Un hombre consultando el teléfono móvil.
05/12/2024
2 min

Usted lo tiene todo pensado, ha dedicado muchas horas, muchos sueldos, muchos brainstormings para conseguir el objetivo final. Usted sabe que yo, hoy, leeré el AHORA por la mañana. En el teléfono. En papel, hoy, no, que no es el domingo. Usted ya sabe eso.

Usted quiere que yo vaya a la noticia más leída. O en la más comentada. O en la de Shakira. Y yo voy, claro que sí. Usted lo tiene en cuenta esto. Y quiere que vaya bajando, abajo, abajo, y que vaya leyendo. Usted ha plantificado, en la noticia más leída, un anuncio, que me lo tapa todo. Lo ha puesto pronto, sale enseguida, porque tiene miedo –no quiere arriesgarse– que me canse de leer y que no llegue al final. Entonces, usted ya lo tiene previsto: yo no querré verle, el anuncio, e iré a clicar la x de la izquierda, para cerrarlo.

Pero usted es un perverso, usted lo tiene todo pensado, ha empleado muchas horas, muchos sueldos, muchos brainstormings para conseguir el objetivo final. Que yo clique esta x, pero no exactamente en el centro de la x (estoy leyendo en un móvil). Sólo errando un milímetro, a la hora de cerrar, el anuncio se abrirá y desplegará. A todos nos pasa, usted ya sabe que no queríamos abrirlo, pero ha ideado el mecanismo para que lo parezca. Tantos clics, tanto dinero. "¡Eso!", decíamos al principio de los tiempos. Porque pensábamos que la culpa era nuestra. Ahora ya sabemos que no.

Son clics erróneos y ahora ya lo sabe todo el mundo. El anunciante, usted y yo. A veces, por la murga de cerrar, abandono la noticia. Cerrar es mucho más dificultoso que abrir, porque usted quiere que cierre queriendo y que abra sin querer. Usted lo tiene todo pensado, ha dedicado muchas horas, muchos sueldos, muchos brainstormings para conseguir el objetivo final. Que el anuncio se despliegue gracias a un mecanismo trilero, basado en la picaresca.

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