La cultura, la cenicienta de la tele pública

Tania Sarrias en 'Culturas 2'
21/11/2025
2 min

Hace unos días me levanté con una triste noticia: Radiotelevisión Española cancelaba el programa Culturas 2, que llevaba tres años emitiendo La 2 y que hacía dos que presentaba con solvencia contrastada Tania Sarrias. Un programa estimulante y con mirada feminista que en su primer episodio afirmaba que quería ser "la casa de la cultura", y en el que la poeta andaluza Aurora Luque bautizaba la cultura como "abono de ideas y cosecha de belleza".

El anuncio me sorprendió, porque se supone que La 2 es la cadena "lista", la que hace contenidos no mainstream para espectadores que somos poco de realities, revueltas y otros entretenimientos de masas. La excusa no podía ser la baja audiencia, dado que el programa había sido trasladado por las mañanas desde las ventajosas vísperas. Una sentencia de muerte, porque todos sabemos que la gente que mira la tele por las mañanas prefiere las Ana Rosas. El resto, por las mañanas, principalmente trabajamos.

Para terminar de remacharlo, RTVE anuncia que está preparando otro programa cultural. Me recordó cuando en junio de 2024 Betevé canceló el programa de cultura Plaza Tísner que presentaba Laura Sangrà para sustituirlo, un año después, por La berrea, presentado por ella misma.

¿Cambios cosméticos? ¿Qué sentido tiene cerrar un buen programa para abrir otro que quizás no lo sea tanto? Tiene su explicación. Las cadenas públicas no se resignan a que sus programas culturales sean "deficitarios" y les lavan la cara cada dos por tres para hacerles parecer más atractivos. Es la constatación de que no han entendido en qué consiste el servicio público que deben brindar a la ciudadanía.

La promoción del acceso a la cultura de la que habla el artículo 44 de la sacrosanta Constitución española también incluye a los medios públicos, porque la cultura es un derecho constitucional, por lo que me pregunto por qué cultura y televisión pública tienen una relación tan complicada, por qué parecen antónimos. Empecemos por entender que, con los tiempos que corren, costará mucho que la cultura interese masivamente. Primero deberíamos educar a una población que llevamos años deseducando, porque la cultura es lo que viene después de la educación y no antes. Por no hablar de la barbaridad que hemos hecho con la generación Z, que merece capítulo aparte. Si esperamos que el interés por la cultura se multiplique por mil, vamos pronto. Y podríamos decir lo mismo de la afición lectora, porque todos los planes de lectura del mundo no podrán combatir la ignorancia reinante.

Mantener la cultura como la cenicienta de los contenidos de las televisiones públicas –que cada vez quieren parecerse más a las privadas– es una estrategia que va contra su razón de ser. Esta dinámica de jugar al trilerismo –apagar la luz de un programa para abrir otro– es un ejercicio de asimilación del mercado, nada más. O sea que más responsabilidad, más Culturas 2 en prime time y menos realities vulgares al estilo Mediaset. Otro día podemos hablar del espacio residual que dedica TV3 a la cultura y por qué.

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