Sobre el buen tono del debate Aragonès-Illa

Ni Pere Aragonès (ERC) ni Salvador Illa (PSC) renunciaron este jueves a sus posicionamientos políticos, pero el buen tono del intercambio que mantuvieron en el debate de investidura es un indicio de que realmente a partir de hoy se puede abrir una nueva etapa política en Catalunya. Evidentemente, el conflicto político con el Estado continúa muy vivo y nada hace pensar en una solución a corto plazo, pero al menos parece que el Parlament puede dejar atrás la crispación y la demagogia que Ciutadans impuso durante sus cinco años con Inés Arrimadas como líder de la oposición. Salvador Illa dejó claro que no comparte el proyecto independentista y que se opondrá firmemente, pero también ofreció a Aragonès colaboración en aspectos clave como la lucha contra la pandemia y los fondos europeos.

Es cierto que solo son palabras, pero el futuro presidente haría bien de tomarle la palabra a Illa e involucrarlo en la búsqueda de una gestión eficiente. Esto tendría, al menos, dos ventajas inmediatas: por un lado, ayudaría a rebajar la tensión y a demostrar que, en contra de lo que pretendía Cs, en Catalunya no hay dos comunidades enfrentadas e incapaces de colaborar entre sí, sino que desde el respeto y la lealtad se puede hacer piña en aspectos concretos para defender los intereses del conjunto del país. Porque como dijo Aragonès, "los que hoy rechazan la República Catalana tienen que saber que la República Catalana nunca los rechazará a ellos". La segunda ventaja es que, como ya pasó con los tripartitos, involucrar a los socialistas ante el Estado les puede crear más de una contradicción.

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El futuro Govern no tiene que tener miedo de sumar, más bien al contrario, porque de lo que se trata es de reforzar la posición negociadora de la Generalitat en todos los foros donde haya recursos en juego, sea en Madrid o en Bruselas. Del mismo modo, el éxito de la mesa de diálogo dependerá en buena medida del apoyo social y político que tengan las propuestas que defienda el Govern. En este sentido, la idea expresada por Aragonès de buscar grandes consensos a través de los Pactos Nacionales es una buena estrategia, tanto para lograr los objetivos como por recoser la sociedad. Y el referéndum es, todavía hoy, lo que más une a los catalanes.

En todo caso, lo más urgente es que el Govern se ponga a trabajar inmediatamente en la reconstrucción económica del país, y por eso habrá que alinear en la gestión a todos los actores del país: sector público y privado, sindicatos y patronales, Govern y oposición. En el caso del Govern, será clave la figura del futuro conseller o consellera de Economía, después de la sorprendente renuncia de Elsa Artadi a ocupar el cargo. Tradicionalmente, el departamento de Economía siempre ha sido ocupado por una persona de nivel, alguien que, con un perfil más o menos académico, o más o menos político, acababa siendo un puntal del ejecutivo, una referencia inexcusable. Y en la legislatura que ahora se abre, con el gran reto de los fondos europeos, todavía será más así. La responsabilidad ahora de Junts es que los equilibrios internos o cualquier otra consideración no pasen por encima del valor intrínseco de la persona elegida, que tendrá en sus manos la responsabilidad presupuestaria y el impulso de los fondos europeos que tendrían que ayudar a transformar la economía.