Que Toni Nadal, deportista cercano al PP de Feijóo, defendiera la unidad de la lengua al inicio del congreso nacional de este partido, es algo que puede resultar simpático a unos o antipático a otros pero que, obviamente, no tiene valor alguno. Corrobora, si acaso, la vocación que siempre ha mostrado Toni Nadal de ser un personaje con voz propia, tanto en el entorno de su sobrino y antiguo pupilo, el tenista Rafael Rafa Navidad como en el entorno del PP. Ya en 2013 se significó a favor de la lengua catalana frente a un gobierno del PP en Baleares presidido por José Ramón Bauzá. Nadal apoyó el movimiento de las camisetas verdes, en defensa de la escuela pública en catalán.
Esto está bien, pero nada cambia en cuanto a las ideas del PP sobre la lengua catalana, ni en cuanto al posicionamiento político de las Navidades de Manacor. Hace apenas dos o tres semanas se hizo pública la distinción del célebre tenista con un título nobiliario, otorgado por el rey Felipe VI: Rafa Nadal ha aceptado ser marqués del Levante de Mallorca, una denominación que –como ha comentado el letrado Sebastià Frau– ni la casa real española ni ningún particular tienen el derecho de usar sin el permiso de las instituciones de autogobierno mallorquinas. Por otro lado, los antecedentes más recientes de títulos nobiliarios otorgados por la Corona española en Baleares no invitan al optimismo: fueron dichos duques de Palma, Cristina e Iñaki, quienes tuvieron que renunciar al ducado cuando él fue a la cárcel (ella se salvó) por el escándalo del Instituto.
En cuanto al PP, la incomodidad que causó en el partido la obviedad que dijo Toni Nadal (que en Mallorca se habla catalán, y que la unidad de la lengua catalana es una cuestión filológica, y no política) fue notoria. Por dos motivos: por un lado, dentro del propio PP son muchos los que odian la lengua catalana y niegan, precisamente y contra toda razón, eso que dijo Toni Nadal; por otro, la única oportunidad que tiene el PP de gobernar (en el estado, en las autonomías o en la mayoría de los ayuntamientos) sigue siendo hacerlo de la mano de Vox, que tiene la cruzada contra el catalán, y contra la diversidad lingüística, como un principio ideológico y un objetivo político irrenunciable.
Si alguien quiere conocer las actuales políticas lingüísticas del PP en relación al catalán quizá no tenga que hacer caso de lo que dicen en el congreso del partido, sino tomarse la molestia de intentar conocer un poco la política en la Comunidad Valenciana y en Baleares, donde el PP gobierna con el apoyo de Vox. La ofensiva contra la lengua y contra la escuela pública es frontal en ambas comunidades, y no sólo contra la lengua: este mismo lunes, en Baleares, el PP y Vox han aprobado la construcción de viviendas en suelo rústico, una medida que puede desfigurar Mallorca en poco tiempo. El destrozo causado por la derecha nacionalista, en lengua, enseñanza y urbanismo y territorio, puede ser irreversible. Mientras, vamos sintiendo opiniones sobre si el catalán y el mallorquín son la misma lengua en boca de autoridades como Xavier García Albiol.