Baleares: todo incluido (también las Islas)

Vista de la playa de Palma de Mallorca en una imagen de archivo.
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En un pueblo de la Part Forana de Mallorca, hace tres o cuatro veranos, se detuvo un grupo de turistas en la terraza de un café de la plaza, a media mañana. Un día típico de verano en la región: cielo despejado, sol triunfal, humedad alta y temperaturas sofocantes. Aquella gente rodeaba la isla y se detenía a hacer un refrigerio. Comieron y bebieron en abundancia, rieron, fumaron, y luego, sencillamente se levantaron y partieron. Sin pagar. Cuando el dueño del establecimiento les llamó la atención, los turistas, que ya habían caminado mucho, se volvieron para ver qué quería. Y cuando vieron que les enseñaba la nota con el precio de las consumiciones, pusieron cara de sorprendidos. Uno de ellos, como explicación, levantó el brazo y señaló la pulsera que llevaba en la muñeca. Estaban convencidos, ese grupo, de que el todo incluido que habían contratado valía para toda la isla.

Después de la anécdota es un buen momento para recordar datos básicos. Según el análisis anual que publica la propia Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, la distribución del valor añadido bruto por sectores muestra, en 2023, una estructura productiva en la que el 81% de la actividad económica se concentró en el sector terciario, es decir, turismo y servicios. Un 11% se generó en la construcción y un 6% en industria y energía, mientras que la agricultura y ganadería representaron menos de un 2%. La dependencia del turismo, por tanto, es total (como se hizo dramáticamente patente durante las semanas de confinamiento por la pandemia de coronavirus, en 2020). La soberanía alimentaria, dada la exigua representatividad del sector primario, es casi inexistente. Y el tejido productivo es terriblemente escaso: en Baleares se producen pocas cosas y buena parte de la industria que existía, como la del calzado, se desmanteló. Se prefirió vivir que explotar el paisaje: es dinero mucho más fácil, aunque en contrapartida impliquen el derroche de los recursos naturales y de los espacios vivibles. Para quien no quiera ser camarero, existe la opción de trabajar en la construcción, que en realidad también es subsidiaria del turismo. Y además, los empresarios del ramo suelen preferir tener como empleados a los mismos inmigrantes que después son acusados ​​de los problemas del país.

La escena de los turistas que pensaban que el todo incluido incluía la isla entera ejemplifica bien qué idea ha impuesto la turistificación de Baleares, no sólo a quienes visitan estas islas. También a quienes intentan vivir, un propósito de cada día más complicado, con un mercado inmobiliario dominado por la especulación, los fondos buitre, las plataformas de alquiler turístico y la consuetudinaria avaricia de los indígenas. Si de ahora hasta el 31 de octubre viene a Mallorca, será recibido en el aeropuerto de Son Sant Joan por los obscenos retratos a medida gigante, en las paredes del pasillo que lleva a la recogida de equipajes, de los DJs que actuarán durante los meses de temporada alta en la discoteca Megapark. Ven y disfruta, están incluidas más cosas de las que puede imaginar.

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