Àngel Guimerà (me refiero al escritor, eh, no al nombre de calle) haría ñoque de pataco en la Catalunya del 2024. Pobre desgraciado. Que si la lengua esto, que si la lengua eso. Mira, ¿ves? Al final no le dieron el Nobel de literatura. Nunca hemos estado tan cerca. Antes de que fuera una estrella de las letras catalanas (Mar y cielo, Tierra baja, María Rosa... ) el tío dale con el catalán, el país, el maíz, el anís...
En 1882 da una conferencia en el Ateneu Igualadí y, asustado como una mala cosa, suelta al público que vivimos “el despertar de la lengua patria, el progreso civilizador de nuestras costumbres, el desarrollo de la industria, de la agricultura y de todas las artes...” Él creía en todo esto. Él lo hacía todo esto. Pudo montar una fábrica de despertadores. Guimerà moría el 18 de julio de 1924. Hace cien años. Un 18 de julio, pero de 1936, Mauricio Serrahima, otro escritor, redactaba su último artículo en un diario publicado... en catalán. Lo explicaba él mismo el 25 de abril de 1976 en... elHoy, el primer diario en catalán desde los días de la Guerra Vil. “Hasta hoy no vuelve a publicar nada en un diario escrito en catalán. Mientras duró la guerra, todos los periódicos eran de partido, y mi partido no lo tenía”. Cuarenta años sin escribir en catalán. Serrahima también estiraría la pata, y el bote y el pop y la popa, en la Catalunya del 2024.
Los Guimerà hicieron despertar la lengua. Los Serrahima la mantuvieron. Nosotros le estamos matando. Inicio, nudo y desenlace. Ya puede cantar las absueltas a la criatura. Pero, hey, antes pasarán por nuestro cadáver. A pesar de nosotros. Con el catalán ya hemos hecho de todo. Es lo que se hace con algo a lo que no das valor. Hemos regalado manuales de suicida. Kits de eutanasia para dummias. Hemos ofrecido la lengua en canal, a raudales, que es decir que nos hemos abierto de piernas con el principal tesoro que puede tener una civilización. Nos han violado y nos hemos dejado violar. Hemos hecho más cosas mal que bien. Y hemos dejado de hacerlo a manta. Y hemos creído que tururut violas. Hay que decir y no decir. No estamos por romances. Que nos morimos en directo y en cámara lenta. Pero tenemos solución ahora que ya no somos nación.
La Asociación Antiguo Gremio de Revendedores está pagando de su bolsillo propio, privado, personal, cursos de catalán para personas de fuera. Un momento. Estos son unos tipos que existen de manera ininterrumpida desde 1447. Es decir, antes de que Leonardo da Vinci fuera un proyecto de espermatozoide. Son el anti coitus interruptus catalán. Nación es fecundación. Estamos aquí. Los cursos de catalán "oficiales" no saben dar respuesta a la gran demanda [sic]. Horarios pensados para funcionarios de la vida. Horarios pensados para sofás. Cursos contados con los dedos. Carece de profesores. Increíble. Roja y expulsión. Nos merecemos lo que nos sucede. Por eso sólo podemos pagar nosotros. Solo quedamos nosotros. Me lo acaba de decir un amigo mío: "Somos el gueto de la normalidad". Lo somos. Y lo seremos.
Continuaremos a pesar de nosotros mismos. Así reventáis todos, panda de muertos en vida. Ya lo llama Guimerà desde su Cataluña tumba de los vivos: “Que no estás muerta, que eres dormida. / Con tu bandera los vientos remueve, / sea todo el mundo en el empuje, / y caerán los castillos cuando digas: ¡Basta!” En catalán, claro, y desde cualquier bunker de la galaxia, porque es mejor vivir en un ataúd vivo que en una ciudad muerta.