1. Pedro Sánchez ignora a Núñez Feijóo enfrentándose a Trump. Como jugada hiperbólica para tratar de fugarse de la corrupción no está mal pensada. Buen intento de distraer la atención. Si el líder del Partido Popular no sabe ni aprovechar ese podrimenero socialista, que habría derribado a cualquier gobierno con una brizna de ética, es señal de que se le empieza a incubar el arroz. Con Núñez Feijóo desorientado, los tiempos de Isabel Díaz Ayuso están cada día más cerca, pese a la sospecha de corrupción al por mayor por parte de su pareja ya pesar de las 7.291 muertes de ancianos en residencias de Madrid a las que se les negó el traslado a centros hospitalarios en los meses. Por eso, cuanto más cerca se siente del objetivo, más afina su estrategia. Como títere de Miguel Ángel Rodríguez, que la maneja por donde quiere, Ayuso ya se ha dado cuenta de que el populismo más primario da la gloria, y la catalanofobia quizás todavía no da la victoria pero sí un puñado de simpatías. El pasado jueves en la Asamblea de Madrid hizo otro monólogo indecente, aplaudido a manos llenas por la claca habitual y alabado por la caverna mediática.
2. Díaz Ayuso, envuelta en la bandera del españolismo, contestó a Gonzalo Miró, quien al recibir el premio Ramón Rubial de comunicación en Bilbao había dicho lo siguiente: "Si supiese hablar en euskera hubiera agradecido el premio en euskera. No piense que en Madrid somos todos igual de catetos". La presidenta de la Comunidad de Madrid, perspicaz como es, se dio por aludida y soltó su filípica en sede parlamentaria: "¿ ¿Saben lo que se cateto? abandona y no los escolarizan. Eso es lo más cateto.". Mentira tras mentira y envuelve que hace fuerte. Mira por dónde, el Partido Popular parece convencido de que volver a la Moncloa le será más fácil si abandera la campaña contra"el pinganilloque si hurga en la corrupción del PSOE. Por qué será que en este tema no pueden mojar pan.
3. Uno cateto, según el diccionario de la RAE es un pueblerino o uno palurdoNosotros diríamos un pallús o un corto de gambales. De este tipo de gente hay en todas partes y hablan cualquier lengua. o aduladores de sus políticas, por miedo o por intereses. A veces incluso vuelven a mandar por obra de la democracia y gracias a la desmemoria de los votantes. iraníes. Ni ha acabado con la guerra de Ucrania –como dijo que haría en una semana–, ni ha puesto freno a la barbarie de Gaza, ni nada de nada. deberíamos verter los trastos viejos, las manías imperiales de líderes desbocados, este manual de moda de arreglar el mundo con misiles y armas, y todos esos relatos que fomentan odio a pequeña ya gran escala.