Ayer hubo manifestaciones en Catalunya y en todo el mundo con motivo del Día Internacional de las Mujeres, y los millares que salieron a la calle reivindicaban de manera festiva, y en algunos ciudades de manera incomprensiblemente dividida, demandas que se arrastran de hace años y que no se arreglarán de un día para otro. Alrededor del 8-M se han puesto en marcha algunas medidas del gobierno catalán y del español que muestran hasta qué punto la discriminación contra las mujeres está tan arraigada que a veces cuesta incluso identificarla. Es el caso, por ejemplo, de la iniciativa del departamento de Igualdad para promover que la Agencia Catalana del Consumo inspeccione los comercios de moda para garantizar que cumplan la normativa europea sobre tallas. Se trata, por un lado, de asegurarse de que las tallas se adecúan exactamente a los centímetros que estipula la normativa europea –y no, por ejemplo, que una talla L sea en realidad una S o una M, con la frustración que esto provoca–, y también de evitar cadenas que directamente solo venden tallas XS o S, que en realidad son un tallaje casi infantil que se vende para mujeres maduras. Parece un tema anecdótico, pero esta presión estética tiene una importancia capital en la lucha contra los trastornos alimentarios y también psicológicos y en la manera en que las mujeres, y especialmente las adolescentes, perciben su cuerpo.

Otra medida todavía más relevante la ha explicado hoy la ministra de Igualdad, Irene Montero, después del consejo de ministros. Se trata de la aprobación del III Plan Estratégico para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, que tiene previsto invertir hasta 20.319 millones de euros hasta el 2025. Esta cantidad tan elevada se debe de al hecho de que el plan incluye medidas ya aprobadas, como el alargamiento de los permisos parentales o la escolarización de los niños de los 0 al 3 años, partidas que se llevan el grueso del presupuesto. Igualmente, supone un aumento importante en relación con las políticas anteriores, con el objetivo de destinar la inversión a permitir ejercer efectivamente esta igualdad facilitando la conciliación y mejorando los servicios a las familias.

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Lo cierto es que, como bien han mostrado los estudios publicados también ayer, la brecha salarial continúa siendo una realidad sangrienta y las mujeres sufren más la temporalidad laboral, tienen trabajos más precarios y están infravaloradas en los lugares de responsabilidad. Catalunya, en esto, no es una excepción, e incluso está un poco peor que la media española, si hacemos caso del estudio Women in Business, que la consultora Grant Thornton acaba de hacer público. La presencia femenina en las cúpulas directivas, un 32%, es inferior a la media española (36%) y a la europea (33%). También en relación con el salario mediano anual se mantiene la brecha: en Catalunya lo que cobran de media los hombres (28.965 euros) es un 20,64% superior a lo que cobran de media las mujeres (22.988 euros).

Está bien celebrar un día y aprovecharlo para hacer las reivindicaciones necesarias, pero no se puede quedar aquí. La igualdad y la reducción de las discriminaciones y la violencia contra las mujeres solo se conseguirán si realmente nos lo creemos cada día y en todos los ámbitos. Para nosotros y nosotras, el 8-M es cada día.