Las universidades se resignan a las clases virtuales: "Los profesores no están preparados"

Los estudiantes reivindican que las clases son "seguras" y lamentan "perder el ambiente universitario"

Laia Vicens
4 min
La UB és l’única universitat de l’Estat que apareix en les 200 primeres posicions del rànquing QS World University.

BarcelonaEn la clase de matemáticas I del grado de administración y dirección de empresas (ADE) de la Universitat de Barcelona hay matriculados unos 90 estudiantes, pero esta soleada mañana de martes en el aula son solo una cuarentena larga, todos con mascarilla y separados por más de un metro y medio de distancia. No es que el resto de estudiantes estén haciendo campana, sino que siguen las clases desde casa, porque van a la universidad por turnos semanales en función del último número del DNI. Ahora bien, esto será así hasta el jueves: a partir del día 15 las universidades catalanas pasarán al formato telemático durante quince días, tal como había reclamado el Govern, con el objetivo de reducir la movilidad y el contacto social entre los jóvenes, y en consecuencia, los contagios.

Los estudiantes se lo toman con resignación, conscientes de que habrá que convivir durante muchos meses con la incertidumbre, pero piden a la universidad estar a la altura. "El problema ahora es si los profesores cumplen los requisitos de la enseñanza online", comentan unos estudiantes de primer curso de ADE. "Sí, porque algunos tienen carencias...", añade una alumna. Explican que las clases virtuales que ya han hecho han puesto en evidencia que hay profesores que no dominan las herramientas informáticas: los micrófonos no funcionan, las pantallas no se enfocan y los chats para resolver dudas son ignorados durante mucho rato.

"Los profesores no están preparados", corroboran Marina, Nora, Diana y Laura, estudiantes de segundo curso de international business economics (IBE). Esta semana tienen clases virtuales, pero han reservado una pequeña sala en la facultad para seguir por internet las clases las cuatro juntas. A pesar de que los estudiantes reconocen que la atención telemática ha mejorado mucho desde marzo –se han instalado cámaras en las clases y el contacto a través del correo es casi diario–, tienen muchas dudas de que la formación online pueda estar a la altura de las clases presenciales.

Desde la Associació de Joves Estudiants de Catalunya (AJEC) han pedido un plan de formación en herramientas virtuales a los profesores, la flexibilización de la evaluación para adaptarse a la nueva situación y dotar de material de conectividad a los estudiantes vulnerables. El AJEC también ha reclamado "dar marcha atrás en el cierre unilateral" de las facultades, y lamentan que para rebajar la tasa de incidencia la calidad educativa "sea la damnificada".

Los profesores admiten las dificultades. "Cuesta mucho. Creo que si estamos más de 15 días nos acabaremos adaptando, pero para nosotros es difícil. No podemos pasearnos por el aula como antes para resolver dudas y tenemos que estar pendientes de lo que pasa en el aula y de las preguntas que tienen los estudiantes en casa", explica el docente de matemáticas I. El profesor, que prefiere no decir su nombre, lamenta que los mismos rectores universitarios se enteraran por la prensa del cambio a la docencia online. "Nadie les ha consultado nada", se queja.

Sacrificios sociales en una etapa clave

Lo que los estudiantes más echarán de menos es la socialización con los compañeros. "La uni no solo es estudiar. También es hacer amigos, quedar para tomar un café antes de entrar en clase, tomar algo al salir o comer juntos. Y ya no estamos haciendo nada de todo esto este curso", explican Carlos y Marina, estudiantes de 4º curso de ADE. Sentados en un banco, lamentan que las universidades "sean siempre el foco de todo": de la situación política, de las huelgas y, ahora, de los contagios. "Lo más fácil es echarnos el muerto a los jóvenes, pero las clases son seguras", dice Carlos. Marina, que cada día se levanta a las 5 h para llegar a la universidad desde Canet en tren, confirma que donde sufre más por no contagiarse es en el transporte público, porque va "muy lleno".

Los que ya están a punto de acabar la carrera no pueden evitar sentir "un poco de pena" por los estudiantes que se han conocido en estas circunstancias. Y empatizan con ellos: "Teníamos las expectativas muy altas del mundo universitario y se han quedado en nada", afirman, con tristeza, Montserrat, Marina y Laia, de 1º de ADE. Gabi, tajante, añade: "Me están quitando el ambiente universitario".

Pero a pocos metros, en la cafetería, no parece que haya cambiado mucho el día a día en la universidad. En la terraza, muy visible desde la calle, hay grupitos de dos o tres personas tomando un café o fumando y comentando la jugada. Adentro es otra historia, porque hay grupos de más de seis personas comiendo y bebiendo. Algunos en la misma mesa, otros ocupando dos mesas para que no sea dicho. La intención del Govern es volver a la enseñanza virtual para evitar imágenes como estas: contactos sociales sin mascarilla en las facultades y evitar la circulación de los más de 220.000 jóvenes universitarios. En la parada de autobús que hay frente a la facultad, una veintena larga de estudiantes hacen cola para subir en uno de los vehículos y volver a casa.

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