Veinticinco años enseñando a escribir

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Escuela de escritura creativa

BarcelonaCada vez que veo a una persona en una librería abriendo un libro para ver cómo empieza, pienso en todas las veces que algún autor me ha dicho lo importante que es, el inicio de un libro. En elEscuela de Escritura del Ateneo Barcelonés también lo saben, y han decidido utilizar primeros párrafos para celebrar su 25 aniversario, que coincide con el 20 de la Escuela de Escritores. Desde hace algunos días, las dos escuelas han puesto en marcha una iniciativa conjunta en las redes, Primer Párrafo/Primer Párrafo, una campaña de fomento de la lectura que consiste en leer, precisamente, el primer párrafo de un libro. Todo el mundo está invitado a hacerlo. Se trata de grabarse un vídeo de 30 segundos como máximo. Yo todavía pienso cuál elegiré, y mientras tanto he ido curioseando a los que ya están colgados.

Debo decir que la idea es muy buena. Me he enganchado escuchando la lectura de Martí Gironell de Puros hombres, de Mohamed Mbougar Sarr (Trad. Oriol Valls; Más Libros). También el librero Xavier Vidal me ha hecho apuntar otro libro pendiente, Todas las mañanas del mundo, de Pascal Quignard (Trad. Júlia Ferrer y Miquel-Lluís Muntané; Columna). Además, el vídeo de Xavier me llama la atención por otra cosa: lo ha hecho delante de una lavadora (¿o es una secadora?). La Escuela de Escritura pide que las lecturas se hagan, siempre que se pueda, "en un lugar bonito y llamativo, o extraño o insólito, lugares donde no sea habitual leer". Debo decir que la gente ha cumplido: Montserrat Morera lee Soledad, de Víctor Català (Grup62), sentada sobre un inodoro. Teresa Urroz hace la lectura de Mujer Letra Agua, de Marta Momblant (Gara de Edizions), en un aeropuerto. Maria Hernàndez comienza Drácula, de Bram Stoker (Trad. Silvia Aymerich; Laertes), con un vídeo muy bien ambientado, en blanco y negro, que hace, literalmente, un giro, y Izaskun Arretxe, directora de la Institución de las Letras Catalanas, lee Bajo la lluvia, deAnna Murià (Comanegra) en un sillón normal, pero debajo un paraguas abierto.

El ejemplo de Patricia Highsmith

Me ha encantado oír a Carlota Gurt leyendo Tsunami, de Albert Pijuan (Angle): lo hace con una entonación muy diferente a la que yo habría puesto, y eso me ha hecho pensar que habrá hecho una lectura diferente a la mía. No he entendido a Xenia Dyakonova cuando ha leído en ruso Las almas muertas, de Nikolai Gógol, en el ascensor del Ateneu Barcelonès, pero me ha gustado mucho oír la lengua, su sonoridad, y me he preguntado si la velocidad de lectura, alta, es algo de la Xenia, del ruso o que viene provocada por ese texto en particular.

Me dejo mucha gente: Marta Orriols, Josep Lluch, Jenn Díaz, Jaume Collboni, Montse Guallar y tantos otros que han querido celebrar el aniversario de la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Yo quiero terminar con el primer párrafo elegido por Eduard Márquez, con toda la intención del mundo, diría. El escritor y profesor de la escuela lee Suspenso. Cómo escribir una novela de intriga, de Patricia Highsmith (Trad. Alba Dedeu; L'Otra), que empieza así: "La primera persona a la que deberías intentar complacer al intentar escribir un libro, es a ti mismo. Si te puedes divertir durante todo el tiempo que es necesario para escribir un libro, ya habrá tiempo después para que vengan los editores y los lectores".

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