nueva administración, donde los sectores más radicales ven el gesto como una traición y han decidido hacer justicia por su cuenta.
"Al Sharaa está atrapado entre dos fuegos", advierte Michel Touma, experto de la Universidad Americana de Beirut. "Por un lado, los más radicales de sus propias filas, que reniegan de la amnistía, y, por otro, aquellos que realmente quieren pasar página". Para Touma, esta situación impide "cualquier esfuerzo serio de reconciliación porque las comunidades alauíes y otras minorías no ven al nuevo régimen como una garantía de seguridad".
La violencia ha tenido un impacto terrible en la población civil. Miles de alauitas han huido de la costa siria hacia el norte de Líbano, buscando refugio en condiciones extremadamente precarias. Esta crisis humanitaria no sólo agrava la ya delicada situación en Siria, sino que también genera tensión en el país vecino, que teme que el conflicto sectario sirio se traslade a su territorio. Si Al Sharaa no logra consolidar el control completo sobre las milicias y desarmar las facciones que siguen operando al margen de la autoridad, su administración corre el riesgo de convertirse en un actor más dentro del caos sirio.
Los kurdos, un papel clave
En ese contexto, el nuevo gobierno ha anunciado un acuerdo con las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) que podría interpretarse como un intento de proyectar estabilidad en medio del caos. El pacto entre Al Sharaa y las FDS, que han decidido integrar sus fuerzas armadas en el ejército sirio e incorporarse también a las estructuras institucionales sirias, otorga al gobierno central el control del noreste del país y podría incluir pasos fronterizos clave y los yacimientos de gas y petróleo.
La integración de las FDS en el ejército sirio supone la desaparición de uno de los últimos bastiones de autonomía kurda en Siria, lo que el régimen busca para consolidar su autoridad. Pero este movimiento no resuelve la amenaza que representan a otras milicias, que siguen operando al margen del estado. El papel de los kurdos en este nuevo escenario es clave. Durante años, las FDS, con el apoyo de Estados Unidos, consolidaron el control en el noreste del país, estableciendo un modelo de autogobierno basado en estructuras descentralizadas. Que se incorporen al ejército representa tanto una oportunidad como un riesgo. Por un lado, formaliza su papel en el estado, otorgándoles un cierto grado de reconocimiento. Por otro, les somete a la autoridad de un régimen que, en el futuro, podría revocar los derechos adquiridos o marginar sus aspiraciones políticas.
Además, el pacto con las FDS tiene implicaciones internacionales. Turquía, que ve a esta milicia como una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), ha expresado el descontento. Aunque Abdullah Öcalan, líder del PKK, ha llamado recientemente al desarme, Ankara sigue percibiendo cualquier fortalecimiento de la influencia kurda en Siria como una amenaza a su seguridad nacional. Si bien el acuerdo podría reducir la tensión con Estados Unidos, también podría empujar a Turquía a intervenir más agresivamente en el norte del país para evitar cualquier consolidación kurda.