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Vinçon: cómo tener un local en el paseo de Gràcia y hacer aguas

Vinçon: cómo tener un local en el paseo de Gràcia y hacer aguas Según los expertos, desde 1941, el cliente que compra en el paseo de Gràcia ha cambiado mucho. “El modelo de negocio de Vinçon ya no encajaba con la nueva Barcelona -explica Susana Domingo, profesora de estrategia en la UPF y en la BSM-. Si querían sobrevivir en un entorno lleno de turistas, debían cambiar el catálogo sí o sí”.
Marc Amat
08/09/2019
3 min

Dentro, una mesa de bar, un cenicero Copenhague y una papelera. También unos taburetes. Más allá, ocupando un lugar prominente, un par de aceiteras Marquina, consideradas las primeras aceiteras antigoteo del mundo. Los objetos pequeños, en vitrinas; los demás, expuestos sobre una plataforma de madera que les levantaba cuatro dedos de tierra. Así era el interior de la mítica tienda Vinçon pocos meses antes de cerrar para siempre, el 30 de junio del 2015. Situada en el paseo de Gràcia y con 74 años de vida, sus singulares escaparates, su terraza romántica, el histórico piso del pintor Ramon Casas y la sala de exposiciones, lo habían convertido en uno de los establecimientos más emblemáticos de Barcelona. Pero, a pesar de ser uno de los lugares de peregrinación de los amantes del diseño, la crisis les derrumbó. El 29 de mayo ya lo habían anunciado en prensa con un comunicado: “Sabemos que formamos parte de una cierta cultura de la ciudad, pero es inviable continuar: este modelo tiene una difícil cabida en Barcelona”, explicaban los propietarios.

Pero la noticia sorprendió a poca gente. De hecho, hacía tiempo que Vinçon arrastraba problemas. “Con el estallido de la crisis, la facturación les había ido cayendo un 10% cada año”, explica Susana Domingo, profesora de estrategia y emprendeduría en la UPF y en la Barcelona School of Management. Las cifras hablan por sí solas: si en el 2007 Vinçon habían facturado 13,2 millones de euros, en el 2014 ya sólo habían movido 5,6 millones y habían cerrado con unas pérdidas de un millón de euros. El escenario siguió empeorando aún más en el 2015: facturaron 2,2 millones de euros y terminaron el año con unas pérdidas de dos millones. Un descalabro que, según Domingo, responde a varias causas.

El cliente de Vinçon “era de clase media, un segmento que sufrió especialmente la crisis económica”, asegura para empezar. Además, la experta avala el principal motivo de cierre que esgrimía la familia Amat, propietaria de la tienda, en su comunicado: el producto no casaba con el cliente que los visitaba. "Eran principalmente turistas que sólo compraban pequeños objetos de recuerdo", explica la experta. Los Amat lo explicaban: “Para orientarnos bien hacia este público deberíamos cambiar nuestra colección. Los visitantes de otro país raramente se llevaban gran parte de los objetos que veníamos, como muebles, luces o cuchillos, pese a proponerles el envío a su domicilio en todo el mundo”, reconocían.

Paradójicamente, el hecho de estar ubicados en medio del concurrido paseo de Gràcia les jugó en contra. "El emplazamiento es inmejorable para ciertos modelos de negocio enfocados a clientes de lujo, o para un turista dispuesto a gastar grandes cantidades de billetes", apunta Susana Domingo. Vinçon no encajaba. Por último, tras presentar un ERE para despedir a sus 48 trabajadores y bajar la persiana, la familia Amat alquiló el local a Inditex, por una cifra que podría rozar los 200.000 euros mensuales, según fuentes del sector. “La solución la encontraron aprovechando el boom de los precios del alquiler –explica Domingo–. Vinçon no supo, o no quiso, adaptarse a la nueva Barcelona”, sentencia la profesora.

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La lección

Según los expertos, desde 1941, el cliente que compra en el paseo de Gràcia ha cambiado mucho. “El modelo de negocio de Vinçon ya no encajaba con la nueva Barcelona -explica Susana Domingo, profesora de estrategia en la UPF y en la BSM-. Si querían sobrevivir en un entorno lleno de turistas, debían cambiar el catálogo sí o sí”.

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