Adiós a las catalanadas

l presidente de la Generalidad, Salvador Illa, interviene durante la primera jornada del debate de política general en el Parlamento de Cataluña, el 7 de octubre de 2025, en Barcelona. Isla afronta el debate en medio de las tensiones con sus socios de investidura y sin calendario para los presupuestos.
07/10/2025
Periodista
2 min

Pertenezco a la generación que subió diciendo enchufe y busson, y en casa se nos escapaba la risa por debajo de la nariz cada vez que íbamos de visita a casa de una tía sobrevenida de la madre, de ocho apellidos catalanes, que vivía en la rambla de Catalunya y que nos preguntaba si queríamos unos sándwiches para merendar. Tan fácil como era decir bocadillo.

Eso, sí, colocábamos todos los pronombres débiles en las frases con precisión fabriana. No era magia, era el catalán que hablaban mis padres, y el nivel de lengua que podías oír por la calle. Aún diría más: aunque fui educado escolarmente en castellano y que el único canal de televisión de mi infancia y juventud hablaba en castellano, de vez en cuando tenían que corregirme catalanadas del tipo "una dente" o "mañana pasado".

El catalán se infiltraba por las rendijas de la vida cotidiana. Ahora no se infiltra mucho, y para miles de chicos y chicas que nunca harán una catalanada, nada. Por eso los alumnos catalanes hablan mejor en castellano que en catalán, según las últimas pruebas de lengua oral que se han hecho el triple de suspendidos de lengua catalana que de castellana.

Por eso, las 40.000 plazas de cursos de catalán convocadas ayer por el president Illa son insuficientes, y está muy bien que asegure que el "reconocimiento oficial del catalán en Europa acabará pasando". Pero el reconocimiento que necesita al catalán es que sea igual en derechos y deberes que el castellano en Cataluña, o sea, obligatorio (al menos entenderlo) para poder trabajar en Cataluña. Y ya verá cómo volverá a infiltrarse por las rendijas de la vida de cada día.

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