Condecorar a los polis del Ventorro
El Consejo de la Generalitat Valenciana ha aprobado las condecoraciones al mérito policial que concederá este año, un puñado de medallas, diplomas y distinciones honoríficas que irán a los policías que, se supone, hayan hecho un mejor trabajo, o más destacado, o más heroico, dentro de la obligación que tienen de servir a los ciudadanos, la convivencia y el bien común. Entre los agentes que las recibirán se encuentran los escoltas que acompañaron al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, el pasado 29 de octubre, durante las horas que estuvo ausente de todo mientras el País Valenciano era arrasado por la DANA y morían doscientas veintiocho personas. También será distinguido el personal de la Generalitat que estaba de guardia ese día. Hicieron, según la unidad policial que propone las condecoraciones, y según el gobierno que las aprueba, un trabajo digno de aplauso y recompensa.
Hoy todavía no sabemos exactamente cuánto tiempo estuvo Carlos Mazón encerrado en un reservado del restaurante El Ventorro ese día trágico, ni para hacer qué, ni con quién. Mazón llegó a dar cinco o seis versiones distintas, y después se indignaba, o lo hacía ver, con quien se atreviera a criticarle que estaba en falso. Por no explicar, no llegó ni siquiera a mostrar nunca la factura de esa comida. Es lícito preguntarse, pues, qué hacían los escoltas, también, todas aquellas horas en el restaurante. De qué comieron; si no tenían ellos tampoco cobertura en el móvil dentro de ese establecimiento (como dijo Mazón en una de sus versiones). Y, sobre todo, cuál fue el trabajo destacado o heroico que los hace merecedores, a juicio de la policía y del gobierno, de una distinción que tiene, además, el carácter de vitalicia. Qué hicieron exactamente ese día para servir a los ciudadanos, la convivencia y el bien común, que como hemos dicho es su deber y obligación como policías.
La condecoración de los policías del Ventorro responde a la lógica del si no quieres caldo, taza y media que tanto le gusta al PP. Es un comportamiento suyo recurrente: homenajes a los corruptos, adulaciones a los gobernantes o a los representantes públicos que han abusado o hecho mal uso del poder. El paradigma de esta actitud socarrona y abusiva es Aznar, a quien el PP presenta constantemente como el mejor presidente de la democracia española. De él hacia abajo podemos encontrar tantos casos como queramos, hasta llegar a estas medallas tan indignas como los hechos por las que son concedidas. Cuando la portavoz del gobierno valenciano, Susana Camarero (otra superviviente de la tormenta política de la DANA) decía que las condecoraciones de este año "también" incluyen a los agentes del Ventorro, quería decir que "sobre todo" incluyen a estos policías. Es la actitud desafiante que los caracteriza cuando se sienten fuertes, y Mazón ahora se siente así. Un último apunte: los ciudadanos deberíamos tener acceso a una información suficiente sobre los agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad. No es muy presentable que, cuando se ven involucrados en actuaciones turbias, puedan refugiarse en el anonimato del número de placa y en un corporativismo opaco y malsano.