Un Barça-Girona de la máxima exigencia

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La alegría de los futbolistas del Girona

Y mañana, Barça-Girona. Calendario en mano, éste era el partido simpático de la temporada en Montjuïc, pero a la hora de la verdad de simpático nada. Por el contrario, para el Barça es un partido de la máxima incomodidad. Después de 15 jornadas, el Girona tiene cuatro puntos más que el Barça, es colíder, tiene una mejor diferencia de goles y ha ganado otros dos partidos. Increíble pero cierto. Cuando a tu vecino más modesto las cosas van mejor que a ti, te sientes señalado. La visita de los rojiblancos hace respeto. Hay partido, claro. Por mucho que todo el mundo se pregunte hasta cuándo durará la escapada gerundense, el juego del equipo de Míchel sigue siendo consistente, a punto de culminar el campeonato de invierno. La determinación con la que dio la vuelta al último partido en Montilivi ante el Valencia, o el partidazo que hizo contra el Athletic de Bilbao, ahorran cualquier duda sobre si esta flor acabará haciendo verano.

Pero el Barça va hacia arriba. Después de haber visto lo que fueron capaces de hacer De Jong, Pedri y Gündogan en medio del campo contra el Atlético de Madrid se entiende mejor que la larga ausencia por lesión de los dos primeros haya hecho parecer que el Barça jugaba con una zapato y una alpargata. Por fin el Barça volvió a dominar el centro del campo, como se espera siempre, y aún más de un equipo entrenado por Xavi. La asignatura pendiente sigue siendo el gol, con el Barça a la espera de que Lewandowski vuelva a hacer de goleador, y sostener un juego reconocible durante noventa minutos. Sólo así el Barça podrá derrotar a un Girona que confirma, una vez más, que el fútbol sigue siendo ese deporte fantástico en el que los resultados todavía son capaces de desmentir la lógica.

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