Un verano de récords climáticos
El mes y el día más calurosos de la historia o la extensión de hielo más baja en el Antártico, algunos de los hitos que deja la emergencia climática este 2023
BarcelonaNo es una carrera, pero si lo fuera, la emergencia climática no sólo iría ganando sino que lo haría con una proeza tras otra. "Es como si cada año apareciera un nuevo corredor que bate un récord, pero que lo hace por mucho, y al año siguiente volviera a batirse, no sería normal", resume de forma gráfica el director del departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC), Francisco Doblas. La paradoja es que, en este caso, las marcas históricas no son hazañas a ovacionar y ni mucho menos a celebrar.
Aún no ha terminado el verano, pero ya hemos batido varios récords históricos que constatan –si es que todavía faltaban pruebas– la gravedad de la crisis climática. El mes más caluroso de la historia, la menor extensión de hielo en la Antártida o la temperatura más alta en el Atlántico norte son algunos de los hitos que tienen los científicos climáticos horrorizados, aunque no del todo sorprendidos. "Lo que sorprende es que las proyecciones son conservadoras. Según los modelos del IPCC [científicos climáticos de la ONU] eso iba a ocurrir, pero no tan pronto", apunta Jordi Solé, profesor de la UB, científico del ICM-CSIC e investigador asociado del Creaf.
Solé hace referencia también al pico histórico de calor que se dio en Figueres el 18 de julio, con 45,3 ºC, la temperatura más alta jamás registrada en Cataluña. "Las proyecciones sitúan los peores escenarios en Cataluña con temperaturas de 50 ºC a finales de siglo y de más de 40 ºC a partir de 2035 y 2040", dice. Este pico de Figueres es un adelanto de lo que los científicos preveían para más adelante: "No esperábamos unas temperaturas tan altas tan pronto", remarca Solé. Doblas también remarca que el BSC publicó en marzo sus previsiones para los próximos 10 años, que decían "que se iban a batir muchos récords en estos 10 años". Han pasado pocos meses y ya los tenemos aquí.
Pero a pesar de la rapidez con la que se cumplen los peores escenarios, los científicos insisten también en que todavía estamos a tiempo de evitar la catástrofe climática. Basta con "reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero", coinciden los expertos. Y, para ir bien del todo, absorber también parte del CO2 que hay en la atmósfera. Las gráficas de este verano de 2023 no pueden ser más claras.
Temperatura global
El mes más caluroso en 120.000 años
Julio que hemos dejado atrás es el mes más caluroso jamás registrado. Tras batir el récord de junio más cálido también en 2023, julio se convirtió no sólo en julio más caluroso sino también en el mes más caluroso de la historia. La media global de todo el mes se acerca mucho a los 17 ºC, por encima del anterior récord de julio de 2019, con algo más de 16,6 ºC. Las tres primeras semanas de julio, de hecho, superaron temporalmente el umbral del 1,5 ºC de calentamiento global (1,5 ºC por encima de la temperatura media de la era preindustrial, entre 1850 y 1900) . Esto no quiere decir que ya se haya incumplido el Acuerdo de París: para incumplirlo es necesario que estos 1,5 ºC se superen como media de varios años seguidos.
Lo confirman los datos del Sistema de Cambio Climático de Copernicus y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que llevaron al secretario general de la ONU, António Guterres, a hablar de "la era de la ebullición global". Pero un estudio liderado por la Universidad de Leipzig iba más allá y añadía que "habría que ir tan lejos como hasta el período eemiano, hace unos 120.000 años, para encontrar condiciones similares" a las de este julio, según Karsten Haustein, investigador de esta universidad y jefa del estudio.
Si bien es cierto que la OMM y el BSC ya advirtieron que esto podía ocurrir a principios de año, y van alertar de que el fenómeno del Niño agravaría la crisis climática, Doblas apunta que en el récord de julio el Niño ha tenido poco que ver. "Tanto en lo que se refiere a la temperatura de la superficie terrestre como a la del agua del mar, este julio ha sido espectacular, y más teniendo en cuenta que el Niño no se ha desarrollado del todo todavía. El alcance más alto de este fenómeno será los próximos diciembre y enero", apunta.
Hielo en el Polo Sur
La extensión de hielo antártico más baja de la historia
Si en el hemisferio norte el verano es de récord, el invierno en el hemisferio sur no se queda corto. En concreto, en la Antártida, a finales de junio el hielo cubría 11,7 millones de kilómetros cuadrados, casi un millón menos de kilómetros de lo habitual en esta época del año (la media de 40 años de observaciones) , según el Centro de Datos de Hielo y Nieve de Estados Unidos (NSIDC). El dato, de hecho, es casi 800.000 kilómetros cuadrados inferior al anterior récord, que se había registrado en 2022.
"Esto es muy preocupante, porque el hielo de los casquillos polares se está fundiendo a un ritmo mucho más elevado del que se había pensado hace una década. Y este hielo hace de espejo (efecto albedo) de la energía del sol y, si se reduce el hielo, el agua absorbe más rayos del sol y se crea un efecto de retroalimentación", explica Solé. El deshielo de la Antártida –junto al de Groenlandia– es también el principal responsable de otra consecuencia crítica de la crisis climática: el aumento del nivel del mar.
Océanos
La temperatura del océano más alta jamás registrada
La temperatura del agua del mar también ha batido récords este verano. Según los datos de Copernicus, el programa de observación de la Tierra de la UE, el 31 de julio, se superó el récord histórico de temperatura global del océano con 20,96 ºC (0,01 ºC más que el anterior récord, de marzo de 2016, con 29,95 ºC). La media mensual en los océanos también está 0,51ºC por encima de la temperatura habitual entre 1991 y 2020.
Sin embargo, los datos europeos difieren un poco de los estadounidenses, pero todos sitúan el récord de temperatura oceánica en este 2023. L La agencia norteamericana NOAA detectó una temperatura media del agua de los océanos de 21,1 ºC el 3 de abril, de forma que sitúa el récord histórico en esa fecha, con una cifra superior a la detectada por Copernicus. "Los diferentes conjuntos de datos se obtienen de distintas formas y, por tanto, no darán exactamente las mismas estimaciones para meses o años individuales", explican a este diario desde Copernicus. Pero sea en abril o julio, con 21,1 ºC o con 20,96 ºC, lo que está claro es que la temperatura de los océanos nunca había sido tan alta a nivel global.
El Mediterráneo también ha batido su récord de temperatura de las últimas cuatro décadas: este julio alcanzó una media de 28,4 ºC, por encima del anterior récord, de agosto de 2003 (28,25 ºC) . Y esto son sólo cifras medias, lo que significa que en algunos puntos el agua estaba extremadamente caliente. "Este es un problema añadido, porque en nuestro país el Mediterráneo actúa como suavizador del clima", apunta el investigador del Creaf, que ve clara la "tendencia a la tropicalización" del clima mediterráneo.
Atlántico
La temperatura del Atlántico norte más alta jamás registrada
Pero un dato que ha sorprendido y esparcido especialmente a los científicos es el de la temperatura del agua en el Atlántico norte. Fue a finales de junio cuando en la región del Atlántico norte más cercana a Europa se registró un sobrecalentamiento muy raro, con una temperatura de más de 1,5 ºC por encima de lo habitual. En julio también estuvo 1,05 ºC por encima de la media. "Esto tiene dos impactos importantes: un impacto en la circulación de las corrientes que redistribuyen la energía en todo el planeta y otro más inmediato sobre la biosfera, es decir, sobre todos los organismos que viven en el mar, que en algunos casos no pueden vivir en temperaturas tan altas, como los corales", apunta Solé.
Un estudio de este mismo verano predecía que el paro de las corrientes marinas atlánticas podía llegar mucho antes de lo previsto. Para Solé, la anomalía de este verano en el Atlántico norte es quizás la más preocupante de todas, por la importancia que tienen estas corrientes atlánticas para la regulación del clima a nivel global. Sin embargo, asegura que ni siquiera en caso de que se cumplan las proyecciones pesimistas de ese estudio desembocaríamos en un escenario como el de la película El día de mañana, una ficción que parte justamente de este supuesto pero sin un estricto rigor científico.
Oleadas y picos de calor
El día más caluroso de la historia y algunos picos de récord
Este verano de 2023 también tiene el dudoso honor de haber registrado el día más caluroso de la historia humana, al menos de lo que se tenga constancia científica: el pasado 6 de julio, con 17,08 ºC de temperatura media en la superficie terrestre, según Copernicus. Esto viene acompañado de varios picos que también han hecho historia, como el de Catalunya el pasado 18 de julio. También en China se batió el récord nacional: los 52,2 ºC de Sanbao el 16 de julio es la temperatura más alta jamás registrada en el gigante asiático.
El récord de calor puntual en el mundo todavía lo tiene el Valle de la Muerte de California en el año 1913 con 56,7 ºC, aunque algunos meteorólogos discuten esa cifra. Este mismo punto del mundo es el único que ha superado los 54,4 ºC más de una vez, como en 2020. Pero no en este 2023, al menos en datos oficiales. Donde sí se ha llegado a unos históricos 54 ºC ha estado en una ciudad de Irán el 22 de junio, una cifra que sólo se había dado una vez antes en este país, en el 2017. Hay que decir que en Irán se han registrado datos mucho más altos en lo que se refiere al índice de calor o de sensación térmica, que une temperatura y humedad.
"Aunque no se ha batido el récord de calor en Europa [el pico histórico todavía lo tiene Sicilia con los 48,8 ºC de 2021], lo más espectacular es el número de olas de calor simultáneas que se han dado en todo el hemisferio norte y también las olas de calor marino, que han sido bastante únicas estos junio y julio". Copernicus destaca también las intensas oleadas de calor marino que este verano han afectado tanto al sur de Groenlandia como al mar del Labrador, el Caribe y el Mediterráneo. Y en cuanto a las oleadas de calor terrestres de China, Europa y Norteamérica, un estudio científico de este mismo julio confirmaba que son consecuencia inequívoca de la crisis climática.
"Me da la sensación de que vamos dentro de un coche donde el conductor es ciego y el copiloto, que es un economista neoclásico, es corto de vista y sólo ve a 500 metros. Los científicos que vamos detrás vemos hasta un o dos kilómetros delante y hace tiempo que advertimos que vamos hacia un acantilado, pero el copiloto sigue recomendando acelerar –resume gráficamente Jordi Solé– y el piloto, que es el político, acelera”.