Ayuso y los contratos de su hermano

BarcelonaLa primera oleada de la pandemia cogió al sistema sanitario español sin reservas de material estratégico como por ejemplo respiradores y mascarillas, y todo el mundo recuerda la carrera frenética que iniciaron las administraciones para conseguir suministros provenientes de China. En este contexto, muchos de los contratos se hicieron por la vía de urgencia, de manera completamente justificada, seguramente, pero con el inconveniente de abrir la puerta a posibles irregularidades. La misma Sindicatura de Comptes encontró algunas de estas irregularidades en los contratos que el departamento de Salud hizo en Catalunya, y por ejemplo destapó que se habían pagado por error 8 millones a una empresa de respiradores, un dinero que todavía no se ha recuperado.

Pues bien, una de las personas que hizo gestiones, y cobró por hacerlas, para conseguir mascarillas de China, fue el hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Tomás Díaz Ayuso. La misma Ayuso ha admitido este viernes que su hermano había cobrado 55.850 euros + IVA de la empresa Priviet Sportive por intermediar con China para obtener 250.000 mascarillas que esta empresa vendió a la Comunidad de Madrid por 1,5 millones de euros. Esto solo ya es motivo de sospecha, porque, como bien dijo Pablo Casado a la Cope, o bien estamos ante un delito de tráfico de influencias o bien de un comportamiento "poco ejemplar". ¿Alguien se imagina que un hermano del presidente Torra hubiera hecho de intermediario para comprar mascarillas en la China para la Generalitat y se hubiera embolsado una comisión? ¿Qué tipo de terremoto político habría supuesto?

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Más allá de la legalidad o no de la operación, que tendrá que esclarecer la justicia, no hay duda de que Ayuso afronta un escándalo político de grandes dimensiones. El paso que dio ayer no solo es insuficiente, sino que abre muchos más interrogantes. La ciudadanía tiene derecho a conocer no solo el importe de esta factura concreta, sino el del resto de facturas de su hermano con esta empresa y el total de trabajos o ingresos relacionados con la administración pública. La oposición asegura que Tomás Díaz Ayuso se paseaba por los hospitales madrileños en plena pandemia para ofrecer sus servicios, y es muy difícil de creer que no usara su apellido para influir en las decisiones que lo podían favorecer.

Ayuso, pues, está en dificultades. Pero Pablo Casado también, porque el hecho de que el partido tuviera conocimiento de estas comisiones y no las llevara directamente a la Fiscalía es muy sospechoso. Todo apunta a que Casado y Teodoro García Egea quisieron usar esta información para presionar a Ayuso con el objetivo de que dejara de ser una piedra en el zapato. La jugada, sin embargo, les ha salido mal, porque ahora lo que hay es un presunto caso de corrupción y, además, un partido que, en lugar de denunciarlo, lo intenta usar en sus guerras internas. Acabe como acabe todo ello, ni Ayuso ni Casado tendrían que salir indemnes. Pero claro, hablamos del partido de la Gürtel, de Bárcenas, de la Kitchen y de la guerra sucia contra el independentismo.